23 agosto, 2019
La Argentina acorralada entre Macri que no puede y Fernández que no sabe
Por Rubén Lasagno
No voy a redundar en la crítica hacia lo que somos como sociedad, lo cual demuestra que colectivamente no sabemos elegir ni decidir nuestro futuro, si no es tropezando incansablemente siempre con la misma piedra, algo realmente que nos debería preocupar porque demuestra lo enfermos que estamos y lo limitado de nuestra percepción en materia de grandeza y futuro.
Me quiero referir a la encrucijada en la cual nos han puesto inútiles y chorros. Los primeros, actualmente en ejercicio de sus funciones; los segundos en las puertas de volver a tomar el poder.
Hoy veo un Macri desesperado tomando acciones impensadas hasta hace solo 20 días atrás, abandonando el machirulo que se las sabe todas, con un ecuatoriano for export como consejero y reformulando al soberbio todo terreno Peña como parlachín confrontativo, sin equipo económico visible y claro, sin políticas en la materia y un capricho exacerbado al igual que su egocentrismo, hecho añicos por la cachetada electoral de las PASO.
Del otro lado un rejunte de lo peor, con un candidato a presidente construido por la candidata a Vice (algo nunca visto), cumpliendo a rajatabla el papel para el cual fue colocado como mascarón de proa. Lógico, la dueña del circo, multiprocesada y jefa de una asociación ilícita, no puede ni hablar en público sin generar rencores; por eso hace un “saludable” silencio.
Macri no sabe y no pudo contener la economía, tomar medidas drástica para sacudirse a la corrupción K y a los tumores enquistados en su gobierno, que hoy despiertan para ver si lo pueden eyectar del sillón de Rivadavia, antes de octubre. Fernández, quien según dijo cuándo habla él, habla Cristina, no tiene la menor idea de qué hará (si llega) con la economía nacional. Puso en danza un par de nombres de economistas de apuro para que hagan una zaraza sobre macroeconomía, prometiendo ir al fondo a negociar y no colocar el cepo al dólares, como si la palabra de Alberto y Cristina valieran algo. El resto del tiempo se dedica a gambetear preguntas sin respuestas, enojándose con el periodismo o dando entrevistas donde sólo habla él.
Uno no pudo, el otro no sabe. Así los argentinos vamos a llegar a octubre para elegir el próximo presidente. Un desastre natural y permanente de nuestra nación, donde la moral no importa, la viveza es alabada como condición necesaria y el individualismo sigue jugándonos una mala pasada, llevándonos a un estancamiento fenomenal y un atraso permanente. Nuestra escasa o nula conciencia nacional, nos ha relegado varias décadas en el ranking de los países más adelantados del mundo y aún de varios vecinos nuestros como Brasil y Chile, solo por poner dos ejemplos claros de marcada diferencia. Y no es que ellos sean mejores, es que nosotros somos peores.
La autoflegalación social argentina no tiene parámetro en el mundo. No existe un país del cual se haya ido un gobierno el 80% procesado por corrupción en funciones, que haya esquilmado al pueblo descaradamente, hayan traicionado a la patria firmando un memorándum con los genocidas terroristas enemigos del país, hayan matado a un fiscal, hayan perseguido, apretado y denostado a la prensa y a quien pensaba distinto y a cuatro años de su virtual desaparición, sea rescatado increíblemente por el voto popular para reponerlos en el poder.
Argentina es como Santa Cruz, no tiene destino porque no tiene la mínima intención de cambiar. Somos un país cobarde, egoísta, poblado en un gran porcentaje por vagos y oportunistas y como tal nuestra sociedad parece inclinarse una vez más hacia lo que cree es el paradigma del bienestar, populismo donde abundan los planes sociales, la militancia rentada, el ingreso al Estado para cobrar sin hacer nada por nadie, la prebenda, el subsidio, el mal trato y la subsistencia y enriquecimiento de los unos a costa de muchos que trabajan todos los días y que cada vez son menos.
Quizás sea el momento en que Dios abandone definitivamente a la Argentina. Dudo que un país el cual se autoflagela recurrentemente, merezca ser ayudado, no solo por la comunidad internacional, sino por la divinidad, si es que ello realmente ocurre en el plano esotérico. Es indudable que nunca hemos tocado fondo, a pesar de las veces que lo creímos. Esta posible vuelta al caos, a la inseguridad, al narcotráfico, al robo, la manipulación, la mentira, la injusticia y la delincuencia instituida como forma de gobierno, la cual seguramente volverá de la mano de la runfla kirchnerista pero por decisión de la propia sociedad argentina, debería servirnos para escarmentar de una vez y por siempre. Pero también como siempre nos ocurre, nos daremos cuenta del error cuando ya sea imposible repararlo. Y volveremos a empezar una nueva equivocación.
(Agencia OPI Santa Cruz)
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