27 / 01 / 2014
LO HIZO EL COORDINADOR DEL PROGRAMA OBSERVATORIO DE LA DEUDA SOCIAL.
Luego de las últimas medidas económicas tomadas por el kirchnerismo, comenzaron a florecer las peores previsiones a futuro.
Uno de los más pesimistas respecto de lo que sucederá en la Argentina, es el sociólogo de la UCA Agustín Salvia, quien señaló en las últimas horas que los programas de asistencia social de la última década redujeron la indigencia, pero no la pobreza, la cual se ubica hoy en los peores niveles de la muy criticada década de los 90.
"La pobreza experimentó una fuerte caída
después de la crisis de 2002, cuando había superado el 50%, llegando a casi la
mitad en 2007 donde se detuvo la baja por dos factores: se frenó la generación
de puestos de trabajo y recrudeció el proceso inflacionario", explica
Salvia, coordinador del Programa Observatorio de la Deuda Social en la
Universidad Católica Argentina.
El especialista agrega que "esa situación se
agravó con la crisis internacional de 2009, cuando el indicador trepó a 29%,
aunque la recuperación económica, con importantes aumentos salariales y una
fuerte transferencia estatal hacia los más pobres, permitió retomar la tendencia
a la baja en 2010 y 2011".
Sin embargo, Salvia recordó que "en los dos
últimos años la curva volvió a subir; la inflación es mayor, el empleo no es tan
dinámico y los aumentos salariales no superan la pauta inflacionaria. Según
nuestras estimaciones, hay dos millones de personas -cerca del 5% del total- que
no cubren la canasta básica de alimentos, por lo cual son indigentes. Y
alrededor de 10 millones que no cubren la canasta básica total (alimentos más
servicios), lo que representa un 25% de los habitantes". Esto contrasta con las
polémicas cifras del Instituto Nacional de Estadísticas argentino (Indec), que
señala que la indigencia está en 1,5% y la pobreza en 5,6% de la
población.
Consultado sobre cuáles son los motivos de
este descenso de la pobreza e indigencia, el sociólogo indicó que "en parte
responde al fenómeno de la inflación, pero otra parte es estructural. En el caso
de la pobreza estructural, es muy difícil que mejore cualitativamente si no es a
través de la transferencia de ingresos, ya que sus chances de inserción laboral
son muy débiles, en sectores de baja productividad, con remuneraciones muy
bajas. Inclusive, con los programas de asistencia logran salir de la
indigencia, pero no dejan de ser
pobres".
Varios funcionarios kirchneristas suelen
identificar la década de los 90 como el origen de todos los males que afectan a
la Argentina, pero Salvia no cree que sea tan así. "Muchos argentinos que
durante el menemismo no tenían salida laboral, ahora lo consiguieron, pero el
problema es que son puestos de trabajo de baja productividad, que no permiten
que la gente salga de la pobreza", señaló el experto en diálogo con el diario
El País de Uruguay.
Salvia agrega que "para mantener esa
estrategia, las inversiones públicas deben ser muy fuertes, en un contexto de
debilidad económica, donde el déficit fiscal aumenta y no se puede dejar de
asistir a esos sectores, porque existe el riesgo de un estallido. Los saqueos de
supermercados en diciembre son una muestra de lo que puede pasar. Son sectores
de población que están al margen de un marco regulatorio político-institucional,
que reciben una asignación mediante una tarjeta y nada
más".
"El control social es muy débil y se
garantiza sólo por estos programas de asistencia, en un panorama donde la
ocupación laboral es más difícil, la inflación mayor y los números del Gobierno
están más comprometidos como para dar más ayudas y la situación tiende a
empeorar. Dentro de este contexto, los saqueos aparecen como emergentes claros
de esa situación que deja abierta la posibilidad de un estallido mayor", añade
quien además es investigador del Conicet argentino.
Equipo de Actualidad de
TDP
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