By Carlos Manuel Acuña
Subrayamos que estará signado por situaciones asombrosas que ayer nos atrevimos calificar de alucinantes y hoy reiteramos que así sucederá previo a las elecciones de octubre y extendidos a la etapa posterior. Los puntos centrales de esta situación girarán en torno de la inestabilidad emocional de Cristina Fernández de Kirchner, revelada por su comportamiento en la verdadera crisis que soporta su gobierno y que la opinión pública pudo apreciar con tanta claridad que influyó en el resultado que dieron las urnas.
Otro punto central será el de nuevas revelaciones en torno de los manejos financieros realizados en el país y en el exterior por el propio Néstor Carlos y la misma Cristina, quien llegó a viajar a paraísos fiscales en el avión presidencial. Esto último quedó registrado en los pertinentes registros y documentos oficiales, detalle que añade nuevos motivos para que la oposición tenga más elementos para actuar en esta verdadera emergencia institucional. También ayer anticipamos un nuevo problema en torno de la empresa fantasma fundada en Irlanda durante la gestión de Néstor, y disuelta poco después de su muerte, lo que incorpora más elementos para la sospecha y la posibilidad de delitos que podrían obligar al Congreso a realizar el juicio político al Ejecutivo.
Por cierto, los diputados y senadores oficialistas están tironeados por esta situación, el convencimiento de la derrota en octubre y la presión de la Casa Rosada, todo lo cual ofrecerá un escenario que oscilará entre la ingobernabilidad, los escándalos y la necesidad de que aparezca un liderazgo que pueda convertirse en un factor de equilibrio y de referencia política. ¿Aparecerá este liderazgo que reclama la Argentina para volver a ser una República? ¿De dónde surgirá? Podría ser del complejo ámbito político donde hasta hoy, los partidos parecen muertos pues la gente votó en contra de Cristina y en algunos casos pudo elegir a los mejores en una propuesta que nadie controló.
Entonces habrá que mirar hacia los gobernadores, que ya dejaron el secreto de algunas reuniones cada vez más repetidas y abiertas; hacia algunos empresarios, hacia profesionales lúcidos y con vocación limpia e inteligente y, en particular el campo, que todavía retiene una nueva movilización y posee propuestas que nadie atiende ni en Olivos ni en la Rosada mientras la producción cae y se hace sentir en la economía y lo hará en las mesas de los consumidores.
Sin embargo, reapareció el radicalismo en la Capital Federal y en varias provincias confirmó su partición gracias al cuestionamiento a lo actuado por el gobierno. Curiosamente podemos señalar que los que surgieron últimamente como los dirigentes máximos de estas agrupaciones -Alfonsín y el matrimonio K, respectivamente- fueron los artífices de la degradación de esos partidos y lo hicieron con muchas coincidencias programáticas que se convirtieron en los instrumentos fundamentales del retroceso argentino, de la división de la sociedad, de la promoción del resentimiento, de la venganza concebida como un negocio y del retroceso económico. Citamos algunos de los temas principales tentados por la realidad que no reconoce Cristina, y nos hemos apartado un poco del eje central de este artículo que debe atenerse al peligroso presente que todos vivimos por igual. Volvemos entonces a la salud de quien ejerce la Primera Magistratura y pasaremos a mencionar las revelaciones que contiene un informe especial elaborado por el periodista Nelson Castro quien, como se sabe, también es médico.
El trabajo de Castro habla del egocentrismo, del íntimo convencimiento de estar instalada en la vida como una excluyente necesidad para los demás que, lógicamente carecen de la capacidad para decidir por sí mismos. Por eso le resulta impensable que otros puedan ocupar su lugar. De allí al autoritarismo hay un corto paso y la agresión es una forma de conducta constante e inevitable. Por eso Cristina se mueve alejada de la realidad, niega los mensajes que ésta le envía, rechaza los consejos de terceros y estalla de ira cuando las circunstancias -el resultado electoral, por ejemplo- le son adversas. Obviamente, estos componentes de la personalidad presidencial que varias veces hemos comentado y a los cuales se refieren todos los análisis políticos, tienen un nombre y muestran su evidencia como “enfermedad de hubris“, nombre griego que demuestra que este problema viene de lejos. Castro incorpora numerosos ejemplos históricos y dibuja el comportamiento de Cristina, que surge, enfermo, en una sumatoria de ocasiones que invaden el escenario político y la alejan del contenido de las urnas. La agresividad y las explosiones temperamentales muestran con toda precisión que Cristina está dispuesta a no retroceder y actuar en defensa de su poder y seguridad hasta las últimas instancias.
Desde tiempo atrás hemos sostenido con acierto que no dejaría el poder mediante los votos y pautas constitucionales, lo que convierte a la situación en peligrosa, dada la evolución de lo hechos. En lo que hace al componente militar, convergió en las últimas semanas con la información de inteligencia que le elevaban, alarmados, sus principales asesores que no pudieron dejar de mencionar los peligros de una derrota. Entonces se adoptaron recaudos, se cerraron empresas fantasma y se abrieron otras más seguras, en tanto se resolvió no dejase amedrentar por las denuncias y a la inversa, avanzar en los casos conflictivos, como en el de Lázaro Báez, Ricardo Jaime y otros parecidos, con el objetivo de demostrar fortaleza y para insistir en la demostración de inocencia.
Pero concurrentemente, la Presidente apreció que ha llegado el momento de asegurarse la estabilidad y la permanencia con miras a un futuro seguro, pese a lo incierto que se muestra. Apareció entonces el general Milani, que le dio seguridades que deberían instrumentarse legalmente y partieron de las declaraciones públicas en el sentido de que el Ejército participaría del proyecto “nacional y popular”, eufemismo que dibuja todo un mundo de negocios que también se oculta en los “derechos humanos”, que ya produjeron miles de millones de pesos para quienes se nutrieron de ellos.
Pero el caso es que la situación se ha complicado. La declaración del actual jefe del Ejército cayó muy mal dentro de la Fuerza y por reflejo también en la Armada y la Fuerza Aérea, diezmadas por la falta de presupuesto y, lo que es peor, degradadas y utilizadas como objeto político para instalarse y fortalecerse en el ejercicio del poder. El disfraz del kirchnerismo fue casi perfecto pero el telón de la realidad se ha corrido para todos y quienes, enriquecidos, todavía están en el poder, nunca soñaron que las Fuerzas Armadas rechazarían cualquier tentación, cualquier propuesta para intervenir en el campo político.
Cristina podrá convocarlas, intervendrá -si tiene tiempo- para
establecer el necesario marco político y legal que el kirchnerismo se
encargó de alterar y, llegado el momento, víctima de su propia obra,
encontrará el vacío y la ausencia de soportes para sostenerse.
Como se
sabe, los pases están a la orden del día, las encuestas verdaderas
realizadas para encontrar la verdad y no para satisfacer a quienes las
pagan, ubican al oficialismo en un porcentaje que gira alrededor del 20
por ciento. En octubre, unos puntos menos serían el desastre total con
consecuencias inmediatas, unos puntos más significarían un escenario
altamente conflictivo y hasta inmanejable. La pantalla de los derechos
humanos está agotada y hasta es posible que ocurran episodios
insospechados. Lejos del discutido 54 por ciento, la trama se cerrará
mediante los mecanismos institucionales con respaldo popular. Apretará
fuerte y hoy admite el interrogante ¿Cómo será el castigo?
Carlos Manuel Acuña
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