miércoles, 27 de noviembre de 2013

¿Quién le cree? The New Adventures of Old Christine




27/11/2013| 12:18

 El presidente uruguayo José 'Pepe' Mujica lo hizo de nuevo. Volvió a criticar al gobierno de Cristina Fernández, dijo que "tiene un proyecto al estilo de 1960" y opinó que su política proteccionista le "quita el sentido al Mercosur". El diario británico 'Financial Times' agregó su cuota de duda a la "normalización financiera" hacia la que supone ir la Argentina. Y el diario 'La Nación' habló de "un paso atrás cerca del abismo". Un mandatario latinoamericano, un medio europeo y otro argentino, 3 miradas, y pocas esperanzas. 


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24El presidente uruguayo, José "Pepe" Mujica lo hizo de nuevo. En una entrevista con un diario brasileño, el mandatario volvió a criticar al gobierno de Cristina Fernández, al considerar que tiene "un proyecto al estilo de 1960" y que le "quita el sentido al Mercosur".

"Creo que la Argentina tiene un proyecto, y tiene todo el derecho a tenerlo, al estilo de 1960. Creen que solucionan los problemas y cada vez se van cerrando más", dijo el mandatario uruguayo en una entrevista con el diario brasileño 'Zero Hora'.
"Puedo entender si esta es la política general de todo el Mercosur, pero cerrarse hacia los mismos países del Mercosur a mí me parece que quita el sentido del Mercosur", agregó.

A comienzos de este mes, el presidente ya había dicho que la política proteccionista de la Argentina "hace añicos al Mercosur". 

"Deberíamos defendernos frente al mundo como un conjunto y nunca caer en defender unos contra otros, porque esa política insular lo único que termina haciendo es precisamente perjudicar a la integración, hacer añicos el Mercosur, porque la primera pregunta que surge es para qué lo hicimos", había advertido Mujica.

La tensión entre ambos países, presente desde el conflicto por la instalación de la pastera Botnia en Uruguay pese a la resistencia argentina en 2006, creció últimamente por el establecimiento de barreras comerciales desde la Casa Rosada. 

La última de ellas fue impuesta hace un mes, cuando trabó en puertos del vecino país el transbordo de mercaderías que salen de Buenos Aires.

Pero el uruguayo no es el único que echó duras críticas sobre la Argentina. 
A propósito del acuerdo con Repsol, el británico 'Financial Times' puso en duda la normalización financiera de la Argentina.

"Como dice el dicho ‘Nada termina hasta que termina’", comienza la columna del diario. Y es que aunque hay más señales de que la Argentina va a hacia una “normalización financiera”, el diario pone un manto de dudas.

Sin embargo, aclara, que el principio de acuerdo entre Argentina, España y México para terminar con el conflicto en torno a la nacionalización de las acciones de la petrolera YPF que tenía en su poder la española Repsol “suena prometedor, aunque con algunas salvedades”.
 
“Primero, el acuerdo es entre gobiernos, no compañías. La dirección de Repsol aún tiene que considerar la oferta”.
 
“Segundo, los detalles de la oferta no son públicos. Aunque se habla de un acuerdo en torno a los 5.000 millones de dólares, esto es menos de la mitad de lo que Repsol estuvo buscando como compensación para la nacionalización de las acciones de YPF”.
 
“Tercero, gran parte del pago sería en bonos de deuda de Argentina, y ese título público no es el mejor posicionado en el mundo. En boca del juez de Nueva York (por Thomas Griesa), ‘Argentina es particularmente un deudor recalcitrante’”.
 
Aun así, destaca el diario, “el reconocimiento formal de Argentina sobre su deuda y su oferta para saldarla, podría ayudar a restaurar la reputación del gobierno. Y de hecho, se trata de un esfuerzo argentino para alcanzar, lo que eufemísticamente es llamada “normalización financiera”, y así recomponer la relación con los mercados financieros internacionales”.
 
Argentina resolvió recientemente algunos de los reclamos ante el CIADI, tribunal de inversiones del Banco Mundial. Existen conversaciones de que quiere resolver la deuda con el Club de París. Se habla también de un posible acuerdo que podría resolver los problemas con los acreedores que no entraron al canje de deuda, aunque sería a cambio de la buena voluntad y el interés de los tenedores de bonos en default.
 
