31/08/2019 - 22:55
Hola, soy Tío Alberto
“No existe ningún conflicto con los chicos de La Cámpora, los conozco mejor que nadie”.
Alberto Fernández, la semana pasada al salir de sus
oficinas en San Telmo. Foto Maxi Failla
Alejandro Borensztein
Queridos sobrinos y sobrinas, quiero aprovechar que hoy me han prestado tan gentilmente esta página 2 de los domingos, para dirigirme a ustedes a los efectos de despejar algunas dudas y llevar tranquilidad a todoaex@$s.
Como les digo siempre, yo hablo con la verdad y acá, mi amigo Ale que no me deja mentir, sabe que es así.
Yo, Alberto Fernández o Tío Alberto, por el momento no soy presidente, ni presidente electo, ni presidente virtual, ni nada. Sólo un simple candidato, como Gómez Centurión o Del Caño.
No tengo nada que ver con lo que está pasando ahora en la Argentina. Soy un tipo común que ha recibido 12 millones de votos como cualquier tipo común de este país. Es un honor que agradezco, pero al día de hoy tengo la misma responsabilidad política que puede tener un guitarrista de los Beatles, un profesor emérito de Harvard o un marcador de punta de Argentinos Juniors, por nombrar cosas que me son afines.
Lo que sí reconozco es que tengo el poder que me ha dado mi amiga Cristina, con quien nunca más me voy a volver a pelear, como se lo prometí a ella y a su hijo el día que nos reconciliamos en aquella sentida ceremonia secreta llevada a cabo en una de sus mazmorras.
Sé que hay mucha gente dudando sobre el verdadero poder que yo voy a tener en un posible futuro gobierno y el que va a tener la ex Presidenta, pero quiero asegurarles que las cosas están muy claras entre nosotros y que cada uno cumplirá su rol institucional. Esto lo hablamos muchas veces con mi amiga Cristina y lo volvimos a hablar el viernes a la mañana, cuando le llevé el desayuno.
También comentamos este tema con el compañero Oscar Parrilli el miércoles cuando fuimos al Laverap a retirar las fundas y los acolchados que Cristina nos pidió que mandáramos a lavar aprovechando que ella iba a estar de viaje en Cuba. Y ambos estuvimos de acuerdo en que las decisiones importantes las voy a tomar yo como presidente.
Tampoco existe ningún conflicto con los chicos de La Cámpora, a quienes conozco mejor que nadie porque yo estuve ahí desde siempre. Tuvimos una larga reunión, nos pusimos de acuerdo en todo y después fuimos a cenar a una parrilla. De entrada fijamos posiciones. ¿Chorizo o empanada? Yo dije empanada y nadie intentó imponerme ni molleja ni provoleta. Nada. Dije empanada y vino empanada. Después, en el plato principal, ellos dijeron que se quedaban con el Ministerio de Relaciones Exteriores, el de Justicia, la AFI, la Bonaerense, los medios de comunicación del Estado, y me informaron que para hablar con Kicillof primero tengo que consultar a Máximo que es el dueño (de Kicillof). Ningún problema. Sobre el final, ellos dijeron flan con dulce de leche, yo dije almendrado y sin discusión vino el almendrado. Y así va a ser nuestra relación. Respetuosa pero firme.
Ahora con la crisis, desde el gobierno y los medios se me está reclamando colaboración. Justo a mí. Y aunque yo no tengo ninguna responsabilidad, la estoy dando. Por ejemplo: tenemos un gobierno que no abre la boca. Nunca explicó nada. De hecho, yo mismo expliqué mucho mejor que ellos el desastre que hizo Cristina entre el 2008 y 2015, período que yo mismo definí como “deplorable” según puede verse en todos esos videos de mierda que los gorilas malparidos hacen circular por ahí. Pero el gobierno, no dijo ni mu. Nunca.
Inclusive, el sábado pasado los seguidores de Macri llenaron la Plaza de Mayo para apoyarlo y al presidente no le pusieron ni siquiera un micrófono para que hable. No había parlantes. Nada. Gritaba como un perro y no lo escuchaba ni el loro. Incomprensible. Están perdiendo las elecciones y no construyen mística ni motivan a nadie.Son unos pechos frío como no vi en mi vida.
