jueves, 30 de enero de 2014

Argentina dolarizada





Enero 27 de 2014
Por Humberto Bonanata
 “Las devaluaciones hicieron que la gente pensara que la moneda fuerte era el dólar. Ellas sólo producen la caída catastrófica del poder adquisitivo y la altísima transferencia de recursos hacia los sectores concentrados del privilegio”
-Axel Kicillof (Modelo 2006)

Desde 2006 a 2013 la inflación en la Argentina kirchnerista ha alcanzado el 250%. Fracasada la pesificación, expulsado Lavagna de Economía y atornillado Néstor Kirchner con su “cuadernillo del usurero” –como utilizada su abuelo en “la Patagonia rebelde”-, el kirchnerato pensó que las 4x4 (Néstor-Cristina, Néstor-Cristina) debían afianzarse en un modelo populista repartidor de recursos excedentarios hasta rascar con las uñas el fondo de la lata.

Por cierto que en lo personal, el dueto gobernante utilizó una política inversa. Multiplicó sus riquezas a grados enesimales que hoy los hacen aparecer con un cuarto hotel (no un cuarto de hotel) y evitó todo gasto superfluo.

En sólo 17 días hábiles de enero de 2014 la devaluación de nuestro papel pintado que se utiliza como medio de intercambio comercial –no podemos llamarle moneda- alcanzó el 22% y nuestro billete de mayor denominación el equivalente a ocho dólares. Único país en el mundo cuyo mayor billete se emite con dos efigies recordatorias diametralmente opuestas: Don Julio A. Roca, causante voluntario que hoy tengamos Patagonia y Eva Duarte de Perón.

Ése era el síntoma que en kirchnerlandia no existía inflación y no necesitaba imprimir billetes de mayor denominación que facilitaran la circulación monetaria.

¿O acaso era un negocio para Ciccone Calcográfica no imprimir papeles de $200, $ 500 o $1.000?, hecho que hubiera dividido por dos, por cinco y por diez la cantidad de papel?

Una pregunta para el lector… ¿cuánto tiempo hace que no recibe monedas de dos pesos?... Seguramente bastante y no recibirá nuevas acuneaciones ya que el valor metálico supera su valor nominal; volverá a recibir papel pintado con la cara de Bartolomé Mitre. Como si el gatopardismo gobernante no fuera captado por el 70% de la población que en octubre del año pasado denigró con su voto la falacia de la “década ultrajada”, Jorge “Coqui” Capitanich continuó degradándose diariamente como débil grasa ante un buen detergente al actuar como “Chirolita sin Chassman” cada mañana de día hábil, tras haber recibido la picadura final de la “viuda negra” en su utópica tarea de ser el candidato del neokirchnerismo en 2015.

Para eso ya están anotados hace rato, y por orden de aparición, Daniel Scioli y Sergio Massa. El primero sigue creyendo que cruzará el Rubicón sin ser devorado por los cocodrilos. Massa en cambio, piensa haber superado el hartazgo de la gente que no olvida que fue el sucesor de Alberto Fernández en la jefatura de gabinete ultra K y nada más y nada menos que el padrino de Amado Boudou en su camino al estrellato...

Creen que la devaluación no traerá consecuencias en los valores del intercambio (precios) que la gente padecerá en febrero con salarios de 2013.

Creen que la creación de la “juventud kirchneriana” conformada por 900.000 vagos “ni-ni” de 18 a 24 años a $ 600 cada uno les garantizará una activa fuerza de choque ante eventuales reacciones sociales producto del malestar general.

Creen que se cumplirá la máxima de Octave Mirbeau (1848-1917) que decía que…”los corderos van al matadero. No dicen nada ni esperan nada. Pero al menos no votan por el matarife que los sacrificará ni por el burgués que los comerá”…

Creen que los U$S 4.000 millones a liquidar por el campo que hace que “Dios sea argentino” producirán un flujo monetario satisfactorio en las vaciadas arcas del Banco Central antes de comenzado marzo.

Creen que las paritarias docentes, policiales y estatales no reclamarán ajustes nominales de salarios por encima del 20%., ni que las centrales obreras se unirán en un justo y tajante reclamo de recomposición de los haberes de los trabajadores activos y jubilados.

Creen que los recipiendarios de los “planes descansar y fecundar” gozan de plena felicidad en sus excedentes que, en gran medida, son carcomidos por las máquinas tragamonedas de Cristóbal López.

Creen poder dilucidar “el teorema de Hopkins” y haber logrado encontrar el final del cono de sombras a través de su física cuántica.

La sociedad es mucho más sabia frente a los atropellos.

Mas aún cuando le tocan el órgano mas sensible: el bolsillo.


Humberto Bonanata
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