El Gobierno y el campo: romper el maleficio de pelear en las rutas

06/03/2020

El Gobierno y el campo: romper el maleficio de pelear en las rutas


El Presidente se fastidió por el paro del campo pero debe hallar una solución para no repetir el conflicto de 2008.


Alfredo De Angeli, de la Federación Agrearia de Entre Ríos,
fue uno de los líderes de la protesta del campo en 2008.
Hoy es senador.




  Fernando Gonzalez
                                               Del Editor



Todo parecía tranquilo el martes pasado a media tarde. Los presidentes de las cuatro entidades del campo que forman la Mesa de Enlace terminaban de reunirse con el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y con el ministro de Agricultura, Luis Basterra. Les habían confirmado la suba de las retenciones para las exportaciones de soja de más de mil toneladas y algunas compensaciones para los productores más chicos y las economías regionales. El ruido mayor lo provocaban los reintegros. Ese dinero estatal que dependería de la voluntad de los funcionarios antes de volver como compensación al bolsillo de los chacareros. Los cuatro directivos le prometieron burbujas de consenso al Gobierno pero pidieron consultar a las bases antes de cualquier acuerdo. Había dudas sobre cuál podría ser la respuesta.


Esas dudas comenzaron a agigantarse el miércoles. El presidente de la Sociedad Rural, Daniel Pelegrina, las compartía con quien quisiera escucharlas durante el almuerzo en el Hotel Alvear donde Alberto Fernández les habló a los empresarios. “Los productores están enojados y el conflicto no se apagó ni mucho menos”, explicaba. Meneaba la cabeza y repetía que todo iba a depender de esos chacareros con ganas de movilizar los tractores en Córdoba y en Santa Fe.

Las negociaciones entre el Gobierno y el campo tambalearon fuerte el jueves por la mañana. Fue cuando se conoció el comunicado de Confederaciones Rurales Argentinas, la entidad más combativa de la Mesa de Enlace en estas últimas semanas. El tuit de su titular, Jorge Chemes, se viralizaba en los teléfonos de empresarios y de funcionarios que se alarmaban. Eran cinco párrafos escritos con estilo de barricada. Pero fueron las últimas líneas las que transmitieron la señal inconfundible de que algo se había roto.

“Señores, si las medidas tomadas son empujadas por un espíritu recaudatorio tengan en cuenta que ‘es un juego de suma cero’ en el corto plazo. Si son empujadas por un espíritu ideológico, entonces, nos veremos en las rutas…”.

Pasado el mediodía, las cuatro entidades adherían a las consignas y la Mesa de Enlace anunciaba un paro de actividades desde el lunes hasta el jueves próximo. Un freno a la comercialización de granos que rompió las negociaciones que buscaban evitar la repetición de aquel marzo fatídico de 2008. Aquellos “piquetes de la abundancia”, como los demonizó Cristina, que condujeron a una derrota parlamentaria histórica con el voto “no positivo” de Julio Cobos y que precipitaron el peor momento de los Kirchner en el poder.

Alberto Fernández recuerda perfectamente aquellos momentos y les ha dejado en claro a sus ministros que no quiere repetirlos. Dicen que, siendo jefe de gabinete de Cristina, llamó a dirigentes de la oposición y hasta se comunicó con el entonces presidente Lula para pedirles que hablaran con los Kirchner porque Néstor amenazaba con dejar todo y volverse a Santa Cruz. Aquella crisis fue superada y las paradojas argentinas hicieron que Cristina fuera reelecta en 2011 con una victoria impresionante en los distritos electorales de las provincias sojeras.

“Ya negociamos, pero ellos quieren ganar siempre”, es la frase que el Presidente repitió con fastidio ante sus colaboradores tras enterarse del paro agropecuario. Tendrá que administrar su enojo y encontrar una línea de entendimiento que le permita romper el maleficio del encontronazo en las rutas. Esta vez no se trata de Néstor ni de Cristina. Se trata de su propio poder, de su propio futuro y de la dificultosa construcción de su liderazgo.