martes, 9 de febrero de 2016

Isolux Corsán puso en riesgo de ser irradiada a Cristina Fernández, en su visita a la Termousina

opi SANTA CRUZ





09/02 – 14:00 


 La entonces presidenta de la nación, Cristina Fernández de Kirchner, visitó la Termousina de Río Turbio, exactamente ocho días después que se produjera el grave incidente con Iridio 129. OPI reconstruyó los movimientos de la mandataria en el predio del complejo. Aquel día, por acción u omisión, Isolux Corsán no reportó el incidente y CFK junto a una numerosa comitiva, estuvo a cinco metros del lugar donde, inicialmente, se estimó como probable, podría haber estado perdida la pastilla de Iridio 129, que durante varios días fue buscada con enorme preocupación por parte del personal de la planta, los pocos que sabían del incidente ocurrido el 27 de agosto de 2015.
(Segundo informe) – OPI Santa Cruz reconstruyó la jornada del 4 de septiembre de 2015, cuando la entonces presidenta Cristina Fernández hizo un acto político en la Termousina de Río Turbio a la que dijo “inaugurar”, simulando que la misma “entraba en servicio”, sin que la central estuviera en las mínimas condiciones de generar energía, tal como OPI lo remarcó una y otra vez y lo volivó a reafirmar, precisamente, en aquel momento, con los argumentos técnicos del caso.
Sin embargo, lo que podría ser una anécdota más del relato K, resultó ser una arriesgada jugada del kirchnerismo, exponiendo a la presidenta de ese entonces, a un enorme riesgo de irradiación con Iridio-129, por cuanto hacía escasos 7 días, se había producido allí, en el corazón del módulo 1 que CFK inauguró con un acto multitudinario y un discurso sobreactuado, un incidente muy grave de los operarios del equipo de gammagrafía Industrial señores Navarro y Gómez, quienes por razones que hasta el momento se desconocen oficialmente (Isolux jamás lo informó), se expusieron a radiación de Iridio-129, con las consecuencias apuntadas por nosotros en los dos informes anteriores, sobre este tema y que serán ampliados en próximas notas.
La ignorancia, puede matar
El 27 de agosto de 2015, se produjo el accidente de Navarro y Gómez y el día 4 de septiembre, Cristina llegó a la Termousina y tal como se puede apreciar en la planimetría del complejo, donde OPI reconstruyó el trayecto que hizo la presidenta (color amarillo), la misma ingresó al área del “Módulo 1”, es decir el sector donde está la primera turbina; allí se detuvo, a escasos cinco metros (marcado con un punto rojo) de donde, algunos días después (cuando se conoció internamente el accidente), se buscó afanosamente la pastilla de Iridio-129, que se presumía perdida en algún lugar de ese sector de la obra.
De allí, la entonces presidenta y su comitiva, se dirigieron al “Galpón de cenizas” en el cual se hizo el acto central de “inauguración” y desde donde se comunicó por teleconferencia con Catamarca y Victoria (San Fernando). Entre los presentes estaban Carlos Zanini, Julio de Vido, Alicia Kirchner, Daniel Peralta, intendentes, concejales y diputados K de la provincia y las autoridades de YCRT, UTN e Isolux Corsán, encabezadas por Juan Carlos De Goycochea.
Si nos remitimos a los tiempos en que se fueron dando los hechos, está claro que ese día 4 de septiembre nadie sabía en la Termousina, que en aquel lugar podría estar perdida, en algún lado del sector del Módulo 1, una pastilla de Iridio-129. Es decir, Isolux, la principal responsable de la seguridad del área, desconocía un hecho tan grave, pero tampoco habían actuado las medidas preventivas de seguridad, debido a que se encontraba muy relajado el principio de seguridad básico, que fija el protocolo para el caso de que algún civil, ajeno a la empresa, transite por lugares donde se trabaja con material de alta radiación y menos aún, cuando al lugar se lleva nada menos que a un presidente.
Irresponsables totales
La novedad que desató el infierno dentro de la Termousina, comenzó entre el día 7 y 9 de septiembre,cuando Isolux se entera de lo ocurrido. La empresa española, en su descargo de la semana pasada, dice que ignoraba lo sucedido porque los operarios Navarro y Gómez no habían reportado el incidente. Si aceptamos este argumento, como ya lo explicamos en la nota anterior, no podemos aceptar que desde el 9 de septiembre en adelante, Isolux no haya sabido del incidente; y de hecho así fue.











