sábado, 31 de octubre de 2015

Maldita herencia: los K saquean las reservas





31/10/2015 - 07:05hs




















El Banco Central vende dólares a futuro a precio vil, favoreciendo la especulación de los grandes empresarios y comprometiendo al próximo presidente, que deberá hacer frente a una mayor caída de divisas. El titular de la autoridad monetaria, Alejandro Vanoli, fue denunciado penalmente por “defraudación contra la administración pública”

Nunca, como en estos 12 años, las palabras “universal”, “todos” y “todas” significaron tan poco. En este tiempo aprendimos de divisiones, que “todos” no eran “todos”, sino algunos: unos u otros; ganadores y perdedores. 

Cada vez queda más claro quiénes han sido los verdaderos beneficiarios de la mal llamada década ganada: los bancos extranjeros, los grandes empresarios y las compañías multinacionales que remiten los ingresos que hacen en Argentina a sus países de origen. A ellos, el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Alejandro Vanoli, les da vía libre para sus negocios, a través de una multimillonaria operación que, con fondos del sector público, compromete el futuro del próximo presidente y tiende a hipotecar el de los argentinos.

Porque, en un nuevo intento por contener el atrasado precio del dólar oficial (ayer cerró a $9,56, con lo que la brecha con el informal, a $15,75, es del 64%) y evitar un mayor debilitamiento en las escasas reservas del BCRA, el tándem económico K ensayó un nuevo manotazo de ahogado que perjudica aún más a la entidad monetaria: la operatoria consiste en vender dólares a futuro a $10,50, mientras en Wall Street ya cotiza a $15. Es decir, los grandes capitalistas le compran el billete estadounidense al Central e inmediatamente lo venden en Nueva York, logrando una ganancia del 42%. Especulación pura, fiebre verde que el kirchnerismo combate en el relato pero alimenta en la realidad, herencia de la que tendrá que hacerse cargo el próximo gobierno, cuando las divisas hayan tocado su piso y la nueva administración se vea obligada a devaluar, con el impacto que ello tendría en la hacienda de los trabajadores.

Ganadores y perdedores de la década

Por esto, el frente opositor Cambiemos ayer denunció penalmente a Vanoli, y la presentación recayó en el juzgado de Claudio Bonadio, el magistrado al que el gobierno apartó de la causa Hotesur, que investiga si los hoteles de la familia presidencial se usaron para lavar dinero.

Tras la acusación, que consigna el presunto delito de “defraudación contra la administración pública”, anoche, el BCRA anunció una “readecuación” de las garantías de los contratos de futuros, elevándolas “al 20% del monto operado y deberán ser constituidas en moneda local”.

La denuncia fue redactada por el extitular del BCRA y referente económico de Cambiemos, Alfonso Prat Gay, y la firmaron los diputados nacionales Mario Negri (UCR) y Federico Pinedo (PRO).

Según le dijo Pinedo a Hoy, “el Central tiene una exposición de dólares a futuro de US$ 18 mil millones. Ni en la Cámara de Diputados, ni en el BCRA respondieron nuestros pedidos de informe, por eso decidimos que la Justicia investigue”, y alertó: “Es posible que el próximo presidente asuma sin reservas y eso es muy perjudicial para el país”.

Para Prat Gay, “esto es como un seguro de cambio para las grandes empresas que son las que tienen acceso a este dólar, que es ilimitado”. El economista estimó que esta bicicleta financiera podría significarle al Estado una pérdida de hasta $60.000 millones, costo que heredará quien resulte electo el 22 de noviembre, replicando en los de abajo, los grandes perdedores de la década K, los que no especulan porque les falta el trabajo y el salario dignos. 

“Una medida imprudente”

Para el director de la consultora FIEL y profesor de la UNLP, Daniel Artana, la venta de dólar a futuro es “una medida imprudente del Banco Central porque, para contener el tipo de cambio, vende lo que no tiene. Es muy probable que, ante una eventual depreciación de la moneda, estas operaciones generen una pérdida importante de reservas, lo que va a obligar al BCRA a emitir muchos pesos, impactando aún más sobre la tasa de inflación”.

“Es llamativo que, mientras por un lado la presidenta Cristina Kirchner habla de una pesificación de los ahorros, por el otro se alimenta la especulación dolarizada. Pero la mayoría de las cosas que ocurren en la realidad son contrarias al relato oficial, ya no sorprende”, sentenció Artana.

En tanto que para el economista y profesor universitario de la UBA y la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Julio Gambina, “se trata de una operatoria ligada al imaginario de devaluación, que resulta muy favorable para las grandes empresas o bancos del exterior, que tienen fondos suficientes como para invertir en la actualidad y generar una diferencia en el mediano plazo (los contratos son al 31 de marzo)”.

Es, aseguró a nuestro diario el también Doctor en Ciencias Sociales, “una oferta más para evitar que se dispare el dólar, a sin medir los costos para el Estado argentino. El gobierno quiere controlar el tipo de cambio y por eso toma este camino, junto a la restricción a los importadores, al mercado de cambio, etc”.


