27/11/2019
Navidad K sin “presos políticos”
¿O no será más bien “políticos presos”?
Durante todas las últimas dictaduras que sufrimos los argentinos, cuando se acercaba esta fecha, los aerosoles clandestinos y valientes dibujaban en las paredes: “Por una Navidad sin presos políticos”. Era una exigencia, un clamor popular y una expresión de deseo de que se produjera alguna amnistía generalizada.
En algunos pocos casos, eso se producía. Ya le comenté hace un tiempo que otra de las consignas era: “Libertad/Libertad/ a los presos por luchar”. El cambalache ideológico del ladri progresismo autoritario, alteró todos los conceptos. Hoy la presión del chavismo K es para que haya una “Navidad sin políticos presos” y podrían cantar aunque les daría vergüenza: “Libertad/ Libertad a los presos/ por robar”.
Hay una conversación telefónica legal en donde Agustín Rossi habla con Amado Boudou y lo llena de elogios y esperanzas emancipadoras. Delfina, la hija de Rossi le pido que le pase el teléfono y le dice a Amado Boudou, textualmente aquella consigna de los 70: “Amado, vamos a militar para tener una Navidad sin presos políticos”.
Y en otra charla con el operador de inteligencia Horacio Verbitsky, el ex vicepresidente plantea que le gustaría que volviera la doctrina Irurzun de las prisiones preventivas para que los macristas fueran a la cárcel y sufrieran lo que el está sufriendo.
Le recuerdo que Boudou no está preso por una versión ni por un capricho. Fue condenado por la justicia a más de 5 años de prisión por la maniobra que hizo para apoderarse de la empresa Ciccone, la fábrica de billetes.
Y le recuerdo que el amante de la Mancha de Rolando tiene además otras causas muy graves como la de enriquecimiento ilícito (iniciada por el director de Tribuna de Periodistas) y la coima feroz que le cobró al pueblo pobre de Formosa por refinanciar la deuda provincial mientras fue ministro de economía.
Boudou está preso por ladrón, no por sus ideas. Sin embargo tres cristinistas de la primera hora, Los Rossi, padre e hija y Verbitsky tratan a Boudou como si fuera Agustín Tosco.
Todas estas tristes realidades abren más la grieta de confianza que existe entre los ciudadanos y la justicia. Pero esa es la triste realidad, que es la única verdad. Lamentablemente, hasta el Papa Francisco se convirtió en el principal vocero global de este delirio.
El Sumo Pontífice argentino y peronista, recitó el padre nuestro de la Lawfare y denunció que “ las imputaciones falsas contra dirigentes políticos promovidas concertadamente por medios de comunicación, adversarios y órganos judiciales colonizados, (…) retacean los derechos sociales y promueven un sentimiento anti política del que solo se benefician quienes aspiran a ejercer liderazgos autoritarios”.
¿Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma de los ladrones de estado más grandes que tuvo esta tierra como fue la familia Kirchner o de la narco dictadura chavista de Nicolás Maduro?
Lo pregunto porque estuvo presente en el seminario el doctor Roberto Carlés quien fue impulsado para integrar la Corte Suprema de Justicia por Cristina en el 2015. Y en el anterior encuentro, quien le entregó una carpeta con sus ideas fue Eugenio Zaffaroni, el ex miembro de la Corte y hoy principal asesor de Cristina.
No se le cae a Zaffaroni la cara de vergüenza cuando insiste que la causa de los cuadernos es un show de las fotocopias, aunque ahora, cinco de los cuadernos originales hayan renacido de las cenizas. La causa elevada a juicio oral que prueba con datos, testimonios y documentos el sistema de corrupción de la obra pública es para Zaffaroni “una persecución disparatada”.
Sin aportar una sola prueba denuncia que han forzado la declaración de los imputados para que se arrepientan. La verdad, que es la única realidad, dice que los aportes de los 31 arrepentidos fueron dados por válidos, legales y ciertos por la Cámara.
Como si esto fuera poco, Zaffaroni dice que todo esto se armó con jueces cómplices y propone poner en “comisión a todos los magistrados que participaron en golpes de estados gorilas”. Zaffaroni no ve la paja en su ojo. Se olvida que él ya tuvo relaciones carnales no con una dictadura, sino con dos de las más gorilas y sangrientas.
Sin embargo, jamás se le escuchó una sola crítica a su compañero de militancia cristinista, el general César Milani acusado por violaciones a los derechos humanos durante el terrorismo de estado y por enriquecimiento ilícito. Pero volvamos al corazón del “Operativo Impunidad para Cristina y libertad a los ladrones”.
Zaffaroni es el responsable de buscarle un disfraz más digerible o no tan grosero a semejante afrenta. Dijo que el indulto no le gusta, porque no anula el delito. Que la amnistía tampoco, porque debe ser general y estos son casos particulares.
Aquí tiene razón: es una ley a medida de los autores del robo del siglo, de la asociación ilícita liderada por Cristina que se dedicó a saquear al estado como nunca antes había ocurrido en democracia.
