lunes, 8 de febrero de 2016

Basta de zonceras, por favor





08/02/16


Del editor al lector

La moda de las mudanzas o los bautismos políticos arrancó en el 2004 cuando Kirchner descolgó un cuadro de Videla.

El lunes pasado, por disposición de Mauricio Macri, fueron descolgados los cuadros de Néstor Kirchner y Hugo Chávez que estaban en el Patio de los Héroes Latioamericanos, en la Casa Rosada. Desde uno de esos balcones Cristina Fernández solía brindar sus arengas a los militantes.

No pareciera objetable el criterio de reubicar esos retratos -otros también- en el Museo del Bicentenario. Asi quedó resuelto. Estaban en exhibición en aquel lugar de paso por una decisión arbitraria de la ex presidenta. Teñida sólo de su impronta política e ideológica.

La objeción al Gobierno cabría, en cambio, por su disposición a divulgar la información a través de la secretaría General de la Presidencia, que conduce el macrista Fernando De Andreis. 
Aquella disposición desnudaría una intencionalidad quizás inconveniente para los intentos de reconstrucción de la corroída armonía social.

Pudo haber quedado reducido a un simple acto burocrático y administrativo. Pero se habría atizado de nuevo una controversia inútil entre sectores del kirchnerismo y de aquellos que no lo son. El reflejo tuvo registro en los medios de comunicación y, sobre todo, en las redes sociales.

El gobierno macrista pareció quedar enredado de ese modo por la tentación de un trazo cultural que el kirchnerismo impuso sin concesiones durante la larga década. Que apuntó a sellar la memoria colectiva con un sesgo extremadamente parcial. Por ende, no representativo. Y que hizo abuso del culto a la personalidad. Son incontables los lugares en todo el país -calles, plazas, puentes, rutas, edificios- a los que se impuso el nombre de Néstor Kirchner luego de su muerte repentina.

También se reavivaron ficticiamente polémicas como la que disparó el desplazamiento del monumento a Cristóbal Colón frente a la Casa Rosada. En casi todos los casos tendieron a ocultar otros problemas, a eludir discusiones de fondo o a pretender apropiarse, por parte del kirchnerismo, de hechos históricos que nunca le pertenecieron.

Aquella moda de las mudanzas o los bautismos arrancó cuando en 2004 Kirchner hizo descolgar de la sede del Ejército el cuadro de Jorge Rafael Videla. Puede atribuirse a ese acto el valor simbólico que se le quiera dar. Pero buscó sacar del eje lo verdaderamente trascendente: el juicio a que fue sometido por los crímenes el ex dictador, que derivó en su prisión perpetua. Fue la obra de Raúl Alfonsín.

Macri debería evitar este tipo de reiteraciones. Para no fomentar discusiones banales a las cuales parecemos proclives los argentinos. Las zonceras, que supo llamar Arturo Jauretche.

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