Lo que preocupa es que, tal como aseveró Gambina, “todas las medidas de esta administración comprometen a la próxima”. 

Lanata sobre las amenazas de atentado: "Es una operación de los servicios"




30/10/2015 | 16:07

El periodista atribuyó la denuncia a la cercanía de las elecciones y sostuvo que intentan “generar desorden”. El motivo. 


 


El periodista Jorge Lanata habló en su programa radial sobre las amenazas de atentados en los shoppings Abasto y Unicenter. El conductor señaló que es algo “raro” y “delirante” y apuntó contra los servicios de inteligencia.


Lanata fue concluyente al afirmar que la amenaza de atentado se trata de una “operación de los servicios” y “si lo hacen busquen a los mas probables (responsables) dentro de la SIDE” y no en Arabia. 

Sobre el final, el periodista atribuyó la denuncia a “la cercanía de la elecciones y las intenciones de generar un ambiente de desorden” para que nos quedemos con lo que tenemos”, en alusión al oficialismo.

“Hay algo raro y es que hay en estos momentos amenazas de un grupo terrorista sobre atentados en los shoppings Abasto y Unicenter. Digo raro porque todavía no quedó nunca definido que pasó con la Embajada (de Israel) ni con la AMIA”, expresó el conductor de Periodismo Para Todos.

Suena algo más a una operación de los servicios (de inteligencia) que a algo más o menos verosímil”, agregó Lanata.

“Una amenaza, en cualquier caso es o no verosímil y después uno la cuenta, no es que uno espera que la bomba explote para decir: ‘che, era cierto’ esto”, concluyó. “No se tomen eso en serio porque es una pelotudez”, indicó Lanata, tras la tanda.

El último 6-7-8 de Cristina





31/10/15

DEL EDITOR AL LECTOR


Cristina goza mucho con sus actuaciones. Pero ésta ha sido especial. Comenzó a despedirse del Gobierno y el show en la Rosada, a la que entra poca gente que la Presidente confunde con la patria entera, tuvo un clima de fiesta. La fiesta de una prima donna.
Habló como si estuviera en un 6-7-8 con rating. Muchos la escucharon sólo para ver qué decía de Scioli y Cristina lo ignoró para que lo tuvieran presente. Es su estilo y su estilo es bien conocido. No ahorró nada para ningunearlo y expresarle desprecio: elogió sus propias victorias electorales de 2007 y 2011 y dijo que ahora haber terminado en un balotaje era una “extrañeza” para su partido. 
Una verdadera extrañeza es la jefa de un partido que no apoya a su candidato. Sin embargo, Scioli vio “un respaldo claro y contundente a su candidatura”. Para entender lo que sucede en el oficialismo hay que hacer un curso de psicología.
Lo que se vio es que Cristina no nombró a Scioli y eso que habló y habló. Le gusta el micrófono más que a Donald Trump. A sus militantes les reclamó “unidad” y “dejar de lado las diferencias”. Hay una esquizofrenia política en quien divide cuando dice que une y predica contra las diferencias cuando diferencia dos campañas: la del sciolismo y la propia.
La Presidente puso al “modelo de país” por delante del candidato. Dijo sin decirlo: votemos por el modelo, no por Scioli. ¿Y qué es hoy el modelo? Inflación perreada y desocupación también perreada como los autos de la Volkswagen, pobreza directamente borrada del mapa, inseguridad y desigualdad que saltan por todas partes, clientelismo, cepo al dólar, crispación social, pérdida del autoabastecimiento energético, apriete a los jueces no adictos, manipulación de los derechos humanos y la corrupción organizada mejor que nunca.
Esto ya se votó el domingo. Y cómo se votó. Pero mientras criticaba el ombligo ajeno, Cristina se miraba el suyo. Y trató de meter miedo y de meter carpetazos. Volvió a usar informes de la ex SIDE para escrachar a un miembro del PRO a quien acusó de robar piezas arqueológicas. Dijo: “No sé cómo estará la causa penal”. Se ve que ya no cuenta con Stiuso: el supuesto ladrón fue sobreseído hace ya dos años.
Manipular a la gente con el miedo es tan viejo como la mala política. Y el miedo se puede correr de bando: en el modelo hay mucha carpeta propia por descubrir. 
La actuación del jueves, la escenografía y el guión huelen a viejo. La clase magistral pasó de moda. Y el modelo es pasado. El 10 de diciembre se descorrerá otro telón, uno que deberá modernizar la política poniendo al país de cara al futuro. Para entonces, Cristina será una espectadora más.

Tiempo de desarmar la máquina de odiar



SÁBADO 31 DE OCTUBRE DE 2015

EDITORIAL

A lo largo de más de una década, el kirchnerismo ha montado una perversa estrategia destinada a dividir y a enfrentar entre sí a los argentinos

Durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta de la Nación se ha conformado una suerte de máquina de odiar destinada a enfrentar a los argentinos. Con ella, se ha lastimado profundamente a la sociedad llenándola de rencor y resentimientos.

