16/09/2019 -
¿Hay chances de un ballottage?
Una posibilidad que no puede descartarse
Si bien las PASO han generado la sensación que ya existe un ganador, la instancia del balotaje es aún una posibilidad que no debe descartarse.
Alberto Fernández y Mauricio Macri.
FÉLIX V. LONIGRO
Se acerca del 27 de octubre, y si bien las PASO han generado la sensación que ya existe un ganador, la instancia del balotaje es aún una posibilidad que no debe descartarse. De las treinta elecciones presidenciales que desde la vigencia de la Constitución Nacional se celebraron en nuestro país, las próximas serán las novenas en la que rige el balotaje como sistema electoral (antes lo fueron las dos elecciones generales que se desarrollaron el 11 de marzo y el 23 de septiembre de 1973, y las realizadas en los años 1995, 1999, 2003, 2007, 2011, 2015), y podrían ser las cuartas en la que los resultados generen la necesidad efectiva de una doble vuelta, como antes ocurrió en las dos elecciones de 1973, y en las de los años 2003 y 2015.
En efecto, en las elecciones presidenciales del 11 de marzo de 1973 debería haberse realizado el balotaje que entonces estaba regulado en la Constitución Nacional del año 1972, porque si bien la fórmula peronista integrada por Cámpora y Solano Lima, había superado por casi veinte puntos a la radical integrada por Balbín y Gamond, no superaba el 50% de los votos que entonces se requerían para evitar la segunda instancia electoral. Sin embargo la fórmula radical desistió de participar en ella.
Lo mismo ocurrió treintaiún años más tarde en las elecciones del año 2003, en las que si bien la fórmula integrada por Menem y Romero superó a la integrada por Kirchner y Scioli, al no haber logrado al menos el 40% de los votos, según el régimen impuesto durante la reforma constitucional del año 1994, se debió celebrar la segunda vuelta. Ello no ocurrió porque esta vez fue la fórmula más votada la que desistió de participar en el ella.
Mientras tanto, en las elecciones del año 2015 fue la primera vez en la que se concretó finalmente la doble vuelta electoral entre Macri-Michetti y Scioli-Zannini, ya que en la primera vuelta nadie alcanzó el 40% de los votos. Recuérdese que, según la Constitución Nacional, la segunda vuelta solo corresponde si ninguna fórmula supera el 40% de los votos, o si, logrando entre el 40 y el 45 por ciento de los votos, obtiene una diferencia menor a los diez puntos porcentuales respecto de la fórmula que obtuvo el segundo puesto.
También es importante destacar que, para el cálculo del porcentaje, no se cuentan los votos en blanco ni los votos nulos, motivo por el cual, quien vota en blanco o realiza un voto nulo, favorece a la fórmula nominalmente más votada, porque al reducir la base de cálculo, le ayuda a aumentar el porcentual de votos y por lo tanto a superar el 45%. Cabe señalar que si una fórmula supera ese límite, aunque sea por un voto, es indiferente la diferencia con el segundo, ganando automáticamente en primera vuelta.
El sistema de doble vuelta instaurado en la reforma constitucional de 1994 es auspicioso, porque permite que en la primera el electorado vuelque sus preferencia por los candidatos que genuinamente desea que alcancen el ejercicio del poder, para luego tener la posibilidad de optar entre los dos que más votos obtuvieron en la primera instancia. Eso confiere al que finalmente resulta elegido en segunda vuelta, una mayor legitimidad democrática de origen.
Sin embargo no es bueno que para que una fórmula evite el balotaje solo sea necesario superar el 45% de los votos, ya que justamente podría ocurrir, tal como sucedió en las elecciones de 1995, 1999 y 2007, que presidentes como Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Cristina Fernández, alcanzaran la primera magistratura sin haber logrado la mitad más uno de los votos, sino tan solo la primer minoría. En efecto, obtuvieron, en cada una de esas jornadas electorales, el 49,9%, 48,3% y 45,2% respectivamente.
Si se utilizara el balotaje tradicional, no sería necesario contemplar diferencia alguna entre las dos fórmulas más votadas, tal como ocurre en la Argentina cuando la que más votos obtiene queda enclavada entre el 40 y el 45% y supera por más de diez puntos a la segunda, evitando también evita la realización de una segunda elección. El sistema de balotaje previsto en nuestra Ley Fundamental, es ecléctico por ser el resultado de las negociaciones desarrolladas en el proceso de reforma constitucional del año 1994, por los equipos técnicos del entonces presidente Carlos Menem y el líder de la oposición, Raúl Alfonsín.
Respecto de las provincias, que según la Constitución Nacional tienen la potestad de decidir sus propios sistemas electorales, solo cuatro utilizan el balotaje para elegir a sus respectivos gobernadores (Ciudad de Buenos Aires, Tierra del Fuego, Chaco y Corrientes). En las dos primeras rige el mismo sistema que a nivel nacional, mientras que en las otras dos, solo se evita la doble vuelta si la fórmula más votada supera el 50% de los votos.
Félix V.Lonigro es Profesor de Derecho Constitucional (UBA y UB)
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