sábado, 6 de febrero de 2016

Novedades (alarmantes) desde el frente venezolano





06/02/16

PANORAMA INTERNACIONAL

Con un record histórico de pobreza, el pueblo venezolano padece una vida cotidiana atroz, tal como lo muestran distintos testimonios que logran atravesar la censura oficial.
Colas de gente en un supermercado de Caracas. Reuters
El texto del mensaje por Internet del colega desde Caracas suena urgente y ansioso pero cargado de una asfixiante resignación. “Hola Tata: cualquier cosa que te haya llegado, te lo juro, es minúscula frente a la gravedad de lo que sufre la gente común y corriente. Las colas se hacen cada día más largas, con menos productos y en menor variedad. Y mucha gente se va con las manos vacías. Ojo: esto que te describo es en Caracas. En el interior, ya son frecuentes los actos de piratería y saqueo de los camiones, sin siquiera descargar”. El ejemplo que el periodista Fernando Peñalver agrega para exhibir la profundidad del desastre es conmovedor. “Mi esposa tiene Zika y recorrí media Caracas en la búsqueda de los medicamentos para esa enfermedad. En todas las farmacias recibí la misma respuesta: No hay”.
Los informes que llegan desde Venezuela, en estos meses que parecen definitorios, cada vez más tienen este registro como si se tratara de partes de guerra desde un frente a punto de ser vencido. El país se esta disolviendo por una extraordinaria combinación de incompetencias del régimen bolivariano, de la corrupción y de la bancarrota añadida a todo ese engendro debido al derrumbe del precio del petróleo, el único bien que genera divisas a Venezuela.


En los últimos 17 años del experimento político instaurado por el fallecido Hugo Chávez, el país caribeño sufrió trastornos, pero este capítulo es ya el más grave debido a que por primera vez Venezuela enfrenta peligro alimentario. La profundidad de la crisis alcanza para explicar el derrumbe electoral del chavismo en las pasadas legislativas del 6 de diciembre en las que perdió el control del Parlamento. Hay algo más que el dato estadístico en ese resultado. El voto que le faltó al chavismo, más de dos millones de personas, corresponde a una masa poblacional mayoritariamente pobre que no cuenta con asistencia del Estado carente de fondos y estructura para esta emergencia.
Un estudio socioeconómico realizado a fines del año pasado por tres universidades determinó que la pobreza por ingreso en Venezuela durante 2015 involucraba ya a 73% de los hogares, un récord histórico. Ese indicador refiere a gente que no cuenta con ingresos para satisfacer necesidades de salud, educación alimentación, vivienda o vestimenta. El sociólogo Luis Pedro España, de la Universidad Católica Andrés Bello, comparó esos registros con 2014 para constatar el tamaño del abismo: entonces el indicador era de 48,4%.


“La rueda rueda hasta febrero”, advierte en una columna que se viraliza por las redes otra periodista venezolana, Yrmana Almarza, fina observadora del cataclismo que experimenta su país. “Según todas las informaciones que manejo, las reservas de alimentos están en el suelo y los inventarios a punto del vacío. Me dicen que lo que hay en la calles es lo que hay y que eso alcanzará hasta mitad de febrero”, escribe impotente. Con el tono de un aviso casi de auxilio, añade,: “en el ambiente hay una sensación de pre anarquía. En Caracas el desabastecimiento está alto ... Si lo que hay llega a mitad de febrero, tal vez finales de febrero, ¿qué hacemos en marzo?” Esta periodista cita a otro colega muy informado, Darwin Chávez, sobre el alcance de estas penurias. El reporte refuerza la oscuridad: “no hay comida y no habrá porque nadie nos quiere vender porque no pagamos y no hay dinero. Tampoco hay medicamentos. En los hospitales está muriendo la gente contagiada de Zica que se complica con Guillain Barré. ¿Crisis humanitaria?” “El puerto de La Guaira está vacío -añade Yrmana-, ningún barco viene hacia Venezuela, es decir no viene nada, nada, ni cosas inservibles. ¿Cuántos saldrán como ratas por los aeropuertos a pasar el mal rato fuera del país con todo lo que se han robado a través de las miles de empresas de maletín (ficticias) que no han justificado ni un dólar?” El párrafo describe pero también marca el rencor y otra vez la impotencia. “Luego regresarán con su política asquerosa a seguir culpando a la Guerra Económica, al empresariado salvaje, al imperio y a la iguana”, remata desarmando la narrativa del régimen para exculparse de la crisis.
Algunos de estos periodistas obligados por la censura a caminar solo los senderos de Internet e incluso con dificultades, describen a su país en esta crisis a despecho de que por su petróleo debería ser la nación más rica de la región. Lo era. Durante la década larga de gobierno de Chávez ingresó casi un billón de dólares, un uno con doce ceros. El país creció pero no se desarrolló. Aún peor, se aferró al milagro petrolero en el molde de lo sucedido en las décadas pasadas con todos los gobiernos de todas las ideologías desde el acuerdo de Punto Fijo en el ‘58. Al igual que ellos, sin prever que los ciclos del crudo incluyen enormes subas pero también abruptas bajas. No hay unas sin las otras. Pero el imaginativo relato chavista incluyó solo alzas persistentes y extraordinarias hasta los 250 dólares el barril y más. El futuro estaba comprado y el auge sería eterno. Hoy cuesta 25 dólares.
Ese erróneo pronóstico y el despilfarro se asociaron a otro elemento tóxico. Dos ex altos funcionarios de Chávez, ahora en el llano, Héctor Navarro, que ocupó cinco ministerios, y Jorge Giordani, ex jefe de la cartera de finanzas y asesor central del fallecido líder bolivariano, rastrean hoy sin suerte el destino de un tercio de esa colosal montaña de dinero, US$300 mil millones (!) que no aparecen en cuentas y balances. “Los ladrones carecen de ideología”, sintetiza Navarro a la agencia Reuters atrapado en su propia impotencia.


Aquellos periodistas atrincherados en las web han impedido que se disipe una entrevista en Globovisión en la que el gobernador de Lara, Henri Falcon, un disidente del chavismo, describe el tamaño del abismo ya inocultable. Comentó que era imposible no sentir dolor al ver una embarazada haciendo cola frente a un mercado con 8 meses de gestación. “Esa mujer llega a las tres de la madrugada, sale de su casa a las 2 y pasa más de siete horas en la cola para sacar dos paquetes de pañales”. Pero lo más fuerte fue cuando advirtió que la situación de Venezuela es de tal peligro que cuando la gente salga con hambre a buscar comida y no consiga va a terminar la búsqueda “en la sala de tu casa”, y señaló al abrumado conductor del canal paraestatal. El gobierno está paralizado y escondido en su relato, esperando con otra clase de impotencia el choque de trenes. Pero testimonios como estos deberían impulsar algún acuerdo, porque como dicen estos reportes desde el frente, cuando “la gente salga a bajar vidrieras no importará si soy gobierno o soy oposición, le van a dar a quien se les atraviese”. w Copyright Clarín, 2

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