miércoles, 11 de septiembre de 2019

Marche un milagro a la portuguesa

Clarín


11/09/2019 


Del editor al lector
Marche un milagro a la portuguesa



En Tucumán, la UIA y la CGT inician con Alberto Fernández los tanteos por un pacto social.



Alberto Fernández, durante su viaje a Europa.




  RICARDO KIRSCHBAUM



Alberto Fernández fue de campaña a Madrid y Lisboa. El principal rebote de esa gira es que aquí se hablara del “milagro portugués”, que sería hablar de dos “milagros” para quienes no están profundamente empapados de la cuestión. Uno, que no es tan milagro, es el económico. Y el otro, que permite ese marketineado renacer económico, es del convivir sin grieta, compartiendo políticas gobiernos conservadores , socialistas y comunistas duros. El PC portugués reivindica todavía a Stalin, por ejemplo, y tiene una disciplina stalinista.

Para Argentina, que necesita de los dos milagros, la gran pregunta sería cuál viene primero. Por el momento se habla del económico portugués, que se quiere presentar como novedoso y recién descubierto. No es ni lo uno ni lo otro y probablemente convenga tener bien presente las dos cosas, para eludir nuevos relatos y evitar errores de evaluación serios.

Cuando Portugal resolvió enfrentar el enorme déficit no fue por vocación de virtud, sino porque, como miembro de la Unión Europea, con moneda única, no podía devaluar para disimularlo. Pasó a hacer un ajuste que aquí asustaría al más corajudo: rebaja de sueldos estatales, jubilaciones, suspensión de aguinaldos, aumento del horario de los empleados públicos, despidos, y demás lindezas por el estilo. Cayó el salario real y se disparó el desempleo (llegó al 18 %).

Fueron las imposiciones de la “troika”: el FMI, la Comisión Europea y el Banco de Europa. Tuvo resistencia intensa pero avanzaron.

El ajuste, y más las razones para el ajuste, se hicieron durante un gobierno conservador. Después de ese duro período, que es lo que ahora los exégetas del “milagro portugués” pasan convenientemente a segundo plano, vino el rebote, que es fuerte, pero tampoco tiene nada de chino: crece casi a un 3 por ciento una economía que tampoco es tan grande como para decir que es una cifra formidable. Pero crecer es crecer. ¿Cómo era eso?

Lo que se quiere rescatar ahora de Portugal para política electoral es parcial y acomodado: cuando ya sacando pecho después de la penuria se enfrentaron con la troika y empezaron a sacar el pie del freno de la economía, se presenta el afloje como rebelión. La troika, en realidad, ya se había dado por bien pagada con los resultados que ahora se elogian.


Está bien estudiar experiencias exitosas pero hay que estudiarlas enteras. Para llegar a la cohabitación socialista-comunista de hoy, en una Unión Europea claramente capitalista, se pasó por un período en el que los que hicieron el ajuste pagaron el precio político. Pero Portugal es un país con moneda y una moneda que no maneja el gobierno sino el Banco Central Europeo. Es una diferencia demasiado grande para pasarla por alto. Como la experiencia griega de los izquierdistas de Tsipras, que se comieron el tremendo ajuste y ahora ganó la centro-derecha. En Portugal pasó lo contrario.

Por lo que se plantea hoy desde el Frente de Todos, se advierte que la etapa del ajuste que hizo Macri ya ha terminado y que ahora viene la expansión. Alberto Fernández ha anunciado que habrá aumentos salariales y medidas de estimulación al consumo, con un pacto de precios y sueldos (y seguramente contención de tarifas y combustibles), cuyo primer mojón se pondrá hoy en Tucumán, como parte de la campaña electoral.

El esquema ya lo probó José Ber Gelbard en 1974. Y no funcionó. ¿Remember Rodrigo?

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