 Lejos de unir, hubo una perversa estrategia para concentrar y conservar el poder, basada en un esfuerzo constante que apuntó a dividir y a disociar a los argentinos. Sirvió también para intentar disimular que la Presidenta, desde el capricho y la improvisación, hizo añicos la economía nacional, dejando a sus sucesores un país en pésimo estado, sin reservas, con una tasa de inflación inaceptable, un alto déficit fiscal, una presión fiscal destructiva, un sector externo deficitario que ha perdido mercados tradicionales, con un agro asfixiado, sin acceso a los mercados de capitales y con tipos de cambio múltiples que han desarticulado la economía. Todo esto se evidencia, como cabía esperar, en lamentables niveles de pobreza.

Con su característica arrogancia negacionista, la Presidenta no admite que esto sea así y sigue empeñada en la construcción de una épica tan grotesca como fraudulenta para, abrazada a ella, tratar de justificar el desastre generado por su paso por el Gobierno. El mensaje de casi tres horas que dio anteayer, plagado de rencor y carente de la más mínima autocrítica, es un claro ejemplo de ello.

En su imparable afán por concentrar todo el poder en sus manos, su gestión lastimó muy seriamente a las instituciones de la democracia. El Congreso casi no se reúne y es apenas un sello de goma que actúa a la manera de sumiso legitimador de los caprichos presidenciales. La Justicia, por su parte, sufre sus constantes embates en procura de someterla a sus designios para atacar a sus opositores y para lograr impunidad, quitándole independencia e imparcialidad, desnaturalizando su verdadero papel democrático.

Es momento entonces de pensar en cómo comenzar a desarmar la perturbadora máquina de odiar. Es necesario impedir el abuso en el uso de las cadenas nacionales, en las que la Presidenta, con cualquier excusa, derrama sus profundos resentimientos. Es imprescindible impedir que, en el futuro, los servicios de inteligencia nacionales sean usados en el plano doméstico para espiar a los opositores y a todo aquel al que, desde el Gobierno, se pretenda extorsionar, incluyendo funcionarios, magistrados, políticos, periodistas, artistas, intelectuales, activistas y pensadores.

Es necesario también dejar de utilizar las estructuras del Estado para el uso político del revanchismo, bajo el torpe disfraz de la defensa de los derechos humanos. Es imperioso dejar de abusar de los organismos fiscalizadores del Estado, a los que se usa para amenazar, extorsionar, presionar y perseguir. Es indispensable disolver el antidemocrático y poderoso multimedio estatal, desde donde se derraman inquinas y falsedades y se demoniza y agrede a quienes sólo disienten y piensan distinto.

Será imprescindible el respeto integral a las libertades de información, opinión y expresión, y habrá que aceptar los fallos de la Corte en materia de distribución imparcial de la publicidad oficial. También, será preciso establecer techos razonables y adecuados al gigantesco gasto publicitario del Gobierno, financiado abusivamente con dineros públicos.

Respetar la independencia judicial supone, entre otras cosas, la necesidad de reconstruir el Consejo de la Magistratura de modo de que se respeten las pautas de la Constitución nacional y se impidan los reiterados abusos que, desde ese organismo, se han cometido a lo largo de la gestión de Cristina Kirchner con el objeto de proteger a los magistrados a los que el Gobierno tiene por leales y atacar y presionar a aquellos que mantienen con valentía su independencia. La arbitraria Procuración General de la Nación debe, además, dejar de ser utilizada con propósitos políticos y, menos aún, persecutorios.

Es preciso no ahorrar esfuerzos en procura de desmontar para siempre la máquina de odiar y reconquistar la concordia.

