¿Se imagina que, antes de la vista oral en la que se juega una más que segura condena a muerte, el juez le ordena que se quites el cinturón para que durante la misma se le caigan los pantalones y sea el hazmerreír de la sala? Bien, pues este era el más benévolo de los preceptos del ‘método sumarial Freisner’, el oxímoron de la disciplina judicial. Roland Freisler, su creador, fue el peor juez en la peor época posible. Presidente del Tribunal Popular de la Alemania nazi. Este era su modelo idílico de justicia, que hoy se adoptó en Argentina bajo este régimen totalitario que encabeza la banda Kirchner… Nada más ganar las elecciones en 1933, el ‘insigne’ Adolf Hitler vació el aparato judicial no afín al régimen y deconstruyó todo el estado de derecho cargándose la federación judicial; rellenando los huecos con grandes dosis de ‘vitamina aria’. Lo más curioso de la meteórica carrera del abogado Roland Freisler, es que no contaba con las simpatías del Führer por su pasado bolchevique.
El señor Freisler había abrazado el marxismo durante su cautiverio ruso en la primera guerra mundial. Le llamaban ‘El Comunista’. Es quizás esta muesca de su pasado ideológico la que construyó su agrio temperamento a la cabeza de la justicia nazi.
Como queriendo dar prueba constante de su adhesión pública al régimen más extremista.
Presidente del Tribunal Popular del Pueblo (“Volksgerichtshof” en alemán), fue a la postre uno de los más siniestros, temidos e implacables jueces del nazismo, escenificando farsas judiciales con su manera grosera y humillante de dirigirse a los encausados. Hasta los mismos nazis próximos a Hitler le tenían aversión.
Freisler había prestado servicios durante la Primera Guerra Mundial y tras haberse rendido a los rusos aprendió su idioma y se interesó por el marxismo. Al regresar a Alemania era un ferviente comunista, sin embargo en 1925 estaba afiliado al Partido Nazi.
Apadrinado por Goebbels (su pasado bolchevique lo hacía altamente sospechoso a los ojos de Hitler, quien nunca lo tragó), en 1933 fue designado Secretario de Estado de Justicia del III Reich.
La campaña de propaganda tenía ahora su mejor estilete.
El gobierno estaba quitándose de encima todo el aparato judicial no afin al régimen y construyéndose uno a medida, como desde el año 2003 sucede en Argentina.
En el año 1934 se había creado el temible Volksgerichtshof o Tribunal Popular, órgano judicial del partido nazi y su principal brazo ejecutor contra la disidencia. Contaba con más de 200 jueces inquisidores a su cargo. Desde 1942 lo presidía el honorable Freisler.
Roland y su mecanismo para crear jurisprudencia
Todos los juicios de Freisler eran una pantomima al servicio de la propaganda de la ‘Solución Final’, el exterminio de los judíos. Su única misión era embrutecer la aplicación de la doctrina nazi contra los traidores al estado Nacional-Socialista para prevenir a futuros infractores, hasta tal punto que el sector más moderado del partido criticó una y otra vez sus métodos. Para ello creó en 1934 el temido tribunal popular Volksgerichtshof, órgano judicial del partido con más de 200 jueces inquisidores a su servicio y con más de 5000 ejecuciones sumarias a sus espaldas.
El tribunal repartía condenas de muerte por delitos de ofensa al régimen, como escuchar radios extranjeras o criticar al Führer incluso en círculos privados; basándose siempre en el “Decreto contra los parásitos nacionales” documento redactado por el mismo Freisler e incluyendo en él los atenuantes raciales y biológicos. El 90% de sus sentencias eran a muerte.
Uno de sus nuevos instrumentos jurídicos ‘inventados’ por Freiser fue el ‘decreto contra criminales juveniles precoces’ que incluían la pena de muerte a menores de edad que repartían, como Boy Scouts, panfletos antibélicos por la capital. Así fueron sentenciados Helmuth Hübener y 71 niños más.
