23/01/2014|
15:17
por DANIEL LUJAN
El plan Progresar, presentado por la presidente Cristina Fernández, es
el más claro reconocimiento del fracaso del gobierno kirchnerista. Es la
prueba del fracaso K.
"(...) El kirchnerismo logró llegar hasta lo más profundo de la
incoherencia. Arrasó con todo lo que tenga que ver con la indulgencia y
los consensos de las relaciones humanas, cambiándolo por el
resentimiento y el despotismo, pretendiendo hacer creer a todos que con
esa prepotencia se pueden conseguir cosas que siempre se desearon.
(...)".
PARANÁ (Especial para Urgente24). Contrariamente a
lo que muchos suponen, el peor de todos los males que nos dejará el
kirchnerismo no pasa por lo económico sino por la gravísima situación
social que han provocado todos sus errores. Ellos en estos diez años se
encargaron de terminar de destruir un tejido social que ya venía en
franco deterioro desde varios años antes. Fueron, quizás, los ejecutores
del tiro final.
El kirchnerismo destruyó lo poco que aún le quedaba a nuestra
sociedad para poder distinguir cual es la diferencia entre lo bueno y lo
malo.
Mediante un permanente y grosero desborde publicitario basado en
profundizar las diferencias entre los argentinos, propiciando a la vez
actitudes reñidas con la moral y las buenas y sanas costumbres, en
detrimento del respeto por el otro y la desobediencia a las leyes, el
kirchnerismo demolió todo aquello que tenga que ver con la sana
convivencia, el orden institucional y los valores esenciales de
cualquier sociedad civilizada del mundo actual.
El kirchnerismo logró llegar hasta lo más profundo de la
incoherencia. Arrasó con todo lo que tenga que ver con la indulgencia y
los consensos de las relaciones humanas, cambiándolo por el
resentimiento y el despotismo, pretendiendo hacer creer a todos que con
esa prepotencia se pueden conseguir cosas que siempre se desearon.
Los kirchneristas se encargaron en estos últimos diez años de
terminar de diezmar todo lo que tenga que ver con el derecho en general y
fundamentalmente con el derecho de propiedad, aduciendo desde el
infantilismo ideológico que los caracteriza, que quien haya conseguido
algo en la vida producto del trabajo y del esfuerzo es un explotador,
mientras que quien se adueña de lo impropio es alguien que lo hace por
haber estado excluido socialmente por culpa de aquellos.
Los argentinos veníamos de varios años de descomposición social que
la crisis de 2001 profundizó. En ese marco, para desgracia de todos,
llegó el kirchnerismo y todo terminó por estallar.
Y en ese contexto, el plan Progresar, presentado por la presidente
Fernández, es el más claro reconocimiento del fracaso del gobierno
kirchnerista. Es la prueba del fracaso.
Quienes supuestamente se beneficiarán con ese plan, es decir
jóvenes entre 18 y 24 años, son prácticamente hijos del “modelo”, ya que
ellos al asumir el kirchnerismo eran niños de 8 y 14 años, llenos de
esperanzas, que soñaban con vivir un futuro de igualdades, porque eso
escuchaban de boca de aquellos que eran quienes estaban en el poder.
Nunca se imaginaron que diez años después iban a terminar siendo
jóvenes “Ni-Ni”, nunca se imaginaron que serían el producto del peor
gobierno de nuestra historia.
Nunca se imaginaron que ellos también iban a terminar sobreviviendo
con un miserable subsidio, tal como lo venían haciendo sus padres.
Nunca se imaginaron que ese gobierno que diez años atrás les prometía un
futuro distinto, solo podría brindarles unas pocas migajas de todo lo
que soñaron.
Nunca se imaginaron que serían la prueba del fracaso del kirchnerismo.
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