Los escalofriantes números que el kirchnerismo quiere ocultar







octubre 29, 2015

DE  EN


Los escalofriantes números que el kirchnerismo quiere ocultar
A pocos meses de terminar su mandato, Cristina Kirchner tiene entre sus más altas prioridades mantener algunos números de su gestión en el más absoluto secreto.
Es que las cifras que la Presidente se encargó de difundir en los últimos 12 años, intervención del INDEC mediante, distan mucho de ser las reales. Ella lo sabe, y también sus Ministros. Pero la gran mayoría de los argentinos no conoce cuáles son los números reales del Modelo.
Y peor aún, no saben que estos hechos pueden afectar su propio bolsillo.
En un Informe Especial publicado recientemente por la consultora de economía Inversor Global, se difundieron públicamente los verdaderos números de la gestión de Cristina Kirchner. Y se mostró claramente como estos problemas pueden destruir el patrimonio de millones de argentinos.
El dato más preocupante es el déficit fiscal que la actual conducción le deja a su sucesor. El año pasado, el desequilibrio llegó al 5,3% del PBI y se espera que este año represente el 7,0%, su nivel más elevado desde la gran crisis de 2001. Por lo tanto, parece que el gran desafío del próximo Gobierno será corregir ese abultado déficit.
En segundo lugar, se pudo saber que las reservas reales del Banco Central son muy inferiores a las informadas públicamente. Mientras la entidad bancaria asegura que sus reservas ascienden a casi 34.000 millones de dólares, la cifra real es de apenas 20.000 millones.
¿A qué se debe tal diferencia? A una serie de descuentos que se deben realizar sobre la cifra original y que están debidamente detallados en la investigación de Inversor Global.
Además, allí aparece un dato revelador sobre la inflación que echa por tierra todos los intentos del kirchnerismo por minimizar este problema. La Argentina sextuplica el promedio mundial de inflación: mientras este año se estima que el promedio mundial será del 4.4%, la Argentina exhibe un alarmante 28%. Además, si se toman las estadísticas privadas tenemos la segunda inflación más elevada del planeta (después de Venezuela).
Pero los datos más importantes de la investigación llegan cuando la consultora resume cómo esta realidad, que el Gobierno oculta, va a destruir los ingresos y el patrimonio de millones de argentinos.
En el siguiente Reporte Especial no sólo resumimos estas alertas, sino mas importante, le acercamos las medidas concretas que la consultora Inversor Global recomienda implementar a los argentinos ahora mismo para no ser victimas de esta nueva gran trampa.


Para acceder al resumen de esas investigaciones haga clic acá.

¿Quién es la impulsora de la reforma de la ley de educación superior?

CARTAS Y NOTAS DE NUESTROS AMIGOS LECTORES


ADRIANA PUIGGRÓS, diputada del Frente para la Victoria e impulsora de la reforma a la ley de educación superior (LES) sancionada el miércoles último, defendió la norma y dijo que pretende impedir la elitización de las universidades.

PRONTUARIO DE UNA TERRORISTA


 
Cnl (R-PPG) Juan Carlos Alsina
PREVARICATO: Delito cometido por magistrados, jueces, ministros de tribunales y fiscales que participan en los ILEGALES Juicios por la Verdad. Consiste en dictar resoluciones contrarias a la ley

EL ADVENIMIENTO DE UN TIEMPO DE ESPERANZA


Por Jorge R. Enríquez


A las 0:05 del pasado lunes, cuando se difundieron los primeros resultados de las elecciones que se habían celebrado el día anterior, escrutado más del 60% del padrón. que ubicaban, por entonces, a Mauricio Macri por encima de Daniel Scioli, fue el momento exacto en el que los argentinos asistimos al fin del kirchnerismo.

Hubo gritos en muchos balcones, bocinazos, abrazos entre familiares. Gran parte de los argentinos percibió que en ese instante culminaba un largo y agobiante ciclo y comenzaba otro. El 22 de noviembre sabremos si esa percepción es acertada no, pero en cualquier caso la agonía de una forma de hacer política es evidente.

El resultado sorprendió a todos, aún a Macri y a María Eugenia Vidal, los grandes vencedores del domingo, no tanto porque finalmente se llegara a un ballotage que el oficialismo había instalado como improbable, sino por la magnitud del crecimiento de Cambiemos y la caída del Frente para la Victoria.

Un primer dato interesante es que fue a votar más gente que en las PASO. Hubo 1.600.000 votos más que en aquellas primarias. Uno podría haber pensado que la frecuencia de comicios de este año habría fatigado a los ciudadanos, pero indudablemente la verdadera elección presidencial concitó una expectativa muy grande.

Más sorprendente es que haya disminuido el voto en blanco. Fue del 5% en las PASO y se redujo ahora al 2,3%. Es asombroso, porque como en las PASO quedan eliminados algunos candidatos, es razonable estimar que el voto en blanco va a subir por parte de algunos votantes de los que ya no pueden postularse. Pero, una vez más, es saludable que la sociedad se haya sentido movilizada a participar y a expresarse positivamente.

Otro dato elocuente es que muchos argentinos comprendieron la necesidad del llamado "voto útil". Así, por ejemplo, el Frente Progresistas, que postulaba a Margarita Stolbizer, bajó del 3,47% en las PASO a 2,53%.  Es probable que gran parte de esos votos hayan migrado a Mauricio Macri. 

Las encuestas no anticiparon la magnitud del cambio. Como promedio, seguían señalando hasta las vísperas de los comicios que se mantenía a grandes rasgos la foto de las PASO: 40 % Scioli, 30 % Macri, 20 % Massa. Como un atenuante (parcial) del nuevo papelón en el que incurrieron, digamos que acaso el vuelco se haya dado en las últimas horas, como algunos analistas lo preveían, lo que es natural en el voto útil, que suele decidirse en el tramo final.

El PRO, que comenzó siendo un partido nuevo y porteño, va a gobernar ahora los dos distritos más poderosos del país y, muy probablemente, la Nación. Es la primera experiencia exitosa de un partido que no sea el PJ o la UCR que logra trascender las fronteras del gobierno local. Es cierto que llegará eventualmente a la presidencia en una coalición con otros partidos, pero el peronismo y el radicalismo también fueron muchas veces ejes de coaliciones.