Durante el juicio al Mariscal de Campo , uno de los responsables del atentado fallido a Hitler, buscó la humillación constante impidiendo al acusado declarar con su dentadura postiza, amén de sin el consabido cinturón (ver vídeo). Fue condenado ese mismo día y ahorcado desnudo con una cuerda de piano en en la prisión de Plötzensee. Más tarde y por orden expresa de Freisler se recuperarían viejos modelo de ajusticiamiento; como la guillotina utilizada para la ejecución de los jóvenes de la organización disidente “Rosa Blanca”.
Otro de los documentos que quedan para la historia del ‘método Freisler’
es el vídeo del juicio al Ulrich Wilhelm Graf Schwerin von
Schwanenfeld, perteneciente a la resistencia alemana y responsable
también del complot para matar a Hitler.
Basta ver el documento y leer
la transcripción para entender el grado de humillación y sometimiento
que exigía para con el sistema. Hasta los ingenieros de sonido tenían
problemas con el micrófono debido a la vehemencia vocal del juez. Vean
el vídeo:
Schwerin: “yo habría guardado silencio a pesar de los numerosos
asesinatos…” Freisler: (gritando) “¿asesinatos?”Schwerin: “…tanto dentro
como fuera de Alemania”Freisler: “¡es usted un canalla miserable! ¿Se
arruga usted ante la chusma? ¡Sí o no!, ¿se arruga usted ante
ella?”Schwerin: “Señor Presidente…” Freisler: “¿Sí o no?; ¡quiero una
respuesta clara!”Schwerin: “No”Freisler: “¡No; efectivamente, usted ya
no puede arrugarse más porque usted no representa más que un montón de
miseria que no tiene la más mínima dignidad!”
Durante una vista oral en Berlín, el 3 de febrero de 1945, el juez Freisler recibió una intimidación por parte del procesado, el teniente Fabian von Schlabrendorff. El juez acusó al teniente de “perpretador” y que si de él dependiera… “lo fusilaría y lo mandaría directo al infierno”, a lo que el teniente le replicó que “con sumo gusto le cedía el paso”. Minutos después una bomba destruía la audiencia.
Tras el polvo, confusión y desalojo se encontró al juez, fiscal y benefactor de la ‘ecuanimidad’ nazi, muerto bajo una columna dórica y con el expediente Schlabrendorff aún en la mano. Hitler ordenó que no se rindieran funerales de estado. Para él siempre sería “El comunista”.
Ahora, entre nosotros, la historia se repite en el más funesto régimen en el que descendió el modelo populista de Argentina.
Este último video no es historia antigua. Ocurre hoy en un país otrora civilizado. Debería difundirse dando la vuelta por el mundo lo que los medios públicos omiten desvergonzadamente. Y la gente ni se entera (y tampoco le preocuparía demasiado el destino cruel a que están sometidos estos Soldados que defendieron a la Patria del terrorismo, hoy ancianos, mayormente enfermos).
Durante una vista oral en Berlín, el 3 de febrero de 1945, el juez Freisler recibió una intimidación por parte del procesado, el teniente Fabian von Schlabrendorff. El juez acusó al teniente de “perpretador” y que si de él dependiera… “lo fusilaría y lo mandaría directo al infierno”, a lo que el teniente le replicó que “con sumo gusto le cedía el paso”. Minutos después una bomba destruía la audiencia.
Tras el polvo, confusión y desalojo se encontró al juez, fiscal y benefactor de la ‘ecuanimidad’ nazi, muerto bajo una columna dórica y con el expediente Schlabrendorff aún en la mano. Hitler ordenó que no se rindieran funerales de estado. Para él siempre sería “El comunista”.
Ahora, entre nosotros, la historia se repite en el más funesto régimen en el que descendió el modelo populista de Argentina.
Este último video no es historia antigua. Ocurre hoy en un país otrora civilizado. Debería difundirse dando la vuelta por el mundo lo que los medios públicos omiten desvergonzadamente. Y la gente ni se entera (y tampoco le preocuparía demasiado el destino cruel a que están sometidos estos Soldados que defendieron a la Patria del terrorismo, hoy ancianos, mayormente enfermos).
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