miércoles, 22 de enero de 2014

EL SECRETO DE ZAFFARONI

CARTAS  DE  NUESTROS  AMIGOS  LECTORES

LO PARIÓ LA TRIPE A
 
Por  supuesto que el caso Zaffaroni, en un país  serio, estaría canalizado por las vías  institucionales correspondientes y sin las  faramallas mediáticas que todo lo  enturbian.

Pero  por esos medios la gente puede más o menos  barruntar que no es una “pavadita” que un juez  de la Corte  Suprema sea propietario de 20  departamentos, algunos de los cuales se utilizan  para el comercio prostibulario cuyo canon  mensualmente cobra la actual pareja conviviente  homosexual del Juez.

Hay  muchas otras menudencias que la prensa sepultó y  otras de las que no pudo evitar difundir.

Como  su ingreso de la justicia de la mano de  la Triple  A, sus bienes no declarados en  el exterior, su presentación en el Senado para  el pliego de Ministro en compañía de su entonces  pareja homosexual un homicida ex convicto, o su  famoso fallo sobre la felatio a una criatura,  absuelto su autor por encontrarse la luz del  cuarto apagada…etc.

Pero  nada de esto es lo principal, aunque da para que  nunca una persona así pudiera ser juez y menos  de una Corte Suprema. Corte por lo demás con  otros ejemplares de carpetas  guardadas.

Ahora  bien, ¿dónde está el secreto de Zaffaroni para  que, con todo, ciertas personas (aparentemente  serias) reconozcan su nivel académico e  intelectual?

En  su trayectoria como tal.

“Un  gran intelectual” se dice de él, como centro del  derecho penal no solo de Argentina sino de  América Latina. Y es ciertamente así.

Pero  es preciso ver aún un poco más allá.

¿Que  consistencia tiene ese  pergamino?

Zaffaroni  es la cabeza visible de un movimiento que viene  desde los años 60, 70 en el neo marxismo europeo  triunfante… que a nivel sociológico impuso una  nueva antropología seudo científica,  completamente falsa, cuyo eje es Gramsci. 

Consiste  en sostener que el ser humano es un ser social  que construye la realidad a partir de la lógica  del amo versus esclavo, una lógica del dominio y  una dialéctica de lucha interminable de  rebelión.

De  esa filosofía se inundó el ambiente académico  europeo que, dado que no come vidrio, lo exporta  a los giles de los países emergentes como alguna  vez fue el liberalismo y otras el  marxismo.

Esa  base falsa y perversa se infiltró en todos los  ambientes universitarios argentinos y la  enseñanza terciaria se convirtió en una enorme  escuela de vaciamiento de todo sentido común y  la “creación” (léase manipulación) de la  realidad a partir de ese presupuesto. Todo fue y  es “ideologización”, propaganda, penetración  ideológica a todos los niveles.

En  este esquema todo pasa por el rasero de la lucha  contra el poder sin advertir que en su base está  la anarquía, la eliminación de toda jerarquía,  salvo la de ellos y la imposición de una espiral  de violencia inacabable.

Así  comenzó todo por ejemplo con el famoso Mayo francés del 68 que entre nosotros se transformó  en la desjerarquización de todo docente  universitario que no pensara como ellos.

El  alumno controla al docente, las aulas son  centros de difusión ideológica y en esos seudo  “valores” comienza a cimentarse la nueva  oligarquía del intelecto cuya base es la nada,  la reivindicación, el odio, el resentimiento, la lucha de todos contra todos, la confusión, el  desorden, lo que Ortega definió como “rebelión  de las masas” pero a nivel universitario =  perversión.

En  esa inmensa corriente de mentira, Zaffaroni -con  inteligencia indudable y tenacidad de escritura,  conferencias, difusión con su supuesta y  descontada jerarquía de arlequín en hilos  tenebrosos- impuso su nombre, ingresó al  procerato “progre”.

Por  sus frutos los conocerán: ¿cual fue su  fruto?

La  destrucción del derecho penal a manos de la idea  de que el delincuente es un producto social. La  persona no existe, lo hace malo la  sociedad. No hay ilegitimidad,  no hay delito, luego no hay pena, no hay  derecho.

La  destrucción del derecho viene por la  claudicación del imperio del Estado y al  desaparecer el Estado todo “se igual” (Minguito  Tinguitela), hasta llegar a la realidad que hoy  palpamos y más tarde sufriremos de  verdad.

El  mal llamado “garantismo” fue el segundo paso, el  juicio oral una imbecilidad, y todo gracias a  estos grandes pensadores de la mentira cuya  cabeza visible es Zaffaroni y sus inmensas  mesnadas de pan llevar.

Que  un juez diga que no le importa el qué dirán  sobre su honestidad es la demostración más  nítida de la amoralidad de quien de todos modos  no puede zafar de su propia moral que en el  fondo consiste en que todo “se igual” (Minguito  Tinguitela el gran maestro de esta patria  descuartizada por sofistas desesperados de poder  como este).

Este  es el dominio que los medios propiciaron con su  “creación” de la realidad cotidiana sin advertir  el poder ideológico demoledor de la sociedad y  en ella de la persona, yo, tu él nosotros.

Por  ahí andamos.

Dr.  Humberto Schinder
Laprida  1124 10  A
Rosario.  Santa Fe 2000
Argentina
Celular     54 0341 155696482

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