Es una consecuencia, sin dudas, de la vacante que dejó la UCR en esos dos distritos luego de la crisis de 2001, pero también de la lucidez y perseverancia de Mauricio Macri. A diferencia de algunos antecedentes de terceras fuerzas, supo imprimirle al partido que fundó una fisonomía definida, con fuerte énfasis en la gestión, y una saludable flexibilidad para adaptarse a las circunstancias y para recibir aportes de muy diversas vertientes.

Tal es, en suma, el arte del buen político. Macri ha demostrado tenerlo, pese a haberse iniciado en las lides políticas en su madurez, aunque sostenido por la valiosa experiencia de su carácter de empresario y exitoso presidente del Club Boca Juniors. Si triunfa, ha de liderar una coalición que integran también la UCR y la Coalición Cívica. Ernesto Sanz y Elisa Carrió han sido, cada uno desde sus posiciones y a través de sus estilos, fundamentales en la construcción de ese entendimiento.

Un crédito especial merece Sanz, que logró vencer hondas resistencias y prejuicios en su partido, y que la Convención de Gualeguaychú aprobara esa coalición. También fue importante que los perdedores de entonces aceptaran la decisión de la mayoría del órgano supremo del partido y se encolumnaran detrás de ella.
De triunfar Cambiemos el próximo  22 de noviembre, ese núcleo será el eje del nuevo gobierno, pero será necesario alcanzar acuerdos parlamentarios con otras fuerzas para ensanchar su base de sustentación. El kirchnerismo seguirá teniendo una holgada mayoría en el Senado y constituirá la primera minoría en la Cámara de Diputados, por lo que resultará imprescindible entablar negociaciones aún con el actual oficialismo.

Pero de eso se trata la democracia. En los últimos años el kirchnerismo nos acostumbró a que el Congreso era un mero apéndice del Poder Ejecutivo. Llega otro tiempo. El del diálogo y la búsqueda de consensos. El de un presidente que ejerce su liderazgo con claridad y firmeza, pero en el marco de la Constitución.

El enfrentamiento, la exclusión de los otros, fueron la regla en estos doce años. Ahora comienza la etapa de la inclusión. Finaliza el gobierno caudillista de una familia. Le da paso al gobierno republicano que se funda en la supremacía de la ley.

Los desafíos son enormes; los argentinos demostramos el domingo que la esperanza de cambiar es fuerte.

Viernes 30 de octubre de 2015
                                                               Dr. Jorge R. Enríquez
                                                          jrenriquez2000@gmail.com
                                                              twitter: @enriquezjorge

El presente artículo del Dr. Jorge R. Enríquez es publicado en La Misère Porc, por gentileza de su autor.

CFK bipolar, diagnóstico confirmado








 29 de octubre de 2015

El libro de Nelson Castro que confirma la investigación de NOTICIAS sobre el trastorno psiquiátrico de CFK. Quién es el profesional que la trató. Medicación y detalles.

Por 

Todo comenzó cuando en noviembre de 2006 la revista NOTICIAS publicó una nota que tuvo un gran impacto. El tema: el trastorno bipolar que padecía Cristina Fernández de Kirchner. Más allá de cualquier especulación política, una serie de interrogantes de difícil respuesta cubrió con un manto de duda el núcleo mismo del poder. ¿Esa información era cierta? ¿Podría una enfermedad de este tipo condicionar de alguna manera la toma de decisiones de quien se perfilaba como la futura presidenta? ¿Sería un rasgo difícil de ocultar en el estilo de conducción de la aspirante a la primera magistratura del país? ¿Se verían afectadas esporádicamente sólo cuestiones de tipo formal —tonos, humores, reacciones y cambios repentinos de ánimo— o implicaría un estado de permanente inestabilidad anímica que dejaría su sello en cuestiones de fondo trascendentales para la vida política del país? El tiempo despejó algunas de estas dudas; las otras serán cuestiones que trataremos aquí con la rigurosidad del criterio médico de especialistas que directa o indirectamente participaron en el seguimiento de la salud de la Presidenta.

Los trastornos bipolares constituyen un problema de observación clínica cada vez más frecuente en la sociedad contemporánea. Representan un espectro de afecciones que comprometen el estado de ánimo y las conductas de las personas, caracterizadas por la presencia de períodos de euforia que alternan con otros de depresión. El período de euforia es el que corresponde a la fase maníaca o hipomaníaca de la enfermedad que, en su expresión más extrema, puede derivar en una verdadera psicosis. La manía es una fase que se extiende por un período de al menos una semana y que se manifiesta por un estado de ánimo elevado y acaso irritable, que puede acompañarse de euforia, en el que el paciente presenta algunos de estos síntomas: habla excesivamente y de manera rápida e ininterrumpida, se distrae fácilmente, experimenta la sensación de pensamientos que se agolpan y que alteran su capacidad de discernimiento, exhibe un aumento en el nivel de actividades orientadas hacia un objetivo, llegando así a concretar actos de alta impulsividad y riesgo como, por ejemplo, la hipersexualidad o el derroche de dinero. El enfermo se siente imparable e imbatible. En casos extremos, pueden aparecer cuadros de psicosis con conductas violentas y peligrosas.

