domingo, 21 de febrero de 2016

Macri, un equilibrista en apuros





21/02/16
En Foco


Algo bastante parecido, en un punto idéntico, a lo que el Presidente anunció el jueves le había aconsejado hacer Alfonso Prat-Gay. Fue hacia mediados de enero. 
El método y el contenido no diferían: subir el mínimo no imponible de Ganancias por decreto y fijarlo en 30.000 pesos brutos o 25.000 de bolsillo para el trabajador con familia tipo. Tampoco difería el objetivo: aflojar las presiones salariales cuando el proceso inflacionario ya empezaba a ocupar el centro de la escena.
La idea de Prat-Gay llegó a ser debatida en el gabinete de ministros, pero Mauricio Macri la rechazó por temor a que los dirigentes sindicales se alzaran con los beneficios de la medida sin achicar sus pretensiones. 
Salta evidente, ahora, que un panorama más complicado apuró la decisión aunque está por verse si sirve para ablandar los reclamos gremiales. Por de pronto, el paso se estiró hasta donde se estiraba la cuerda fiscal y dejó abierto un agujero capaz de comerse mejoras salariales: nada menos que las viejas escalas del impuesto.
La misma intención de descomprimir el clima social animó el incremento de las asignaciones familiares, el llamado salario familiar, solo que esta vez el foco viró a las necesidades de los sectores de menores ingresos.
Otro tanto ocurre con el aumento del 32% promedio que el Gobierno ofreció a los docentes. Cercano a las aspiraciones de los gremios y claramente orientado a asegurar el comienzo de las clases, el aumento ya ha creado un problema: debe cuajar allí donde de verdad se dirimen estos partidos, en las provincias.
Hay eso y bastante más que eso, pues el 32% o la suba que finalmente salga se trasladará al planteo del resto de los estatales y caerá sobre los gobernadores y sobre finanzas muy apretadas en la gran mayoría de los casos. Casi inevitable, la pelota volverá al campo del poder central.
Es de este mundo que aún con vaivenes y traspiés el Presidente haya resuelto moverse parecido a un equilibrista que a cada paso mide riesgos y beneficios. Y como parte del juego cuida su capital social, arma alianzas que refuercen su base de sustentación, empezando por las parlamentarias, y desde luego concede.
Dentro de ese río flota una regla de oro sometida a bombardeos que, larvados y no tan larvados, alcanzan incluso a círculos del PRO. Afirma que la política manda siempre sobre la economía y que hasta decisiones rigurosamente económicas son al fin decisiones políticas. La condición necesaria es no equivocarse demasiado.
Alguien que llegó a Cambiemos por fuera del PRO pone el debate en palabras: “Con la inmunidad de quien no gobierna ni paga los costos de gobernar, varios librepensadores sostienen que el ajuste debió ser más drástico o que el ajuste ya hecho resulta insuficiente frente a la urgencia de reordenar la macroeconomía”.
Sigue: “Hubo un shock cambiario del 50% y otro de hasta el 500% en las tarifas de la luz. ¿Qué pretenden, un electro-shock?”.
El ruido no sería demasiado serio si no fuese porque una música parecida suena al interior del propio partido de Macri. La letra dice avanzar sin demoras, porque no sobra tiempo, y bancarse un primer semestre con actividad económica fría y problemas laborales. O sea, enfrentar rápidamente los descalabros que por impericia o a propósito dejó el cristinismo, para entrar a un segundo semestre sin tanto lastre.
En el medio, nuevamente el ajuste. El ajuste de las tarifas del gas, donde vuelven a cruzarse utilidad fiscal y costo político: hoy mismo la decisión va y viene en las cumbres de la Casa Rosada.
Para el economista no PRO de Cambiemos, habría que pisar el freno por un tiempo. Y según otro, que también comparte ideas del Gobierno, sería mejor seguir adelante porque el estado de las cuentas públicas es definitivamente inquietante.
¿Y con la trepada del dólar qué?, le preguntó Clarín a un tercer analista.
Respuesta: “Pega sobre las expectativas inflacionarias y por eso deben ser muy cuidadosos. Pero me habría preocupado más que lo hubiesen clavado en 13,50 o 14 pesos, porque esa es una variable clave y no podemos entrar de nuevo en zona de atraso cambiario ni perder terreno frente a un mundo que devalúa”.
Otra: ¿Cree que el punto flaco es la ausencia de un plan antiinflacionario expreso, como opinan algunos? 
Esta vez contesta un consultor con años en la profesión: “Que no le hayan puesto ese nombre es una cosa, pero existir, existe. Apareció cuando Prat-Gay anunció que este año bajaría el déficit fiscal al 4,8% del PBI y que la emisión para financiarlo no superaría los 178.000 millones de pesos. El resultado da una expansión de la base monetaria del 28% compatible con una pauta inflacionaria del 25%”.
“Eso sí, agrega, no les sobra nada”. 
Una parte vital del nada empezó a desaparecer el viernes, cuando el juez Griesa abrió las puertas al levantamiento del embargo contra el país, crucial para acceder a créditos externos que sostengan la salud del plan económico. La otra, conseguir que las paritarias cierren por debajo del 30% o en el 30%.
Por donde se mire, la gran apuesta pasa por frenar el avance del proceso inflacionario y confirmar lo que comentan fuentes oficiales y marcan datos de analistas privados: que en algunos precios el envión se ha detenido.
Se trata de una tarea propia e intransferible, así desde 2007 los índices reales se hubiesen instalado cómodamente en los dos dígitos largos con picos del 30%; eso que los economistas llaman inflación inercial que encadena inflación futura Desde luego, nada será reconocido por el kirchnerismo que destruyó el INDEC y menos será admitido que, antes de dejar su cargo, Axel Kicillof autorizó aumentos del 20% para los alimentos.
Al ritmo que marchan las cosas ya parece difícil que el Gobierno pueda concretar el objetivo del 25%, pero está claro que seguirá batallando hasta lograr índices mensuales del 1% o menores al 1% cuanto más pronto le sea posible. Los efectos de sacar pesos del sistema económico, o de maniobrar para no sumar pesos a los que ya existen, se sentirán hacia el segundo semestre y en eso va, justamente, el resultado de la receta antiinflacionaria.
Y como inevitablemente las variables económicas se cruzan, atado al desempeño de otras corre el consumo: representa el 75% del PBI y un notable 50% el consumo popular.
Surge claro, entonces, que por ahí pasan los más y los menos de la actividad económica y que ahí también se juega capital político, porque en ese tren viaja el empleo.
Casi ni hace falta decir que la necesidad de atender varios frentes juntos impone, además, evitar errores semejantes al entuerto armado con el nombramiento-despido de Graciela Bevacqua en el INDEC y al mediático de anunciar por tandas el tarifazo sobre la luz. Del mismo palo son las internas dentro del gabinete y el manejo de la estrategia económica. 
“Implican ruidos en una orquesta que debiera funcionar afinada”, dice un analista. Es que ya resulta bien complicado construir un modelo que tenga consistencia económica, sea viable políticamente y socialmente tolerable. Tarea para el equilibrista Mauricio Macri. 

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