7 de diciembre de 2019
Gritos y ladridos en defensa del presidente
Carlos M. Reymundo Roberts
LA NACION
Lo decidí después de ver la cadena nacional. No la de Macri, anteayer, sino la de Cristina en el juicio oral, el martes: ese increíble alegato, sus tres horas de discurso, sus amenazas a los jueces, los ataques (ataques para defenderse, ataques de furia y ataques de pánico de los que la escuchaban) y, especialmente, la forma en que imputó a Alberto Fernández al decir que la responsabilidad por haber beneficiado a Lázaro Báez fue de él y no de ella. Todo eso me convenció. Voy a crear la Liga Argentina para la Defensa de los Derechos Republicanos de Alberto (LADRA).
LADRA, que obviamente llevará como imagen la cara de Dylan, el perro del presidente electo, se constituye para brindarle -al presidente, no a Dylan- una plataforma política, intelectual, económica y psicológica que le permita soportar, resistir y neutralizar la compañía invasiva de Cristina. En pocas palabras, la entidad quiere que Alberto pueda ser un presidente que presida. La anomalía de un presi sometido a los arbitrios de la vice, de una vice tan arbitraria, nos asimilaría al estatus institucional de una republiqueta africana, de un país bananero latinoamericano, de una provincia argentina tipo Formosa, Santiago del Estero o Santa Cruz.
Todavía no escribí el acta fundacional de LADRA, pero me imagino que hará hincapié, en primer lugar, en la naturaleza expansiva y explosiva de Cristina. Ahora sabemos que el acta fundacional de la fórmula Fernández-Fernández hablaba, en la letra chica, de un orden de los factores reversible. Ahora sabemos que cuando ella lo eligió a él, aquella mañana luminosa de mayo, le hizo saber que no lo iba a dejar solo: su ayuda consistiría en elegir también la conducción en Diputados, en el Senado, en los organismos más importantes y en los lugares claves del gabinete. Como vetar es una tarea incómoda, desagradable, la que vetaría designaciones sería ella. Con el tiempo iremos conociendo nuevas atribuciones de la vice y qué responsabilidades recaen en Alberto. Porque, dicen en La Cámpora, "este holgazán no se las va a llevar todas de arriba". Por ejemplo, deberá hacerse cargo del Ejecutivo cuando ella viaje a Cuba.
Para cuando viaje él no prevén cambio alguno.
Es muy probable que el acta constitutiva de LADRA ponga énfasis también en la llamativa docilidad que viene mostrando Alberto en esta etapa de su vida, lo cual es un atributo en términos de relaciones personales, pero un enorme riesgo para sus aspiraciones políticas. Quiero decir: si durante el festejo de las PASO anunció que iba a gobernar de la mano de los gobernadores, no está bueno que en el festejo del 27 de octubre no le hayan dejado subir a un solo gobernador al escenario. Tampoco está bueno que acepte a pie juntillas que no pueda nombrar un embajador sin pedir permiso, que le ninguneen a aliados como Sergio Massa y que la clave para desbloquear su celular la tenga Máximo Kirchner.
LADRA pondrá el ladrido en el cielo cada vez que Cristina o el cristinismo le cercenen al presidente el poder que le otorga la Constitución nacional. Incluso se hará oír en caso de que le demoren el café, no le pasen las llamadas o lo hagan ir a cortar las cintas de un dispensario en el interior profundo de Chaco. Para peor, con Capitanich. La entidad, que, por supuesto, no tiene fines de lucro, nace como un resguardo de la soberanía de Alberto, como un ángel guardián de la institucionalidad y para contrarrestar la avanzada destituyente de Carta Abierta, que seguramente renacerá con nuevos bríos, nuevos cargos y nuevas piruetas dialécticas (esperemos que esta vez no vean la luz sin pasar antes por las manos de un corrector; al menos, el de Word).
Alberto, querido presidente, ¡no lo dejaremos solo! Llegamos tarde para la interminable tarea de conformar el gabinete que anunció anoche, y de conformar a Cristina con el gabinete; llegamos tarde también para evitar la cadena nacional en los tribunales, aunque, pensándolo bien, ella quedó tan expuesta que acaso la subamos a la galería de videos de la home de LADRA; llegamos tarde para aconsejarle que cerrara la boca -usted, no ella-, porque, y en eso tiene razón Macri, se habla encima más de lo necesario. Pero estamos a tiempo de advertirle: ojo con una posible jugarreta de Cristina cuando vaya a ponerle la banda, el martes, en el Congreso: que no esté al revés, que no se la ponga a Máximo, que no se la ponga ella. Ojo con los silbidos, no se me enoje que pueden llegar a ser de La Cámpora. Ojo, ojito, no se descuide, que el discurso tiene que darlo usted.
¡Clave una buena cadena, maestro! Perdón, profesor. Corta y amable, como para marcar diferencias. Invite a la reconciliación de los argentinos. Diga: "De todos los argentinos, incluida la multitud que se reunió el sábado en la Plaza de Mayo para despedir al presidente Macri". Prometa austeridad republicana, transparencia y cárcel para los corruptos. Grite: "¡Basta de bolsos! ¡Basta de licitaciones amañadas! ¡Basta de cadenas de hoteles que lavan dinero!". Anuncie un gobierno abierto y generoso que sabrá resguardar los logros del gobierno que se va. Garantice la división de poderes y que no impulsará una reforma constitucional.