Fue nuestro colega Franco Lindner quien tuvo el enorme mérito de dar la primicia en la revista NOTICIAS acerca de esta afección padecida por Cristina Fernández de Kirchner. Al cabo de un minucioso trabajo de búsqueda, localizó en septiembre del 2006 al psiquiatra que trató a la Presidenta.

Años después de ese encuentro, Franco Lindner está frente a mí recordando algún detalle más de aquella entrevista. Como todo buen periodista observante del carácter secreto de una fuente de semejante importancia, no me revelará jamás el nombre del médico. A pesar de ello, no fue difícil descubrirlo: se trata del doctor Alejandro Lagomarsino, un prestigioso y destacado psiquiatra, nacido en 1951 y fallecido, a causa de un cáncer de colon, el 18 de junio de 2011. En su destacado currículum consta que fue director del Centro Regional de Salud Mental (Crisamen) de la Fundación ACTA; director asociado del Centro Privado de Psicoterapias de Buenos Aires; presidente honorario del Capítulo de Psicofarmacología de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA); profesor de Psicofarmacología del Instituto Superior de Formación de Posgrado de APSA; International Fellow de la Asociación Americana de Psiquiatría; fundador y primer presidente de la Fundación Bipolares de Argentina (FUBIPA). Por esta razón y de manera unánime, los miembros de esa fundación decidieron denominarla “Doctor Alejandro Lagomarsino” luego de su desaparición.

Volvamos ahora al diálogo que ese mediodía del 15 de septiembre de 2006 mantuvieron Lindner y Lagomarsino:

—Le preguntaba recién si tiene pacientes famosos, doctor, porque sé que usted atiende a Cristina Fernández.
El psiquiatra levantó la vista de su plato.
—Ajá… —respondió sorprendido.
—Lo sé por gente muy cercana a ella. En realidad, por eso vine a verlo.
—Ya veo.
—¿Hace mucho que la atiende?
Al hombre se lo notaba incómodo. Dijo:
—Mirá, te quiero aclarar que no todos los casos son iguales de graves. Hay cuadros que son más leves, como ya dije antes…
—Entiendo. Lo de Cristina no es algo grave.
—No. Pero entendeme, de esto no puedo hablar…
—Claro, por el secreto profesional.
—¡Claro! ¡Nos matan si hablamos de los pacientes!
—Sólo una pregunta más: ¿cómo llegó Cristina a usted?
—No, basta —se rehusó el médico, inquieto—. Aunque vos apagues el grabador, es lo mismo. Yo no puedo hablar de esto con nadie.

La información obtenida por Lindner era concluyente. Sin embargo, era necesario seguir investigando para conocer más detalles, enfrentando el mayor de los escollos: la muerte de Lagomarsino.

Con la prudencia y la objetividad que un tema de esta magnitud requiere, me enfoqué en el entorno profesional de aquel maestro de la psiquiatría convencido de que un hombre solo no podía haberse llevado a la tumba todos los secretos de una actividad que le dio la posibilidad de tratar quizás al paciente más importante que un médico podría tener: el presidente de la Nación, en este caso la Presidenta, como gusta de ser llamada la jefa de Estado. No fue fácil, pero tampoco imposible reconstruir la historia, que refleja una sucesión de hechos que desnudan el interior de una persona muchas veces atormentada por el poder.

Testimonio. “No éramos amigos con Lagomarsino, aunque manteníamos un contacto cordial. Lagomarsino era un profesional excelente, la referencia obligada en temas vinculados a la bipolaridad. La atención de Cristina era una pregunta vedada. 
Alejandro respetó el secreto profesional en todo momento; nunca dijo con nombre y apellido que atendía a la Presidenta, pero ese era un secreto a voces”. El que habla es un calificado profesional de la psiquiatría que mantiene la misma distancia al ser consultado sobre el tema. Lagomarsino mantenía viva la incógnita acerca de la naturaleza de esa relación médico-paciente que, como veremos más adelante, le pesó y mucho. Una paradoja del destino que golpeó la vida personal y profesional de un hombre que dedicó su existencia a ayudar a los demás.

Como es lógico en una investigación periodística, intenté desandar el camino e ir al comienzo preguntándole a mi interlocutor si sabía cómo fue que el doctor Alejandro Lagomarsino había llegado a tratar a la Presidenta.

La respuesta fue contundente: se trataba de una eminencia en la materia; él había organizado la Fundación Bipolares de Argentina y fue uno de los primeros que estudió la cuestión en el país y en el exterior. “La pregunta hubiera sido ‘¿cómo la Presidenta no habría de llegar a él?’, ya que la asociación entre la especialidad y Lagomarsino era automática”, sentenció el psiquiatra que lo conocía y que se sorprendió –como el resto de sus colegas– por su repentina muerte.

