22 de noviembre de 2019 • 20:08
¿Qué tiene Alberto Fernández en la cabeza?
Laura Di Marco
PARA LA NACION
Editorial de Laura Di Marco en LN+
A continuación, sus principales conceptos:
Nos vamos a meter de lleno en la cabeza de Alberto Fernández. Varias cosas se dejaron ver esta semana. La primera es el pacto entre Alberto y Cristina: las concesiones que, fruto de la alianza con la expresidenta, Alberto tiene que hacer hacia adentro de su propia coalición.
Por estos días trascendió que el futuro presidente podría descongelar las relaciones con Maduro, reconocerlo como presidente y desconocer a Juan Guaidó como Jefe de Estado. Incluso podría invitar a un delegado del dictador venezolano a su asunción. Recordemos: el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, presidido por Michelle Bachelet, presentó dos durísimos informes sobre la situación en Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro.
En esos informes la ONU denunció ejecuciones extrajudiciales y torturas a opositores. Más aún, Maduro ganó las elecciones con los opositores encarcelados.
Hay más síntomas que revelan las "ofrendas" de Alberto para contentar a Cristina. Una particularmente inquietante: Fernández le comunicó a la embajadora de Israel Galit Ronen que está analizando derogar el decreto que declara a Hezbollah como agrupación terrorista. La agrupación, según una causa judicial en la Argentina, está acusada de ser responsable de los atentados terroristas contra Amia y la Embajada de Israel. Esa potencial medida, sumada a la legitimación del poder de Maduro en Venezuela, podría resentir la relación con Donald Trump en tanto mediador en la reprogramación de la deuda con el Fondo.
Hay más síntomas que revelan las "ofrendas" de Alberto para contentar a Cristina. Una particularmente inquietante: Fernández le comunicó a la embajadora de Israel Galit Ronen que está analizando derogar el decreto que declara a Hezbollah como agrupación terrorista. La agrupación, según una causa judicial en la Argentina, está acusada de ser responsable de los atentados terroristas contra Amia y la Embajada de Israel. Esa potencial medida, sumada a la legitimación del poder de Maduro en Venezuela, podría resentir la relación con Donald Trump en tanto mediador en la reprogramación de la deuda con el Fondo.
El pacto entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner empezó a verse con más claridad cuando Fernández fue al departamento de Cristina a formalizar la alianza que encarnan. Fruto de ese pacto y dicho grosso modo Cristina controlará el Congreso y Fernández el Ejecutivo. Decimos trazo grueso porque hay hombres de la expresidenta en el Ejecutivo. Cristina definió que la presidencia del bloque del Frente de Todos recaiga en su hijo Máximo, que es resistido por un sector de los diputados peronistas. La misma situación se replica en el Senado, donde el bloque justicialista está separado del kirchnerista.
Cristina busca imponer a Anabel Fernández Sagasti como jefa del interbloque del Frente de Todos. Los senadores peronistas se niegan: quieren un bloque referenciado en Alberto Fernández y los gobernadores. En la reunión que tuvieron en el departamento de Recoleta, Cristina Kirchner y su hijo Máximo presionaron al presidente electo para que pusiera en caja a los legisladores que se resisten a ser conducidos por el kirchnerismo. En el Ejecutivo Cristina coló a Wado de Pedro como ministro del Interior y al probable futuro ministro de Ciencia y Tecnología Roberto Salvarezza, presidente del Conicet entre 2012 y 2015.
La verdad se esconde en los detalles. Esta semana Alberto Fernández retuiteó un tuit de un periodista kirchnerista: "Espero que AF no se obsesione con las tapas de Clarín o La Nación como CFK. Si logra terminar con el hambre, ellos criticarán que el sushi no integra la canasta básica. Siempre intentarán desestabilizar, a menos que un Presidente les delegue el poder real. Ya empezaron". Fernández retuiteó y respondió: "Es cierto, ni en las tapas de Clarín ni en las de La Nación está la verdad. Allí solo hay obsesiones e intereses". No siempre Fernández pensó así. A lo largo de dos décadas habló con nosotros, periodistas especializados en política, y nunca reprodujo esa idea tan cristinista sobre los medios. ¿Será este tipo de gestos los que le pide Cristina?.
El kirchnerismo está intentando "limar" a Guillermo Nielsen como ministro de Economía por su perfil ideológico e impulsar a Matías Kulfas. El resultado de esa pulseada también va a revelar el grado de influencia real del kirchnerismo sobre el futuro presidente.
Si hay un consenso entre los economistas es el siguiente: el ajuste ya lo hizo Macri -siempre lo hacen los gobiernos no peronistas- y ahora de la renegociación de los plazos de pago de la deuda depende nuestro futuro político y probablemente el de Alberto Fernández. Parece muy costoso que Fernández ponga en riesgo esa posibilidad por congraciarse con Cristina y actuar para ella. Para compensar esta semana se produjo el primer acercamiento entre Fernández y la nueva directora del Fondo Monetario, Kristalina Georgieva, que le pide al nuevo presidente consistencia fiscal. Es decir, básicamente, que lo que gastamos no sea más de lo que producimos. Fernández le respondió que la Argentina no puede hacer más ajuste del que ya hizo Macri.
¿Qué tiene Alberto Fernández en la cabeza? ¿Qué tiene en la cabeza un hombre que, durante los últimos 30 años, se dedicó a construir poder para otros? Los psicoanalistas que atienden políticos dicen que hay perfiles para estar en primera línea -los que se bancan bien las críticas que implica el protagonismo- y políticos que prefieren las segundas líneas, como lo venía haciendo Alberto Fernández. ¿Está preparado para pasar de un rol a otro?.
Por: Laura Di Marco
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