Con Cristina parada a su lado, anímese y diga todo eso, Alberto.
Y después salga corriendo.
Lo decidí después de ver la cadena nacional. No la de Macri, anteayer, sino la de Cristina en el juicio oral, el martes: ese increíble alegato, sus tres horas de discurso, sus amenazas a los jueces, los ataques (ataques para defenderse, ataques de furia y ataques de pánico de los que la escuchaban) y, especialmente, la forma en que imputó a Alberto Fernández al decir que la responsabilidad por haber beneficiado a Lázaro Báez fue de él y no de ella. Todo eso me convenció. Voy a crear la Liga Argentina para la Defensa de los Derechos Republicanos de Alberto (LADRA).
LADRA, que obviamente llevará como imagen la cara de Dylan, el perro del presidente electo, se constituye para brindarle -al presidente, no a Dylan- una plataforma política, intelectual, económica y psicológica que le permita soportar, resistir y neutralizar la compañía invasiva de Cristina. En pocas palabras, la entidad quiere que Alberto pueda ser un presidente que presida. La anomalía de un presi sometido a los arbitrios de la vice, de una vice tan arbitraria, nos asimilaría al estatus institucional de una republiqueta africana, de un país bananero latinoamericano, de una provincia argentina tipo Formosa, Santiago del Estero o Santa Cruz.
Todavía no escribí el acta fundacional de LADRA, pero me imagino que hará hincapié, en primer lugar, en la naturaleza expansiva y explosiva de Cristina. Ahora sabemos que el acta fundacional de la fórmula Fernández-Fernández hablaba, en la letra chica, de un orden de los factores reversible. Ahora sabemos que cuando ella lo eligió a él, aquella mañana luminosa de mayo, le hizo saber que no lo iba a dejar solo: su ayuda consistiría en elegir también la conducción en Diputados, en el Senado, en los organismos más importantes y en los lugares claves del gabinete. Como vetar es una tarea incómoda, desagradable, la que vetaría designaciones sería ella. Con el tiempo iremos conociendo nuevas atribuciones de la vice y qué responsabilidades recaen en Alberto. Porque, dicen en La Cámpora, "este holgazán no se las va a llevar todas de arriba". Por ejemplo, deberá hacerse cargo del Ejecutivo cuando ella viaje a Cuba.
Para cuando viaje él no prevén cambio alguno.
Es muy probable que el acta constitutiva de LADRA ponga énfasis también en la llamativa docilidad que viene mostrando Alberto en esta etapa de su vida, lo cual es un atributo en términos de relaciones personales, pero un enorme riesgo para sus aspiraciones políticas. Quiero decir: si durante el festejo de las PASO anunció que iba a gobernar de la mano de los gobernadores, no está bueno que en el festejo del 27 de octubre no le hayan dejado subir a un solo gobernador al escenario. Tampoco está bueno que acepte a pie juntillas que no pueda nombrar un embajador sin pedir permiso, que le ninguneen a aliados como Sergio Massa y que la clave para desbloquear su celular la tenga Máximo Kirchner.
LADRA pondrá el ladrido en el cielo cada vez que Cristina o el cristinismo le cercenen al presidente el poder que le otorga la Constitución nacional. Incluso se hará oír en caso de que le demoren el café, no le pasen las llamadas o lo hagan ir a cortar las cintas de un dispensario en el interior profundo de Chaco. Para peor, con Capitanich. La entidad, que, por supuesto, no tiene fines de lucro, nace como un resguardo de la soberanía de Alberto, como un ángel guardián de la institucionalidad y para contrarrestar la avanzada destituyente de Carta Abierta, que seguramente renacerá con nuevos bríos, nuevos cargos y nuevas piruetas dialécticas (esperemos que esta vez no vean la luz sin pasar antes por las manos de un corrector; al menos, el de Word).
Alberto, querido presidente, ¡no lo dejaremos solo! Llegamos tarde para la interminable tarea de conformar el gabinete que anunció anoche, y de conformar a Cristina con el gabinete; llegamos tarde también para evitar la cadena nacional en los tribunales, aunque, pensándolo bien, ella quedó tan expuesta que acaso la subamos a la galería de videos de la home de LADRA; llegamos tarde para aconsejarle que cerrara la boca -usted, no ella-, porque, y en eso tiene razón Macri, se habla encima más de lo necesario. Pero estamos a tiempo de advertirle: ojo con una posible jugarreta de Cristina cuando vaya a ponerle la banda, el martes, en el Congreso: que no esté al revés, que no se la ponga a Máximo, que no se la ponga ella. Ojo con los silbidos, no se me enoje que pueden llegar a ser de La Cámpora. Ojo, ojito, no se descuide, que el discurso tiene que darlo usted.
¡Clave una buena cadena, maestro! Perdón, profesor. Corta y amable, como para marcar diferencias. Invite a la reconciliación de los argentinos. Diga: "De todos los argentinos, incluida la multitud que se reunió el sábado en la Plaza de Mayo para despedir al presidente Macri". Prometa austeridad republicana, transparencia y cárcel para los corruptos. Grite: "¡Basta de bolsos! ¡Basta de licitaciones amañadas! ¡Basta de cadenas de hoteles que lavan dinero!". Anuncie un gobierno abierto y generoso que sabrá resguardar los logros del gobierno que se va. Garantice la división de poderes y que no impulsará una reforma constitucional.
Con Cristina parada a su lado, anímese y diga todo eso, Alberto.
Y después salga corriendo.
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