—¿La trató mucho tiempo?
—Me parece que no. Al menos no todo lo que él hubiese querido. No era sencillo atender a la Presidenta.
—Se sabe que Gisele, la hermana de Cristina, es bipolar…
—Sí, claro. Pero no conozco los pormenores del caso.

El otro tema desconocido sobre este aspecto de la salud de la Presidenta es el tipo de medicación que se le suministró y cómo se desarrolló el tratamiento. Esto último permanecerá quizás como una incógnita. Con respecto a los fármacos empleados, las fuentes médicas que están al tanto de los detalles del caso y su evolución sostienen que se utilizaron estabilizantes del ánimo. “En realidad esa es la regla. La bipolaridad puede presentar cuadros complejos. No hay enfermedades, hay pacientes y cada caso es único. Lo que funciona con un paciente a veces no es igual en el otro”, se apresura a aclarar un especialista en la materia que pidió reserva de su nombre. “La clave de estos cuadros es la depresión bipolar. Pero los antidepresivos pueden producir efectos no deseados, entonces es mejor evitarlos y recurrir a los moduladores de ánimo. El clásico es el litio, que produce resistencia en los pacientes por construcciones muy particulares y personales. Las otras medicaciones habituales son el ácido valproico, para controlar los estados de euforia, y la lamotrigina, para modificar la melancolía y la depresión”.

Más allá de cualquier diagnóstico, siempre desempeña un papel central la personalidad del enfermo. En algunos, la bipolaridad es un cuadro más difícil de tratar. Una importante fuente médica, que siguió de cerca el caso de la Presidenta, aseguró que, justamente por este motivo, se sugirió recurrir al ácido valproico.

Volviendo al diálogo con nuestra fuente, en su exposición habló sobre la incidencia que tienen los rasgos personales: “Yo creo que esa medicación para una personalidad como la de Cristina funciona como un dique de contención muy valioso. Porque aparecen la elación, la grandiosidad, la sobreestimación que, en el marco de una persona sin duda inteligente, es una combinación peligrosa”.

La interacción con el contexto es uno de los indicadores que los médicos observan para medir ciertos rasgos de la conducta de las personas. Al respecto, son demostrativos los actos de gobierno y la infinidad de cadenas nacionales donde el “Aló Presidenta” deja para el análisis un discurso cargado de datos y formas desmesuradas. A pesar de ser una brillante oradora –cuyo esplendor ya despuntaba en sus épocas de senadora–, fueron apareciendo en su discurso algunas frases dignas de una película de ciencia ficción, o al menos muy alejadas del contexto de la vida cotidiana de los argentinos.

Pero volvamos a nuestra fuente médica para recoger otros aportes cuya vinculación con la realidad no son pura coincidencia: “Cuando se suspende un estabilizante del ánimo, se percibe en la conducta del paciente rápidamente. Aparece el núcleo reivindicatorio. La reivindicación lisa y llana. Políticamente puede ser acertada como estrategia, porque el nuestro es un país periférico en el marco de relaciones globales desiguales, y otras explicaciones convincentes. Pero cuando la reivindicación se transforma en un método permanente, en el eje rector de momentos prolongados, entramos en un terreno patológico. En Cristina parecería haber un núcleo de hostilidad reivindicatorio cercano a una paranoia reivindicativa. Ocurre en personas muy inteligentes que tienen con qué sostener ese proceso. En estos casos, el ácido valproico ayuda mucho a poner un distanciamiento afectivo con las ideas”.

Los bajones anímicos de Cristina se exteriorizan a través de períodos en los que deja de aparecer en público. El especialista en esta patología que conoció al doctor Lagomarsino despeja algunas dudas: “Los retiros son parte de la vida de un bipolar. 
Luego de la euforia y cierto desenfreno, hay momentos de depresión muy intensos que implican ausencias prolongadas”. Por lo general en estos momentos el paciente toma conciencia de la necesidad de su tratamiento, cuando está lejos de la idea de “todo lo puedo”. No obstante –continúa nuestro interlocutor–, “con un adecuado manejo de la tristeza puede generarse un buen momento para conducir, para ejercer el mando, porque permite la empatía con el otro. No la depresión sino la tristeza. El bipolar ve a la tristeza como un componente extraño a sí mismo porque la tristeza le propone detenerse, reflexionar y pensar. La persona que no está capacitada para este proceso de reflexión centrado en sí misma ve las culpas de todo en el otro. Es probable que en algunos casos la responsabilidad sobre un determinado asunto sea del afuera pero si todo se centra en el otro, se entra en una persecución paranoica que impide construir superando el error”.

Quien habla es un destacado profesional de la medicina que no está ajeno a los vaivenes de la vida política y es, además, un agudo observador de la realidad.

Antes de que como periodista pueda objetar sus argumentos poniendo de manifiesto la delgada línea que separa algunos de los comportamientos descriptos de una estrategia política aplicable a un momento dado, el médico aclara que “la reiteración de episodios donde se responsabiliza de casi todo a terceros de manera enérgica y visceral muestra un costado patológico y el estilo dice mucho. Las formas dicen mucho de lo que le sucede a uno. El estilo tiene una conexión muy fuerte con el inconsciente, deja escapar lo que realmente le pasa a la persona y no hay manera de ocultarlo”.