“Sólo si, pero sólo si, la Argentina alcanza un acuerdo con Repsol, podría terminar con un gran problema de larga data, y podría abrir la puerta a miles de millones de inversiones para el megayacimiento de gas y petróleo de Neuquén, Vaca Muerta”.
 
“El ingreso de dinero podría aliviar el gran e inmeditato problema financiero del país y calmar la rápida caída de las reservas internacionales del Banco Central. También ayudaría a la resolución de uno de los mayores problemas a mediano plazo que es el creciente déficit energético de Argentina, que el próximo año le costará al país unos 8 mil millones de dólares”, describe.
 
“Así que hay mucho en juego para Argentina. Sin embargo, el acuerdo no se firmó todavía”, concluye el diario.
 
Otro que imprime hoy dudas sobre el giro de Cristina Fernández es el periodista Joaquín Morales Solá, en el diario 'La Nación'. En duros términos, se refiere al "paso atrás cerca del abismo de una crisis":
 
"Ésa parece ser la instrucción de la Presidenta, mientras ella se encarga de mantener encendido el fuego de la épica revolucionaria.
 
El kirchnerismo es pragmáticamente cruel: obliga a sus funcionarios a hacer lo contrario de lo que hicieron y dijeron cuando sus jefes tenían márgenes de los que ahora carecen. Así las cosas, no falta mucho para que el Gobierno anuncie que entregará Aerolíneas Argentinas a alguna empresa aerocomercial privada, antes de que todos sus aviones terminen chocando en tierra.
 
El caso de Repsol es emblemático del giro político agazapado que está dando el gobierno de Cristina Kirchner. Fue todo tan oculto que la presencia en Buenos Aires de un ministro español, el de Industria, José Manuel Soria, se conoció por la prensa española. Tanto el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, como el ministro de Economía, Axel Kicillof, hablaron con los periodistas, en un gesto de apertura a la prensa, pero se cuidaron de no decir nada sobre una avanzada negociación con el gobierno español por el caso empresarial más traumático de la última década.
 
No se trata, de todos modos, de un cambio integral y planificado. Son más bien las maniobras desprolijas de un ejército en retirada, que sólo tiene tiempo y energías para resolver los problemas de a uno por vez. Ni siquiera tiene tiempo (¿ni ganas?) de cambiar el discurso. Ayer, Kicillof reiteró, en un discurso en la Cámara de la Construcción, que el problema de la Argentina es que le va demasiado bien en un mundo al que le va mal. En síntesis: el modelo se está muriendo de éxito.
 
Kicillof es el mismo que alguna vez provocó la irritación del presidente de Repsol, Antonio Brufau, luego de despotricar largamente contra los españoles de la época del virreinato. Brufau se levantó de la reunión quince minutos después de que ésta empezó. "Quiero hablar del futuro, no del virreinato", dijo. El nuevo ministro de Economía aseguró también en su momento que el Gobierno no le pagaría nada a Repsol por la confiscación de YPF y que, en todo caso, sería la administración argentina la que le pediría una indemnización a Repsol por "daño ambiental".
 
Es razonable que Brufau haya evitado venir a la Argentina para firmar el borrador de un acuerdo con la misma persona que lo maltrató y desvalijó su empresa. Sin embargo, las posiciones de Brufau fueron tomadas como propias por el gobierno español, según reveló ayer la prensa española. El ministro Soria acordó primero esas posiciones con los mexicanos de Pemex, socia de Repsol. La posición de Brufau es muy simple: quiere dinero liquido, que puede ser en bonos fácilmente canjeables, y rechaza cualquier trueque mediante concesiones en Vaca Muerta. Por lo menos, mientras un Kirchner gobierne la Argentina. Brufau está herido. Hizo todo lo que le pidieron para conservar YPF: negoció con Néstor Kirchner y regateó con Julio De Vido, pero terminó cediendo en casi todo. Al final, sus ejecutivos debieron huir a España vía Montevideo, atemorizados, horas después de que la Gendarmería violentó las oficinas de la empresa.
 
