domingo, 21 de febrero de 2016

El Papa y los pecados de Milagro Sala






Madrid, martes 16 de febrero de 2016

Por Carmen De Carlos


El Papa le ha enviado a la cárcel un rosario bendecido a Milagro Sala. Francisco sigue de cerca la política argentina, pero parece estar lejos de ver bien la realidad. El gesto con la dirigente social indígena, convertida con los años en explotadora de seres humanos, lleva implícito un mensaje de respaldo a la mujer que sometió a los jujeños más pobres a un cruel estado de servidumbre.

Los testimonios de sus víctimas resultan estremecedores. Los hay de todos los colores que se pueden hallar en el Código Penal. Desde cabezas rotas a culatazos, -asestados por ella misma-, hasta órdenes de asesinato, desalojos violentos de viviendas y tráfico de una menor prostituida que identificó a Sala como testigo o miembro de la organización delictiva que lideraba su tío, el primero en violarla.
Estado dentro de un Estado en la necesitada provincia de Jujuy, Milagro Sala empezó siendo una dirigente social solidaria pero pronto se transformó en lo que era antes de que los jueces ordenaran su detención, primero por incitación a la violencia y tumulto y después por organización ilícita y un rosario (no del Papa) de acusaciones.
Sala ocupó un espacio que el Estado provincial de Jujuy y el nacional le dejaron libre hace años. Aliada al kirchnerismo medular estuvo protegida y mantenida financieramente por la ex presidenta Cristina Fernández, su cuñada Alicia Kirchner y el ex ministro Julio De Vido. Recibía mensualmente decenas de millones que usaba -y cobraba en efectivo- sin fiscalización. Construyó viviendas con su organización Tupac Amaru a precios difíciles de sostener y con materiales pobres y pagaba, cuando pagaba, en negro. A la vista saltan algunas viviendas donde se aprecian las ventanas torcidas en los muros.
Milagro Sala se impuso por la fuerza como intermediaria de cooperativas de pobres y se quedó con su dinero, estafó a los argentinos, aterrorizó a los jujeños (llego  a incendiar la Gobernación) y pasó por encima de la ley sin que ésta moviera un dedo hasta que cambió el gobernador. Llegó a tener unas 60 causas judiciales “cajoneadas”.
En diciembre, a los dos días de la investidura de Gerardo Morales (Unión Cívica Radical), Sala montó un campamento frente a la gobernación. La acompañaron miles de Tupac. Su objetivo real era demostrarle que ella seguía mandando como hizo mientras el gobernador fue Eduardo Fellner (Presidente del Partido Justicialista). Morales, buen conocedor del personaje y de los desfalcos, no se doblegó y prescindió de su intermediación. Reconoció directamente a los cooperativistas y convenció -a medias- a los jujeños de que no debían tener más miedo, que ahora habrá justicia y Milagro no volvería ser dueña y señora de jueces, policías, políticos corruptos y de la calle. Sin chequera de Milagro y con ésta entre rejas, su “ejército” se retiró y la dejó sola.
Todo el esfuerzo y el riesgo (hasta personal) de Gerardo Morales (amenazado con su familia) y de los jujeños, el Papa parece no percibirlo. La imagen de mártir que el kirchnerismo ha querido dar de Milagro Sala Francisco parece avalarla. Alguien debería explicarle al Santo Padre en el Vaticano que se equivoca, que no le hace ningún favor al santoral ni a su país porque en Argentina, digan lo que digan, todo el mundo sabe quién es Milagro Sala. Francisco, quizás, lo que debió enviarle a la reclusa a la cárcel, no fue un rosario sino una penitencia y la absolución, cuando pague por sus pecados que son muchos y muy graves.

DIARIO ABC.es - Madrid - España

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