Paciente y psiquiatra. Concluye el diálogo con el especialista que conoció a Lagomarsino:

—¿Observa usted, doctor, una personalidad narcisista en la Presidenta?
—Indudablemente. Todos tenemos un lado narcisista. Pero el sujeto que ejerce el poder lo tiene mucho más exacerbado, y a veces, es necesario que así sea para conducir. Pero un narcisismo exagerado es difícil de soportar. Ocupa el centro de la escena. Las personas así son controladoras, quieren conocer todo, quieren digitar, manejar toda situación y cualquier desvío los torna perseguidos.
—En su vínculo de pareja tanto afectivo como político, ¿Néstor funcionaba como contrapeso?
—No me cabe duda. Cuando murió dije: “Ahora vamos a tener problemas”. Era evidente que él conducía y dominaba el narcisismo de su mujer. Lo acotaba.
—Los que conocían cómo se comportaba Cristina en vida de su esposo afirman que cuando ella terminaba sus discursos lo primero que buscaba era hablar con él…
—Es probable. Eso es sinónimo de cierta humildad ante un conductor. La desaparición física de Néstor Kirchner ha tenido consecuencias en ella porque aparecía el dilema de “si no es él, ¿quién?”. Ahí surge la permanente muletilla de “Él” para referirse a su difunto compañero, una especie de intención de tenerlo presente pero sin nombrarlo. Es evidente que ahí faltó una ayuda al duelo y una mirada terapéutica.
—Vuelvo a pensar en el doctor Lagomarsino… Teniendo en cuenta lo que hablaba con sus colegas y compañeros más cercanos, ¿cree que lo perturbó tenerla como paciente? ¿Afectó su vida personal o profesional de alguna manera?
—Sí, lo perturbó.
—De lo que usted sepa y me pueda referir, ¿el tratamiento que se le indicó a la Presidenta fue exitoso? ¿Resultó dentro de los parámetros corrientes?
—No lo sé. Lo que sí le puedo decir es que terminó antes de lo estipulado. Debió extenderse por más tiempo. Tampoco sé si ella continuó su tratamiento con otro colega. En esto hay que ser claro: más allá de cualquier contratiempo o situación extraordinaria, si una persona con trastorno bipolar controlada está bien tratada puede llevar su vida con normalidad y desempeñarse profesionalmente como los demás.
—¿Un paciente con trastorno de bipolaridad amerita un tratamiento prolongado?
—Por supuesto. Diríamos que de por vida. Los fármacos no curan. Tratan. La bipolaridad se encuentra en el rango más próximo a lo curable pero para ello es muy importante que, además del tratamiento farmacológico, se realice una psicoterapia. Siempre debe haber alguien que señale qué conductas son pertinentes de acuerdo con la patología de la persona, a su personalidad y a su posición. Sin embargo, no parecería que hubiese en Cristina un diálogo interpersonal fluido que implique un “no estoy bien”. Es lo que en psiquiatría llamamos castración: mostrarse afectado por algo, vulnerable, y a partir de ahí pedir ayuda y trabajar en la mejoría. Es muy difícil aceptar esa realidad para alguien que está en una posición de poder permanente. El contexto es definitorio para este tipo de patologías. La conducción de un país implica un entorno claramente perturbador. Se debe contar con una paz psicológica y mental así como con una estabilidad del ánimo muy fuerte para poder conducir y evitar complicaciones.
—Y si así no fuera, ¿cuál es la capacidad de acción de un paciente bipolar cuando atraviesa una crisis?
—Cuando alguien está en crisis no puede decidir. Tiene la decisión interdicta, suspendida. La crisis de bipolaridad es una crisis psicótica. La crisis hace que uno tenga el juicio catatímico (cuando el juicio está condicionado por el ánimo). Si uno tiene un ánimo exacerbado muy probablemente el juicio no se ajusta a la realidad. No se puede conducir sin juicio de realidad. Esto se aplica a la Presidenta o a cualquier otro ser humano. Las crisis no siempre requieren de internación pero sí de un control muy estricto con participación familiar que incluya licencia laboral, bajar los niveles de responsabilidad y carga, etcétera. El ejercicio de la Presidencia no parece representar el contexto adecuado en cuanto a la tranquilidad necesaria para quien sufre de este trastorno.

La influencia que en las decisiones políticas y la actividad pública de la Presidenta ha ejercido esta patología que, según la evidencia disponible, se le diagnosticó y trató en algunos momentos de su vida, constituye un interrogante abierto a la especulación que, a la luz de sus comportamientos y expresiones púbicas, merece ser analizado en profundidad. Será algo inexorable que ocurrirá cuando el tiempo acalle las pasiones y el presente pase a formar parte de la historia.
*PERIODISTA y médico.