Eran los tiempos en que Kicillof se hacía cargo también de Aerolíneas Argentinas, aunque siempre dejó la representación empresaria en manos de Mariano Recalde, y forcejeaba hasta sentarse en el directorio de Techint. Es el mismo gobierno, con Kicillof como abanderado, que ahora decidió pagarle a Repsol unos 5000 millones de dólares, según fuentes confiables en Madrid. Kicillof no quiso llamarla "indemnización", sino "compensación". Son los atajos dialécticos del relato. Repsol hizo un buen negocio, aun cuando había pedido ante el tribunal internacional del Ciadi 9300 millones de dólares, que es lo que estima que valía el 51 por ciento de las acciones de YPF que le decomisaron. Los empresarios españoles siempre dijeron que aquel tribunal laudaría por una cifra menor y que la empresa española cobraría mucho tiempo después. Repsol cambió años de espera por 5000 millones en la mano. No es un mal acuerdo.
 
¿Qué negocio hizo la Argentina? Un rumor circuló hace poco. La petrolera Chevron, la única importante que firmó un módico acuerdo con YPF, realizó varias exploraciones embrionarias en Vaca Muerta. Todas dieron resultados muy positivos. "Eso es extraordinario", señaló un ejecutivo petrolero que nada tiene que ver con Vaca Muerta. Las principales petroleras del mundo (Exxon y Pemex, entre ellas) comenzaron a acercarse a la puerta argentina. Las llaves de esa puerta las tenía Repsol, que amenazaba con juicios internacionales a las empresas que aceptaran concesiones de YPF. No sólo eran amenazas: Repsol ya le había iniciado una querella a Chevron por aquel acuerdo con YPF. "Queremos estar en Vaca Muerta, pero no podemos mientras exista el conflicto con Repsol", subrayó aquel ejecutivo petrolero.
 
Si se terminara destrabando el conflicto con Repsol, como es previsible, el gobierno argentino podría negociar nuevas inversiones petroleras. Sería sólo el principio, porque quedarían por resolver otras condiciones necesarias para atraer esos capitales. Sea como fuere, lo cierto es que la administración de Cristina Kirchner necesita dólares y las empresas petroleras están en condiciones de invertir en la Argentina. No fue casual que la primera audiencia a un privado que la Presidenta concedió después de su reclusión por enfermedad haya sido a una empresa alemana, BASF, que también tiene intereses en el petróleo y el gas.
 
"Está tratando de cambiar el balance de su gestión", dijo ayer un funcionario con acceso a Cristina. Según esa fuente, ella sabe que se irá en 2015. No le permiten imaginar otro destino y tampoco quiere quedarse, dijo el funcionario. El balance hasta ahora es que en 2003 había un país autosuficiente en energía y que el kirchnerismo lo condenó a la dependencia de la importación. Es improbable que en dos años haya una modificación sustancial de esa situación, pero se propone, al menos, dejar construidos los cimientos de otra matriz energética.
 
Por ahora, tal como están las cosas, la prioridad son los dólares. Ya empezaron negociaciones para acordar con las empresas que litigan en el Ciadi, donde la Argentina es, por lejos, el país con más juicios. Una empresa automotriz alemana habría ofrecido pagar el préstamo del Estado alemán a la Argentina, unos 1000 millones de dólares, que está en default en el Club de París. La empresa cobraría en pesos en la Argentina para invertir en la ampliación de su planta local. Reestructurar la deuda con el Club de París, que reúne a los acreedores soberanos del país, ha vuelto a ser un proyecto del cristinismo, aunque ya tuvo el mismo propósito varias veces.
 
La próxima novedad será, seguramente, cierto acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para cambiar la mediciones del Indec y aceptar la revisión anual que el organismo multilateral hace de la economía de todos sus países miembros. Esa eventual normalización de la relación con el Fondo podría permitir el acceso al crédito internacional, tan desacreditado durante los años del supuesto desendeudamiento. La violenta actualización de las tarifas de los combustibles fue también un mensaje a los que tienen los preciados dólares.
 
Tal vez Kicillof, inteligente como es, hizo un curso acelerado de peronismo. Se puede ser capitalista, estatista o cualquier otra cosa si así lo exige la necesidad del poder. La Presidenta es su mejor maestra. ¿O no lleva los "pibes para la liberación", que ella convoca, de la misma mano con la que se aferra a Chevron, Exxon, Repsol y el Fondo Monetario?
 
 

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