lunes, 8 de febrero de 2016

El bolsillo marca el humor de la gente





  • 09/02/16 - 03:27
Del editor al lector

No valen igual el aumento de las tarifas y un arreglo con los buitres, porque así es para la inmensa mayoría de la gente.

Casi ni hace falta decir que el aumento de las tarifas y el eventual cierre de la larguísima historia con los fondos buitre no valen igual, aunque ambos formen parte de un mismo operativo apuntado a desactivar algunas de las minas que dejó el kirchnerismo. Y así es, simplemente porque no valen igual para la inmensa mayoría de la gente.
Puestos de este modo los tantos, se achica el precio de la factura política que Mauricio Macri puede pasarle a quienes lo precedieron. Y si hubo ineptitud, que la hubo, fue acompañada por la manifiesta intención de tirarle al nuevo gobierno el costo de cerrar la historia con los holdouts.
La diferencia entre una cosa y la otra salta evidente en la puja por los ingresos, en la puja por no perder ingresos que late dentro de los reclamos salariales. A su manera, los especialistas perciben los efectos económicos de un acuerdo con los bonistas, pero a los ojos de los consumidores eso luce brumoso, como si perteneciera al largo plazo: su mira está enfocada en el ahora mismo.
Con los fondos buitre, la gran apuesta del Gobierno pasa por conseguir que el juez Griesa destrabe el acceso del país al financiamiento externo y limpie el camino hacia dos objetivos simultáneos. 
Uno consiste en achicar el descalabro de las cuentas fiscales sin apelar a un ajuste mayor, lo cual permitiría dosificar las cargas y llegar a una situación de equilibrio al cabo de cuatro años. 
La otra apuesta va derecho e inmediatamente a un lugar que Macri considera clave para su proyección política: el plan de obras públicas. Es algo que el ministro Rogelio Frigerio ya empezó a desplegar en conversaciones con varios gobernadores. “Pensemos en rutas y caminos, en la Hidrovía y en el Belgrano Cargas útiles para las dos partes y pensemos también en el rédito que pueden obtener los intendentes”, dice alguien al tanto de la movida.
Conviven ahí la reactivación de la economía, el empleo y votos cruciales en el Congreso. Pero aunque quede pendiente un arreglo con los buitres más duros, es condición necesaria que Griesa advierta avances suficientes como para destrabar el crédito internacional.
Por eso suena obvio que si ya existe un acuerdo con los bonistas italianos y otro casi armado con un par de fondos es porque, previamente, hubo largas negociaciones con ellos. Tal cual las hay, seguro, con bonistas de Alemania y Japón.
Bien a de aquí adentro, es la necesidad de contener los precios. Y nada casual, un sistema de control sobre los supermercados que puede transformar en hechos una inquietud que ya perforó los muros de la Casa Rosada.

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