27/08/2019 - 23:13
La dualidad de Alberto F.
La reacción del mercado descuenta decisiones sobre la deuda y el dólar que el candidato del Frente de Todos niega.
Las palabras de Alberto Fernández sobre el
FMI impactaron en los mercados.
Ricardo Kirschbaum
Del editor al lector
Alberto Fernández no la tiene fácil. Traslada esas dificultades a la fragilidad del país. Ocurre que es un candidato que no puede hablar mucho como tal. Las PASO han hecho de que se lo tenga casi como presidente pero no lo es. Un candidato puede hablar más suelto y generar menos reacción política y económica. Racional o intuitiva. O mezcladas. Pero el voto del 11 de agosto pesa mucho en el inconsciente colectivo, incluidos el de los propios protagonistas de esta “anomalía”, que inmediatamente se registra en la economía.
¿Le conviene a las posibilidades electorales de Fernández que el dólar suba y con él, los precios? Habría una repetición de tácticas no olvidadas que pueden ser hambre para mañana. ¿O habrá pagado ya Macri todo el precio electoral de la mala economía y aun en exceso? Fernández habla, el dólar se agita y las incertidumbres siguen.
El jueves, en el simposio organizado por este diario, Fernández bajó un mensaje concreto prometiendo que bajo su eventual gobierno no habrá default. El argumento político para digestión de aquí y de afuera fue perfectamente democrático: la deuda fue asumida por un gobierno elegido por los votos. Es legítima.
El mercado entiende de qué tratan los discursos electorales. En particular, distingue los dirigidos a los votantes con los votos y los dirigidos a los votantes con los dólares. ¿Qué destinatario principal tuvieron sus últimas declaraciones, las de las últimas horas, en las que habló con los propios enviados del Fondo? Fue para mostrar que no hay acuerdo con Macri para moderar. Para Pichetto, en cambio, esta declaración rompió ese acuerdo.
Alberto F. dijo además que la plata que el FMI prestó se usó para fugar capitales y que ese acuerdo agravó la crisis. La más que eventual, perfectamente posible lectura de los mercados acerca de fugar capitales huele a controles y restricciones. La otra lectura entre ingenua e irresponsable es que la crisis es de ellos (el macrismo), no nuestra (Alberto-Cristina), queriendo tapar el sol con la mano.
Fernández no puede ignorar -o no debiera- que el escrutinio actual de sus actos y de sus dichos no discrimina su actual condición. Es probable, entonces, que su mensaje después de la reunión con los enviados del Fondo no haya sido nada inocente. Esa situación de candidato más votado pero todavía sin haber ganado, la estrategia de moderación y la necesidad de complacer al ala más radical del kirchnerismo, que ya comenzó a presionar sin disimulos (basta con escuchar a sus más conspicuos voceros), obliga a Fernández a una política más sofisticada que la que surge de esa complicada relación de fuerzas.
El punto central es el “vacío de poder” que dicen que el FMI esgrimió en la reunión. El Fondo lo desmintió pero los lenguaraces del kirchnerismo se ocuparon de interpretarlo como que hay que “adelantar” las elecciones.
Quieren decir: aceleremos la unificación del poder virtual con el poder formal para evitar estos hiatos que tanto mal hacen.
Mejor, dado los tiempos, es pensar más que chicanear. Porque, las marchas del sábado sorprendieron al oficialismo (algo que no es extraño) pero también a la oposición. Esta reacción puede haber influido también en la dureza del comunicado de Fernández, un documento que fue pensado antes de ser difundido y en el que se sopesaron cada uno de los términos que allí se incluyeron.
Sobre todo si ahondó la percepción de que el candidato adoptará decisiones que se ha obstinado en negar en cada oportunidad.
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