28 de septiembre de 2019
No me iba a perder la caravana triunfal
LA NACION
La noticia es que volví de Miami. Digo: fui a dar una charla y no a radicarme ahí, como sospechaban muchos. No tengo motivo alguno para huir de la Argentina. De hecho, me ofrecieron dirigir un diario y contesté que prefiero mil veces dedicarme a informar sobre nuestros cataclismos que sobre sus huracanes. La segunda noticia es que llegué justo a tiempo para asistir -en mi condición de periodista no militante- a la caravana triunfal que iniciará hoy Macri con un multitudinario acto en Barrancas de Belgrano. Dije caravana triunfal y no me retracto. Esta marcha terminará indefectiblemente en un triunfo. De Macri o de Alberto.
Pero no demos vuelta tan rápido la página de Miami, porque quedó mucha tela para cortar. En una comida solidaria a la que asistí el lunes en el Midtown me tocó enfrentar, otra vez, el escepticismo del círculo rojo de esa ciudad respecto de lo que podría pasar en el país en caso de ganar la fórmula encabezada por Fernández (el Fernández que más les guste). Un poderoso desarrollador inmobiliario con fuertes inversiones en Miami Beach me dijo que va a tener que construir muchas más torres: "En tres meses esto se empieza a llenar de argentinos". Con sonrisa irónica contó que primero hizo una fortuna con los venezolanos que huían de Chávez y de Maduro. "Ahora la voy a hacer con ustedes". Levantó la copa de Aperol con champagne y hielo, y brindó: "¡Aguante Cristina!".
El fantasma de un populismo de corte bolivariano apareció una y otra vez. Incluso Andrés Oppenheimer cree que la posibilidad de que vayamos a una Argenzuela no puede ser descartada del todo. Cuando le comenté, para tranquilizarlo, que Alberto le pidió un plan económico a Carlos Melconian, me contestó que en su momento Chávez se reunió con Moisés Naím. Dice que no hay que morder esos anzuelos. De paso: a Carlitos me lo encontré el jueves en el hall del aeropuerto de Ezeiza, pero había tanta gente que me dio cosa hablarle de anzuelos envenenados. Además, si está trabajando para presentarle un programa al Frente de Todos no hay que distraerlo.
A mí me deja tranquilo que Alberto haya dicho anteayer que el pago de la deuda con el Fondo Monetario debe hacerse con plazos más largos, pero "sin quita". Nada de default. Hace algunas semanas había declarado que la deuda era impagable. Se ve que madura día tras día, otra señal de la evolución de la especie. Ya mostró su admiración por el modelo español, hizo un culto de la receta portuguesa y propone una salida "a la uruguaya". Un fenómeno: todos los bondis lo dejan bien. ¿Cuánto faltará para que adscriba a un socialismo neopopular de mercado? ¿Le gusta tirar pistas falsas o es un poco despistado? Estuvo en Perú y no sé qué les dijo, pero el presidente Vizcarra y sus asesores se quedaron encantados. Conociéndolo, sospecho que les endulzó los oídos prometiendo que su canciller va a ser Ricardo Gareca.
Cuando Alberto declara algo no hay que estar atento a qué dice, sino adivinar a quién le está hablando. A veces la destinataria es Cristina, o La Cámpora, o el electorado, o los gobernadores, o los mercados. Wow, tremendo desafío, tremendo bolonqui tener públicos tan diferentes. Y está en la etapa en la que quiere conformar a todos. En Miami estaban escandalizados porque dijo que "en Venezuela no hay una dictadura, hay un gobierno autoritario". ¿La ONU denuncia 7000 muertes en un año y medio y a él apenas le parece un gobierno autoritario? Les expliqué que por haber dicho eso el cristinismo duro le suspendió el bono de fin de año, los viáticos y el café.
Mientras Alberto madura, Hugo Moyano se pone más duro. Instó a "echar a la mierda a Macri" el 27 de octubre. La afirmación fue calificada de exabrupto. Yo creo que debemos distinguir entre barbaridades dichas por unos y por otros. Como seguramente estos señores llegarán a ser gobierno, conviene que desde ahora aprendamos a separar la paja del trigo. Al compañero Hugo, elegido por novena vez consecutiva al frente de Camioneros, no le fue dada la capacidad de la moderación. La naturaleza fue austera con él en ese rubro. Lo mismo con Hebe, Aníbal Fernández, Dady Brieva, Guillermo Moreno, Paco Durañona y tantos otros. En el reparto de dones, el de la prudencia no les tocó. Al hablar se derraman, descienden a los infiernos, desnudan su impotencia para encontrar matices. Gente que llama a robar o a echar a la mierda a un presidente es gente que pide no ser tomada en serio. Huguito, está todo bien con vos. En serio, te banco. Me voy a ocupar personalmente de presentar un reclamo en la oficina de distribución de talentos.
No es el caso de Gisela Marziotta, periodista y escritora, que acaba de pedir una Conadep del periodismo. El problema de Gisela no son sus palabras, sino sus ideas. La reforma de la Constitución para hacerla más bolivariana es siempre cosa de los Marziotta y no de los Moyano. ¿A Cristina, que compara las góndolas de Maduro con las de Macri, en qué grupo la pongo? ¿Y a Alberto, que todos los días dice algo distinto y contradictorio? No voy a ser cruel y despiadado. Gisela, los dos juegan en tu equipo.
En fin, qué feliz estoy de haber vuelto al país. Por nada del mundo me perdía la caravana triunfal.
