sábado, 19 de abril de 2014

EL AÑO EN QUE RECUPERAMOS LA ESPERANZA (18-04-14)


Por Jorge R. Enríquez





El primer aniversario de la elección del Cardenal Jorge Bergoglio como Papa ha sido un motivo de celebración no solo para  los católicos y las personas de fe, sino para todos los hombres y mujeres del mundo de buena voluntad.

El mensaje de Francisco ha calado hondo en este corto lapso en los corazones de seres humanos de las más diversas creencias, que ven en el sucesor de Pedro el faro espiritual que el mundo necesita. Francisco nos enseña con su ejemplo a vivir con humildad, a dialogar, a reconocer en el otro a un semejante aun cuando piense distinto o pertenezca a otra cultura, etnia o nacionalidad. En definitiva, a superar la mera noción formal de solidaridad para alcanzar lo que el obispo Bergoglio llamaba la projimidad, que implica sentir como nuestros semejantes.

Para quienes lo conocemos hace muchos años, nada de esto es una sorpresa. El milagro es que cientos de millones de personas reciban ahora la luz de ese mensaje, recuperen la fe en la dignidad esencial de la persona humana y en su trascendencia, y disipen los odios y las distancias artificiales para abrazar la cultura del encuentro que Francisco predica incansablemente. 

Se habla mucho en los medios de los “gestos de Francisco”. Los gestos son importantes porque comunican un mensaje, dicen a veces más que las palabras. Si han servido para recrear en muchas personas una fe debilitada, han cumplido con creces su cometido. Pero no se trata solo de gestos. Hay un contenido muy profundo en el magisterio franciscano. Así como alienta a los sacerdotes a salir de las iglesias, a acercarse a los que sufren, a vivir con autenticidad, les pide a los gobernantes que trabajen para erradicar la pobreza, la marginalidad, la violencia.

Sólo una lectura superficial o mal intencionada puede inferir de esa vocación por la justicia una actitud de antipatía a la libertad económica o proclive a los populismos. Nada más alejado de la verdad. Francisco es el continuador de la doctrina social de la Iglesia, que se originó en la Encíclica Rerum Novarum, promulgada por el Papa León XIII en 1891. Desde entonces, la Iglesia ha desarrollado y precisado mediante diversos documentos sus ideas en materia económica y social. Queda claro, para cualquiera que de buena fe lea esos textos, que se valora como principio rector de la actividad económica la libertad, pero se exige al mismo tiempo a los Estados que arbitren los medios para eliminar las inequidades y para que el fin de lucro, legítimo, no sea sacralizado en desmedro de las necesidades de los más postergados.

Así, por ejemplo, en la Encíclica Centesimus Annus, Juan Pablo II expresó, respecto de aquellas “necesidades que son ‘solventables’ con poder adquisitivo”: “Da la impresión de que, tanto a nivel de naciones, como de relaciones internacionales, el libre mercado sea el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder más eficazmente a las necesidades”. 

Francisco no ha venido a refutar esa más que centenaria doctrina, pero ha puesto el acento, por provenir de una región que es de las más desiguales del planeta, en la necesidad de atender prioritariamente a los pobres y a los que sufren. En su reciente Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nos dice: 

“¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano”.

Celebremos este año con alegría. En medio de tantas dificultades, este Papa venido del fin del mundo nos ha traído un soplo fresco y nos ha devuelto las ganas de enfrentar los desafíos con renovada esperanza.

¡Felices Pascuas!
 Abril de 2014
                                                                                 Dr. Jorge R. Enríquez
                                                                           jrenriquez2000@gmail.com
                                                                              twitter: @enriquezjorge

La presente nota del Dr. Jorge R. Enríquez es publicada en La Misère Porc, por gentileza de su autor

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