De acuerdo a los acontecimientos que se generaron a partir de ese momento y en base a las declaraciones que le hizo a OPI un hombre encargado de la seguridad en Isolux, desde ese mismo momento (días 7 o 9) se comenzó a buscar la pastilla de Iridio-129, dado que nadie podía determinar si había quedado en alguna parte del equipo o si se había caído, por cuanto los trabajadores estaban irradiando los caños en altura (Nivel 3, unos 30 metros de altura) cuando se produjo el accidente y había probabilidades de que el diminuto dispositivo de alta peligrosidad, se hubiera precipitado y caído en algún lugar del Módulo 1, estimativamente en proximidad del sector marcado con un punto rojo en el plano y que coincide con el lugar donde se había detenido la presidenta.













La búsqueda no cesó, pero el cerco de silencio que colocaron desde la gerencia de Isolux fue total. Cabía la posibilidad de que la pastilla de iridio pudiera estar “atascada” en el telecomando del equipo,que consta de un flexible en cuyo interior se desliza el elemento irradiante (la fotografía muestra la herramienta involucrada en este incidente), realiza la exposición y luego es retraído hacia el interior de la fuente. “Podría ser que al estrecharse por alguna razón (aplastamiento) el flexible, la pastilla quedara trabada y en ese caso, el problema era muy grave porque ese flexible no se almacena en los contenedores de seguridad (Bunker), sino que junto con el tubo guía (otra parte del equipo), se pone en lugares donde hay herramienta convencional y está al alcance de cualquiera”, dijo la fuente a cargo de la seguridad, quien agregó “por otra parte, no sabíamos el nivel de potencia que podría tener la pastilla, asique era más lo que no sabíamos que lo que teníamos certeza”, remarcó.