Estas cosas a los peronistas nunca nos hubieran pasado. Mirá si al General no le iban a poner un micrófono el 17 de octubre del 45 cuando Cipriano Reyes le llenó la Plaza de Mayo y al entonces Coronel Perón lo liberaban de la detención en Martín García. Sin micrófonos nunca hubiera nacido el peronismo. Es más, la imagen de Evita que hay en la fachada del Ministerio de Acción Social en la Avenida 9 de Julio tiene la cara de Evita y… ¡¡un micrófono!! Sólo estos marketineros pueden creer que me van a ganar sin audio.
¿Y cómo colaboro yo, entonces? Simple, si ellos no hablan, hablo yo. Me reuní con el FMI y a la salida informé en off que hay vacío de poder. Y después llamé al Wall Street Journal para explicarles todo y llevar tranquilidad. Les dije que esto es un desastre, que estamos en default y les conté, con lágrimas en los ojos y como un simple ciudadano que soy, que “estamos viviendo un deja vu del 2001”.
Lo hice de buena onda, de corazón y sin querer generar pánico. En ningún momento dije que seguramente en una semana van a cerrar los bancos. Ni expliqué que los dólares que ustedes no compren el lunes a 63, los van a pagar el martes a 66, el miércoles a 70 y vaya uno a saber si el viernes todavía queda algún dólar para comprar. Yo ayudo. Porque yo sé lo que es una crisis.
A fines de los 80 yo era funcionario de Alfonsín cuando Cavallo le pidió al FMI que no le preste más plata a la Argentina y, de ese modo, entre él y Menem lo voltearon. Yo estuve ahí. ¿Qué hice? Me pasé al menemismo, obvio. Y ahí me quedé joya al frente de la Superintendencia de Seguros de Menem. Me formé allí adentro. Y luego me fui con Cavallo para perfeccionarme. Domingo, vos no me vas a dejar mentir, yo sé lo que es el neoliberalismo porque también yo estuve ahí. Por eso nadie mejor que yo para combatirlo.
Finalmente quiero aprovechar esta oportunidad para dejar en claro tres cosas:
1. En mi gobierno no habrá default. Ni con el FMI ni con los bonistas del mundo. Las deudas se pagan. Vamos a respetar a cada tenedor de bonos argentinos y a todos los organismos de crédito porque yo estuve ahí y yo se lo que significa. Y con la misma convicción que declaro que jamás vamos a defaultear y que siempre vamos a respetar a los bonistas que confiaron en la Argentina, también les digo que nos vamos a sentar a negociar con cada uno de ellos, que veremos como y cuando les podremos pagar algo, si es que les pagamos. Y si al FMI no le gusta me importa un corno.
2. Como profesor de la universidad pública y especialista en Derecho soy respetuoso de la Constitución y de la independencia de la Justicia. Con esa misma convicción, les digo que ya tengo armada la lista de jueces a los que vamos a sacar a patadas en el orto porque como dijo el compañero Boudou en su alegato final del jueves, antes de escuchar la última sentencia, “nos persiguieron para saquear el país pero esto se está terminando”. Será justicia y no los voy a defraudar.
3. Voy a terminar con la grieta que tanto daño nos ha hecho. Quiero que esto lo entiendan todos, incluido el forro de Dieguito Leuco, el inútil de Jonatan Viale, la gorila de Mercedes Ninci y el pelotudo de Majul, a quienes aprecio desde siempre (Luisito no me va a dejar mentir) y una vez más les tiendo mi mano amiga. Yo sé lo que ellos han vivido en el pasado porque yo estuve ahí.
Ahora los dejo porque viajo a Madrid en una horas. Quiero transmitirles calma. Me voy con la tranquilidad de saber que la casa está en orden, que el que apuesta al dólar pierde, que el que depositó dólares recibirá dólares, el que compró bonos recibirá bonos y que si mandan el principito les daremos batalla.
Dejo todo encaminado. Pero si en algún momento ven que hace falta alguna cosita, un empujoncito más o huelen algún vacío de poder, me avisan. Desde mi humilde lugar de académico candidato al Nobel, siempre estaré dispuesto para ayudarlos.
Feliz domingo para todoaex@$s.
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