Adiós a un soldado
Por Miguel De Lorenzo
Era difícil no encontrarse con Guglielmone, no faltaba a un acto, jamás dejaba pasar la oportunidad cuando lo invitaba un medio, no había reunión donde no estuviera presente para hablar de los temas que habían pasado a formar parte esencial de su vida.
Se ocupaba a tiempo completo de sus camaradas presos, se ocupaba de atenuar esa injusticia que clama desde la tierra, esa rareza criolla, con mucho de aberrante, capaz de encarcelar a Abel y rendirle honores a Caín.
El Cnel. Horacio Guglielmone era un factor de unión entre los militares, era un abanderado sereno y una clara voz que hablaba en nombre de aquellos detenidos, que por haber defendido a la patria del terrorismo, permanecen silenciados y ocultos en la más injusta de las prisiones.
En alguna parte Chesterton diría que la camaradería es el alma de los ejércitos; si esto es así, como afirma el inglés, entonces Horacio por su fervor por los otros, por el alto ejercicio de la caridad, era parte sustantiva de esa alma.
Pero no solo fue portavoz, muchos años antes en su primer destino, la guarnición de Azul, se enfrentó con la banda terrorista del erp que intentó copar el cuartel. Los artilleros se defendieron fieramente e hicieron fracasar el atroz intento subversivo, que de todos modos, derramó sangre y muerte y dejó demasiadas y profundas heridas en esta patria nuestra. Por su desempeño ese día mereció una distinción que reciben pocos: La medalla al heroico valor en combate.
Peleó además en el monte tucumano, enfrentando al terrorismo marxista y combatió en la guerra de Malvinas con el batallón de comandos 602 de reconocidos méritos en el combate.
Un incierto azar hizo que hace algunos años, no importa tanto, nos encontrásemos una vez más, pero en el hospital Italiano, ahí estábamos los dos en las preliminares de la misma operación, por la misma enfermedad.
Solo Dios sabe porque fue él, quién partió antes.
Claro que lo extrañaremos, nos deja un soldado ejemplar, inteligente, humilde, decidido y valeroso, apenas nos es posible entrever, cómo seguiremos adelante sin Guaglianone en esta patria que parece deshacerse
Péguy decía: “Felices los que mueren en las grandes batallas” descansa en paz Horacio vos que libraste todas las grandes batallas de la espada y de la palabra.
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