Las otras dos opciones, de acuerdo al relato, era que la pastilla estuviera en la fuente (herramienta color amarillo, que aparece en la fotografía) o que se hubiera perdido. Esto último le quitaba el sueño al pequeño grupo de técnicos, autoridades de la empresa, dueños de las contratistas y personal de seguridad, que se abocaban a encontrar el Iridio-129.
El 17 de septiembre de 2015, diez días después de que Navarro y Gómez informaran a las autoridades de la ARN y ART el incidente, llegó a la Termousina un equipo de inspectores de la Autoridad de Regulación Nuclear, que levantaron el Acta 14569 y procedieron a realizar la búsqueda de la pastilla de Iridio, atento a que nadie sabía de su destino.
Mediante contadores de radioactividad, lograron establecer que la pastilla no se había perdido, ni quedado atascada en el telecomando, ni en el tubo guía, sino que se encontraba (como correspondía) dentro de la fuente, esa máquina amarilla que aparece en nuestras fotos y que es la herramienta contenedora del Iridio-129. Allí y recién allí, Isolux tuvo la seguridad de que aquel peligroso elemento, no estuvo perdido en la obra, como se llegó a suponer durante todos esos días.
Con relación a esto – señaló el hombre de seguridad de la empresa – los días previos a que se detectara la pastilla, hubo varias reuniones más otras que yo desconozco, entre el gerente, los técnicos y se también que estaba en conocimiento de algunas autoridades nacionales como el Interventor de YCRT, por cuanto la preocupación era saber si durante el acto de CFK, esa pastilla podría haber estado emitiendo radiación cerca de la mandataria y su comitiva. Si esto había sido así, estallaría un escándalo de proporciones. Finalmente, cuando se aclaró, muchos respiraron aliviados”, concluyó.
El silencio de los no inocentes
Isolux, de acuerdo a su comunicado de la semana pasada, aduce que estuvo en desconocimiento del accidente durante 48 días, algo que es absolutamente falso y en la misma reconstrucción que hicimos, sobre cómo transcurrieron los hechos que pudieron poner a la ex presidenta en riesgo de ser irradiada, fue para para determinar los motivos que tuvo Isolux Corsán y el resto de los implicados, en conocimiento del grave suceso, para ocultar durante tanto tiempo la verdad.
Después del 9 de septiembre, Isolux tuvo al menos 3 argumentos para pisar la información sobre lo ocurrido.
En principio, si esto salía a la luz, además del escándalo empresarial que iba a caer internacionalmente sobre la empresa española y como aún no se había podido determinar qué había pasado ni dónde estaba la pastilla de Iridio-129 (recordemos que fue encontrada por la ARN, recién el día 17 de septiembre), el peso de la responsabilidad política por la seguridad presidencial, caería como un mazazo sobre la cabeza de su Gerente, el señor Juan Carlos De Goycochea, por no haber informado a Seguridad presidencial de la novedad. Si eso hubiera ocurrido, sin dudas tendrían que haber suspendido el acto y las consecuencias habrían recaído, exclusivamente, sobre la empresa española.
Las fuentes a las que accedió OPI, dan cuenta que aún después de saberse la verdad entre las autoridades de la Termousina, a la entonces presidenta Cristina Fernández, nunca se le comunicó de los peligros a los que podría haber estado expuesta. Se cree que la información llegó (y allí murió) en la oficina de Julio de Vido, en el Ministerio de Planificación.
El segundo argumento para no difundir ni una sola palabra del accidente más grave del que se tenga memoria en el país, en manipulación de equipos de gammagrafía industrial, fue la campaña política lanzada para el mes de octubre de 2015, con vistas a sostener en alto la imagen de Cristina e imponer a los candidatos del FPV: Daniel Scioli, Alicia Kirchner y Máximo Kirchner. La orden política fue de no difundir ningún dato al respecto y hubo mucha presión para mantener el silencio sobre lo ocurrido.
De haberse conocido el incidente, se habría destruido prácticamente uno de los mayores simbolismos de la era K en Santa Cruz, la obra magna que ideó Néstor (después de las represas): la Termousina de Río Turbio, un complejo que pocos días atrás había inaugurado la presidenta, con un discurso irreal desde lo práctico, pero cargado de las buenas noticias que atravesó el relato del gobierno en 12 años de mentiras y extravagancias. Nadie se atrevería, después de tal anuncio, empañar la campaña política del kirchnerismo.
El tercer argumento de Isolux para ocultar el incidente, fue el pago de las certificaciones del último trimestre (unos 700 millones de pesos) por parte del Ministerio de Planificación Federal. Las certificaciones eran necesarias cobrarlas antes de fin de año y por ello la obligación de avanzar sobre y contra cualquier cosa que se interpusiera con esos fondos, era razón más que suficiente para mantenerlo oculto.
De conocerse el accidente con Iridio-129, habrían variado considerablemente los planes de Isolux y además de trabarse los fondos, hubieran abierto la puerta a una investigación que pretendían mantener lejos de la obra. Desde Isolux se apuraron los plazos y la gerencia comenzó a repartir jugosos incentivos a soldadores y premios al personal especializado de la planta, para que apuraran los trabajos y se acortaran los tiempos de finalización.
El apuro para terminar y las presiones, fueron otro factor para que se produjera el incidente con los operarios de gammagrafía y que OPI va a detallar en un futuro informe, donde se pondrán de manifiesto acciones y decisiones peligrosas que se tomaron desde la gerencia, con tal de llegar al tan ansiado funcionamiento de las turbinas, las cuales estuvieron (y están) muy lejos de su entrada en servicio
(Agencia OPI Santa Cruz)

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