miércoles, 3 de febrero de 2016

El peronismo se despereza





03/02/16


Del editor al lector




Después de cada derrota electoral, el peronismo se lamió las heridas y planificó el retorno al poder apoyándose en tres patas: el sindicalismo, el bloque de senadores y los gobernadores.
Una condición previa: la conducción derrotada, por las buenas o por las malas, debió apartarse, asumiendo el costo de haber perdido.
Después de que Alfonsín le asestara al peronismo el primer golpe electoral en 1983, surgió la renovación peronista -Menem, Grosso, Manzano, Cafiero, De la Sota- que desplazaron a la cúpula sindical y política perdidosa.
En el comienzo de este siglo, luego de que Duhalde fuera batido por De la Rúa- Chacho Alvarez, Menem intentó resistir al frente del PJ y volver en 2003 a la Presidencia. Duhalde, que ya estaba en la Casa Rosada, terminó eligiendo a Néstor Kirchner que se quedó con todo. El resto es historia conocida. Salvo que en 2009, tras el triunfo de De Narváez sobre Kirchner y Scioli, el entonces Presidente renunció en Olivos en un gesto teatral pero que reconocía en la formalidad que el que pierde se tiene que apartar.
Ahora, con Macri vencedor de las elecciones, el peronismo se propone hoy definir una nueva conducción, es decir, un elenco que reemplace a Cristina Kirchner como jefa del PJ. Encabezada por el ex gobernador Gioja, ese nuevo “entente” buscaría ser una síntesis de las distintas líneas del peronismo, incluida la franja que sostiene a la ex presidenta a ultranza.
Los gobernadores y la mayoría del bloque de senadores peronistas, así como una fracción de los diputados de ese partido, están saliendo de la hibernación impuesta, sin resistencia, por el kirchnerismo.
El ex candidato presidencial Daniel Scioli está buscando una referencia: no es ni gobernador ni legislador. Además, perdió con Macri y ese shock fue devastador para su ánimo. Para recuperarse, intenta aparecer como la síntesis de las distintas líneas en el PJ bonaerense, apostando a buscar un escaño (senador o diputado) en 2017. Ya le marcaron que, sin sumarse a las críticas a la ex presidenta, debía dejar de aparecer como un defensor de Cristina.
El kirchnerismo no peronista mira estos movimientos con desconfianza. Reclama que el Frente para la Victoria se encolumne detrás de Cristina. Los sectores peronistas kirchneristas -encabezados por Moreno y Capitanich- piden elecciones internas.
Veteranos de esos combates opinan que elegir una nueva conducción ahora es, por lo menos, prematuro porque todavía no ha sido procesada la derrota electoral. Y se inclinan por la intervención del partido. 
Para ellos, es un error victimizar a Cristina. Lo adecuado es ignorarla, dicen.

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