14/09/2019
Alberto Fernández versus el kirchnerismo duro
Se declaró la guerra
Curiosamente no se trata de una guerra entre Juntos por el Cambio y el Frente de Todo. Es una guerra palpable, audible y visible dentro del Frente de Todos. Que por lo que parece no es tan “de todos”. De un lado Alberto Fernández, los gobernadores y el tradicional PJ, del otro Cristina y su núcleo duro.
La izquierda del kirchnerismo, Máximo, Axel, Zannini, la Cámpora, Grabois… El 11/9, en Tucumán, en conferencia de prensa, Alberto dijo, “evitemos estar en la calle” para que “los nervios no den paso a los violentos”. Hasta se podría decir que fue amable con el gobierno.
Contestó las preguntas sobre medidas tomadas por Cambiemos con un “son tiempos difíciles”, “tomaron medidas apresuradas después del shock de las PASO”, todo en tono moderado, tratando de apaciguar los ánimos. Al día siguiente el Polo Obrero contestó que no pensaban abandonar la calle.
Alberto está en una posición complicada. Piensa de una manera (o pensaba) y sabe que los votos son de Cristina. Está en campaña, no puede permitirse perder los votos de la izquierda K, ni asustar al peronismo ortodoxo. El acuerdo tiene fecha de vencimiento: después de la elección.
Los movimientos sociales de izquierda le contestan a Alberto F. No están contentos con sus declaraciones. La fuerza de estos movimientos está en la calle. Ocupar las calles es su estrategia más visible. Frases para Alberto nombrándolo: “No abandonamos el acampe” y “Empezamos mal”.
Esta última (por ahora) movilización por la emergencia alimentaria, pedida por todos los sectores, así lo puntualizó Agustín Rossi, diputado K, al ser aprobada la ley con media sanción, dijo sonriendo a los periodistas: “Qué alegría que la gente esté en la calle”. ¿Mensaje directo para Alberto?
En cuanto a la emergencia alimentaria, sintiendo que pueden estar más cerca de ser gobierno, el Frente de Todos, luego de exigir que se tratara la ley, empezó a pedir un Decreto de Necesidad y Urgencia, con el pretexto de ser más rápido… y más fácil de derogar llegado el momento.
Alguna vez un político lúcido dictaminó su teorema, el de Baglini (Raúl Baglini, UCR, diputado y senador por Mendoza): “Cuanto más lejos se está del poder, más irresponsables son las propuestas políticas; cuanto más cerca del poder se vuelven más sensatas y razonables”. ¡Grande Baglini!
Por esa misma razón, el gobierno decidió colaborar con la sanción de la ley. Una ley que si ganara el gobierno Alberto F, la pregunta sería, ¿derogará la ley por no tener el dinero para pagarla? Algo inconcebible para un peronista dejar sin comer al pueblo que dice amar, servir y cuidar.
Si no pudiera dar de baja la ley (que estaría vigente hasta el 2022), debería emitir moneda. Es decir, darle a la maquinita y llevar al país directamente a una hiperinflación. El dilema es terrible y la solución imposible. Salvo que se recurriera a un préstamo externo (¡qué horror!) y ¿de quién?
Solo quedaría la posibilidad de recurrir a los chicos malos del barrio planetario: Rusia, China e Irán. Cada uno exigiría contra prestaciones distintas. Rusia es experta en comprar empresas en quiebra, Venezuela es la prueba. China exige territorio, que no es que le falte, le sobra gente.
Tendríamos una invasión china. En cuanto a Irán es preferible no saber qué es lo que exigiría a cambio de un posible préstamo. El próximo gobierno va a enfrentar una situación casi imposible de solucionar sin lesionar a la sociedad. Si ganara Alberto le sumaría otro problema, los movimientos sociales ya le aclararon que “empezamos mal”, ¿cómo terminarán? En las guerras nunca se sabe.
Malú Kikuchi
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