martes, 16 de febrero de 2016

El Gobierno, al borde de un ataque de nervios



MARTES 16 DE FEBRERO DE 2016 • 01:00


LA NACIONLa inflación, finalmente, puso al gobierno de Mauricio Macri al borde de un ataque de nervios. Acostumbrados a medir la sensibilidad de la opinión pública, distintos funcionarios y dirigentes del macrismo advirtieron que, en las últimas semanas, por primera vez en mucho tiempo, los aumentos de precios comenzaron a desplazar entre las preocupaciones ciudadanas a un viejo problema como la inseguridad, y no porque esta última hubiera desaparecido.En momentos en que todo el mundo hablaba de precios, de salarios y de despidos, sonó más que extemporáneo el anuncio oficial de que el índice de precios al consumidor del Indec sólo iba a estar listo en un plazo de ocho meses.La hasta ayer directora técnica del Indec, Graciela Bevacqua, sostenía que no era posible volver a tener un índice confiable en un plazo menor y el titular del organismo, Jorge Todesca, no cuestionó esa tesitura durante ninguna de las entrevistas periodísticas que concedió a lo largo de la última semana. Hasta que se le vino encima la realidad y fue presa de las convulsiones del propio oficialismo.El desplazamiento de Graciela Bevacqua fue apresurado y desprolijo. Seguramente ella, que fue una abanderada del Indec que durante mucho tiempo gozó de prestigio internacional y un símbolo de la resistencia a la intervención deGuillermo Moreno que, desde 2007, desató el más tenebroso apagón estadístico que vivió la Argentina, no merecía ese final."El desplazamiento de Bevacqua fue apresurado y desprolijo, pero el tiempo que pedía para poder emitir estadísticas oficiales confiables no eran viables políticamente"Pero los ocho meses que pedía para reconstruir el organismo y poder emitir estadísticas oficiales confiables no eran viables políticamente. El "sentido de urgencia" del que habló Todesca para terminar rechazando los tiempos de Bevacqua estuvo dado por una situación en la que convergían los incrementos de precios de los últimos dos meses, de entre el 3,6 y el 3,8 por ciento según el índice Congreso, y las presiones sindicales de cara a las negociaciones salariales. Más allá de esto, hay otras cuestiones que también complicaban la inexistencia de cifras oficiales del costo de vida durante tanto tiempo; entre otras, las dudas que provocaría en el mercado bursátil la forma en que se indexarían títulos de deuda pública ajustables por la inflación.Ningún país que aspira a recuperar la confianza inversora puede darse el lujo de mantener sobre su economía una oscuridad estadística por ocho meses.Con el forzado paso al costado de Bevacqua, el gobierno nacional pretendió dar una más clara señal de que la lucha contra la inflación es una prioridad y una urgencia. Algo de lo que algunos dudaron cuando Macri expresó que este problema no se resolverá de un día para otro y que demandará varios años.Hay un plan en el equipo económico para enfrentar la inflación, basado en una progresiva reducción del déficit fiscal y de la emisión monetaria, que de hecho ha descendido algo durante la actual gestión gubernamental. Y es para la mayoría de los economistas un plan consistente, aunque algunos quisieran que sea mucho más profundo a la hora de achicar el gasto público. Lamentablemente para Macri, por los efectos de una cultura populista que anida en buena parte de la sociedad, muchos descreen de la importancia de la disciplina fiscal y piensan que con renovar los controles de precios y pegarles cuatro gritos a los empresarios la inflación bajará como por arte de magia.El drama de Macri es que su gobierno no sólo debe luchar contra la inflación, sino también contra un pensamiento mágico que durante los últimos años no ha hecho más que profundizarla, y que se halla muy extendido en nuestra sociedad.

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