Por eso Zaffaroni, en su incontinencia oral, propone una ley de revisión extraordinaria que sea aprobada por el Congreso y luego ratificada por una Corte Suprema con sus miembros ampliados con militantes, tal como propuso en su momento el intendente de San Antonio de Areco, Francisco “Paco” Durañona, la propia Cristina y el escriba Mempo Giardinelli.
Su objetivo es salvar a “todos los presos políticos”, como el los llamó. Pero Zaffaroni insiste en sembrar ideas nefastas y reaccionarias disfrazadas de inteligentes y progresistas. Está funcionando a toda máquina el operativo “Impunidad para Cristina y libertad a los ladrones”.
Trabajan a paso redoblado por un 10 de diciembre con multitudes en las calles celebrando el triunfo del pueblo, reclamando venganza y cárcel para los magistrados, los políticos y los periodistas traidores.
Con un sincericidio, Zaffaroni, confesó ante una radio K, que impulsará “una ley de revisión extraordinaria para liberar a los presos políticos”. De tan claro fue provocador.
Llamar presos políticos a los delincuentes comunes, cómplices y testaferros del kirchnerismo es, entre otras cosas, profanar la memoria de los verdaderos presos políticos que fueron encarcelados por las dictaduras por defender la ley y la libertad. Pero lo más grave es que el presidente proclamado, Alberto Fernández, será el ejecutor, el autor material de este verdadero crimen de lesa indignidad a la justicia.
Ya lo había dicho con toda claridad: “Cristina y yo somos lo mismo”. Muchos empresarios obsecuentes y genuflexos le hacían propaganda diciendo que Alberto venía a poner racionalidad democrática al autoritarismo feroz de Cristina y respeto a la división de poderes republicana. Era toda una ficción. Muchos compraron el discurso del Alberto bueno que viene a limitar a la Cristina mala.
Pero lo más repudiable es que Alberto dijo que Cristina es una perseguida política y que no pudo ser condenada porque no hay pruebas. En ese momento se le cayó la careta. Es una mentira grande como la Patagonia.
Cristina fue la jefa de una asociación ilícita dedicada a saquear al estado. Lo dice la justicia que la tiene procesada por 10 causas y con 5 pedidos de prisión preventiva, uno de ellos confirmado por Corte Suprema de Justicia que tiene mayoría peronista, no mayoría gorila.
Hay pilas de pruebas. Cruces telefónicos, papeles y evidencias contundentes. Hay 31 testigos arrepentidos de haber participado del festival de la coima y la corrupción. Víctor Manzanares, el propio contador de los Kirchner, confesó todo y aportó libros contables que certifican el robo del siglo y el monumental enriquecimiento ilícito de la familia Kichner y su cártel de los Pinguinos.
Alberto dijo que no hay pruebas. Es la confirmación de que el cemento que la unió nuevamente con Cristina es la impunidad para todos y todas. No hay otra explicación.
No quiero exagerar mi pesimismo ni ser agorero. Pero temo que si Alberto dijo que Cristina es víctima de un sistema judicial que persigue a los líderes populares con el apoyo del periodismo, pronto van a estar todos libres. Ya todos están repitiendo el mismo discurso. Lázaro Báez, Cristóbal, De Vido, Boudou.
Todos son angelitos perseguidos por sus ideas revolucionarias y jamás se quedaron con un vuelto. Todos dicen que los que se arrepintieron fueron extorsionados por el gobierno de Macri que logró quebrarlos. No solamente van a salir en libertad todos los ladrones de estado.
También van a perseguir a los funcionarios políticos, jueces, fiscales y periodistas que hicieron su trabajo de denuncia e investigación y no se arrodillaron ante el altar de Cristina.
La sociedad republicana debería estar alerta. Todavía no asumieron y ya atropellan a la justicia y agreden e insultan. Pero es inaceptable que nos mientan en la cara. No podemos quedarnos callado cuando Alberto Fernández dice que todas las causas contra Cristina son un invento y que no hay pruebas. A Alberto se le cayó la careta. Pero no se le cayó la cara de vergüenza.
Por algo Julio de Vido, el gerente general de las coimas y el lavado, inventó la verdad número 21: “En un gobierno peronista no puede haber presos peronistas”. A don Julio no le importa si son asesinos seriales, violadores, estafadores o ladrones de guante blanco. Si son peronistas, tienen que estar en libertad.
En este proyecto nefasto y autoritario todos los delincuentes son inocentes. Desde Lula hasta José López y Amado Boudou o el Pata Medina, pasando por Correa. Todos angelitos revolucionarios víctimas de la oligarquía y de los poderosos.
Solo tiene el apoyo del kirchnerismo más extremo y del (FIP) Frente para la Impunidad de los Pinguinos .Todos trabajan para tener una Navidad sin políticos presos, un regalo del arbolito para los malandras de estado. No creo que mucha gente brinde por eso.
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