La noticia es que volví de Miami. Digo: fui a dar una charla y no a radicarme ahí, como sospechaban muchos. No tengo motivo alguno para huir de la Argentina. De hecho, me ofrecieron dirigir un diario y contesté que prefiero mil veces dedicarme a informar sobre nuestros cataclismos que sobre sus huracanes. La segunda noticia es que llegué justo a tiempo para asistir -en mi condición de periodista no militante- a la caravana triunfal que iniciará hoy Macri con un multitudinario acto en Barrancas de Belgrano. Dije caravana triunfal y no me retracto. Esta marcha terminará indefectiblemente en un triunfo. De Macri o de Alberto.
Pero no demos vuelta tan rápido la página de Miami, porque quedó mucha tela para cortar. En una comida solidaria a la que asistí el lunes en el Midtown me tocó enfrentar, otra vez, el escepticismo del círculo rojo de esa ciudad respecto de lo que podría pasar en el país en caso de ganar la fórmula encabezada por Fernández (el Fernández que más les guste). Un poderoso desarrollador inmobiliario con fuertes inversiones en Miami Beach me dijo que va a tener que construir muchas más torres: "En tres meses esto se empieza a llenar de argentinos". Con sonrisa irónica contó que primero hizo una fortuna con los venezolanos que huían de Chávez y de Maduro. "Ahora la voy a hacer con ustedes". Levantó la copa de Aperol con champagne y hielo, y brindó: "¡Aguante Cristina!".
El fantasma de un populismo de corte bolivariano apareció una y otra vez. Incluso Andrés Oppenheimer cree que la posibilidad de que vayamos a una Argenzuela no puede ser descartada del todo. Cuando le comenté, para tranquilizarlo, que Alberto le pidió un plan económico a Carlos Melconian, me contestó que en su momento Chávez se reunió con Moisés Naím. Dice que no hay que morder esos anzuelos. De paso: a Carlitos me lo encontré el jueves en el hall del aeropuerto de Ezeiza, pero había tanta gente que me dio cosa hablarle de anzuelos envenenados. Además, si está trabajando para presentarle un programa al Frente de Todos no hay que distraerlo.
A mí me deja tranquilo que Alberto haya dicho anteayer que el pago de la deuda con el Fondo Monetario debe hacerse con plazos más largos, pero "sin quita". Nada de default. Hace algunas semanas había declarado que la deuda era impagable. Se ve que madura día tras día, otra señal de la evolución de la especie. Ya mostró su admiración por el modelo español, hizo un culto de la receta portuguesa y propone una salida "a la uruguaya". Un fenómeno: todos los bondis lo dejan bien. ¿Cuánto faltará para que adscriba a un socialismo neopopular de mercado? ¿Le gusta tirar pistas falsas o es un poco despistado? Estuvo en Perú y no sé qué les dijo, pero el presidente Vizcarra y sus asesores se quedaron encantados. Conociéndolo, sospecho que les endulzó los oídos prometiendo que su canciller va a ser Ricardo Gareca.
Cuando Alberto declara algo no hay que estar atento a qué dice, sino adivinar a quién le está hablando. A veces la destinataria es Cristina, o La Cámpora, o el electorado, o los gobernadores, o los mercados. Wow, tremendo desafío, tremendo bolonqui tener públicos tan diferentes. Y está en la etapa en la que quiere conformar a todos. En Miami estaban escandalizados porque dijo que "en Venezuela no hay una dictadura, hay un gobierno autoritario". ¿La ONU denuncia 7000 muertes en un año y medio y a él apenas le parece un gobierno autoritario? Les expliqué que por haber dicho eso el cristinismo duro le suspendió el bono de fin de año, los viáticos y el café.
Mientras Alberto madura, Hugo Moyano se pone más duro. Instó a "echar a la mierda a Macri" el 27 de octubre. La afirmación fue calificada de exabrupto. Yo creo que debemos distinguir entre barbaridades dichas por unos y por otros. Como seguramente estos señores llegarán a ser gobierno, conviene que desde ahora aprendamos a separar la paja del trigo. Al compañero Hugo, elegido por novena vez consecutiva al frente de Camioneros, no le fue dada la capacidad de la moderación. La naturaleza fue austera con él en ese rubro. Lo mismo con Hebe, Aníbal Fernández, Dady Brieva, Guillermo Moreno, Paco Durañona y tantos otros. En el reparto de dones, el de la prudencia no les tocó. Al hablar se derraman, descienden a los infiernos, desnudan su impotencia para encontrar matices. Gente que llama a robar o a echar a la mierda a un presidente es gente que pide no ser tomada en serio. Huguito, está todo bien con vos. En serio, te banco. Me voy a ocupar personalmente de presentar un reclamo en la oficina de distribución de talentos.
No es el caso de Gisela Marziotta, periodista y escritora, que acaba de pedir una Conadep del periodismo. El problema de Gisela no son sus palabras, sino sus ideas. La reforma de la Constitución para hacerla más bolivariana es siempre cosa de los Marziotta y no de los Moyano. ¿A Cristina, que compara las góndolas de Maduro con las de Macri, en qué grupo la pongo? ¿Y a Alberto, que todos los días dice algo distinto y contradictorio? No voy a ser cruel y despiadado. Gisela, los dos juegan en tu equipo.
En fin, qué feliz estoy de haber vuelto al país. Por nada del mundo me perdía la caravana triunfal.
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