29/09/2019
¿Por qué miles de argentinos aún creen que “sí se puede”?
Algo más que una marcha
Por Luis Gasulla
A pesar de los números de las PASO, de los cuatro millones de votos de diferencia entre Alberto Fernández y Juntos por el Cambio, de los pronósticos de economistas, analistas políticos, comunicadores y periodistas, miles de argentinos volvieron a salir a las calles al grito de “Si se puede”. Respaldaron a Mauricio Macri, alentaron los discursos de Elisa Carrio y Miguel Ángel Pichetto con emoción, aplaudieron a Horacio Rodríguez Larreta y se emocionaron con las lágrimas de Juliana Awada. ¿En qué se basan?
“¿Cómo no confiar si del otro lado está Alí Babá y los 40 ladrones?”, sintetiza una mujer de 50 años de edad. ¿Por qué deberíamos bajar los brazos —explica otro simpatizante de Cambiemos— si la elección aún no sucedió? El sentimiento que une a miles de ciudadanos unidos por un sueño, un proyecto de país y una convicción es que no está muerto quien pelea. Se basan en la creencia de que el 11 de agosto pasado no funcionó la fiscalización, que los ausentes dirán presentes y serán votos propios, que Alberto Fernández tocó su techo de votos escondiendo a Cristina Kirchner, que los personajes como Juan Grabois, Carta Abierta, Horacio González, Zaffaroni, Dady Brieva, el reciente Alejandro Fabbri y el colectivo de fanáticos K, restan y que el cuco —CFK— terminará recapacitando a miles de argentinos.
El mundo no comprende cómo, a pesar del fracaso económico de Macri, los argentinos vuelven a abrazarse a los corruptos del gobierno anterior. Pero, en las últimas semanas, se ha profundizado una realidad que los medios de comunicación no interpretan o simplifican descalificando a una inmensa masa de argentinos que respaldan a este gobierno: “Son los trolls de Marcos Peña” o “la marcha de los sin argumento” —así rezaba el zócalo de C5N—. Más aún, algunos dijeron que se trataba de la campaña más violenta de la historia. Macri evitó la confrontación, no mencionó al gobierno anterior pero algunos comunicadores apostaron tanto al supuesto caballo ganador que repiten consignas que chocan contra lo que se observaba en Barrancas de Belgrano. “Convencer sin agresión” decía Macri.
La política argentina es circular. Como Cristina Kirchner copió el estilo de campaña de Durán Barba durante el año 2017 y lo profundizó en estos meses, ahora Macri se politiza, convoca a actos multitudinarios, arenga a sus seguidores y fideliza el votante como lo hizo CFK durante más de 10 años —con más dialéctica, cinismo y engaños—. ¿Alcanzará? Las matemáticas aun están de su lado. Fernández sabe que las contradicciones internas de su espacio político están a flor de piel pero gran parte del periodismo no parece dispuesto a recordárselo a sus lectores y televidentes. En las redes sociales se hace periodismo de investigación —a veces amateur, otras con envidiable profundidad—. Pero esos mensajes llegan a los convencidos. Macri apuesta a que sus seguidores dejen la comodidad y el silencio y salgan a gritar —respetuosamente— sus convicciones y argumentos a los indecisos. ¿Habrá voto converso?
Mientras tanto, el kirchnerismo vuelve a ningunear las masivas manifestaciones populares a favor de lo que representa el gobierno de Macri. No se trata de analizar, en este momento, si eso que represente coincide con la realidad. A veces, sí. Otras, no. Pero es indudable que Vidal no es Aníbal Fernández ni que los errores pueden ser equiparados a los delitos.
En estos años creció fuertemente el antimacrismo pues miles de militantes kirchneristas lograron convencer a una enorme masa de votantes que este gobierno era lo peor de la historia argentina —basados en datos concretos de la economía— y que el gobierno de Cristina no fue corrupto como “inventaron los grandes medios”. Allí está la eterna discusión de si hay un sector de la sociedad a la que no le interesa, en lo más mínimo, la delincuencia de los políticos o solo votan con el bolsillo.
Está por verse si en estas últimas semanas antes del 27 de octubre, los seguidores de Juntos por el Cambio convencen que estos años también tienen cosas rescatables: Obra pública, transparencia, división de poderes, respeto por el que piensa distinto, justicia, seguridad, lucra contra el narcotráfico, apertura al mundo, relaciones exteriores, planificación, y si lo que viene será mejor o más de lo mismo. Son los que creen que aún se puede dar vuelta la historia. Periodismo y Punto
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