16 marzo, 2020
El coronavirus, entre la prevención, la psicosis, el oportunismo y los docentes “inmortales”
Por Rubén Lasagno
El coronavirus es el tema que maneja la agenda pública y de medios en estos días y si bien es bueno que ello suceda, hay temas que se escurren por debajo de este manto de psicosis colectiva, el cual nos hace perder de vista (y control) otros temas muy importantes para la vida social, económica y política del país.
El Presidente dio una clase de cómo lavarnos las manos, pero nos hubiera gustado que dijera qué hace el estado realmente en hechos concretos para aportar en la crisis como cuántos respiradores mecánicos ha comprado y provisto en los últimos días; cuántos centros se habilitaron para tratar la enfermedad; qué hospitales en cada provincia se han dedicado para la contención y tratamiento; cuánto se invirtió en proveer insumos a los hospitales nacionales, provinciales o municipales etc. Nada de esto dijo el gobierno; el resto todo lo sabemos o nos enteramos por los medios y las redes sociales, sin necesidad de que el presidente adopte una misión paternalista.
En la provincia de Santa Cruz, por ejemplo, el gobierno tomó una acción ambibalente. Suspendió las clases, el problema es que solo lo hizo para los chicos. El universo docente, directivos y auxiliares, siguen yendo a las escuelas a “cumplir actividades de mantenimiento, orden, administrativas y curriculares”, lo cual nos hace pensar que a criterio del Consejo Provincial de Educación, los docentes son inmortales y están exentos de contagiarse y/o llevar a sus hogares el virus recogido del contacto permanente con grupos de personas.
Por otra parte el coronavirus abrió un nicho de oportunidad increíble para el gobierno nacional y provincial, dado que la declaración de “emergencia”, siempre es un buen momento para echar mano indiscriminada y arbitrariamente a los fondos que por la “emergencia” se manejan sin control, por fuera de la transparencia y al antojo de los funcionarios de turno.
El gobierno nacional y particularmente la gobernadora Alicia kirchner en Santa Cruz, lo primero a lo que echaron mano fue a “declarar las emergencias”. Si bien esto se instruye para evitar burocracias y agilizar la disposición de fondos suficientes para atender las demandas que requiera la salud, en este caso, sacando los discursos altisonantes que suelen hacer desde el gobierno, nada mejora, no se visibilizan cambios sustanciales y eso lo podemos ratificar viendo, por ejemplo, que en los colegios no hay jabón, papel higiénico, gel, ni limpieza y hasta el muchos casos, ni agua. Entonces ¿Dónde está la plata que se libera en las emergencias si todo sigue como estaba ayer?. En cambio si nos enteramos de millonarias partidas que se movilizan con excusas de todo tipo.
Declarada la emergencia sanitaria, se supone que los hospitales deberían abundar en insumos, se abrirán en los edificios nuevas alas destinadas a los procedimientos preventivos, áreas de infectologías, nuevas camas de terapia intensiva, etc. Nada de eso. Todo sigue igual, con las mismas carencias, insuficientes recursos y ninguna modificación en la infraestructura. Pero el nicho de oportunidad que se abre para el gobierno, con el cambio de denominación en el estatus oficial del sistema que va de “situación normal”, donde todo debe ser controlado y cursarse por los canales ordinarios, a la de “emergencia” donde se anulan todos esos pasos administrativos y el dinero fluye sin más explicación y con un manejo arbitrario de las autoridades, se facilitan herramientas para que la casta política corrupta que nos gobierna, repitan la historia del saqueo y el perverso aprovechamiento de las crisis para desviar fondos con fines personales y políticos.
Los ejemplos sobre estas “emergencias” y cómo se robaron los fondos, abundan y las pruebas de lo deshumanizado que pueden llegar a ser los gobiernos están a la vista y no debemos remontarnos tanto en la historia: las inundaciones en provincia de Buenos Aires o las inundaciones y el deslave del cerro Chenque en Comodoro Rivadavia (Chubut) son solo dos ejemplos de muchos donde las “emergencias” fueron solo para las víctimas y redituaron en beneficio solo a funcionarios y comerciantes que hicieron un negocio redondo. En Chubut hay funcionarios y empresarios procesados y presos, en provincia de Buenos Aires, solo muertos que Daniel Scioli no contabilizaba para no recrudecer el cuadro del desastre que fue su desastrosa administración.
La otra pata de esta desgracia son los comerciantes. Sin otra limitación que ganar más y ninguna convicción solidaria, los supermercadistas estoquean, desabastecen y alzan los precios por las nubes. El presidente pidió que los controlen y que el Estado va a cerrar comercios abusivos. Todo queda allí, no existen mecanismos confiables y menos oficiales, que impidan la propagación del virus y el abuso del comercio corporativo. Solo está en cada uno, preservar la salud personal y de cada familia. Las contradicciones oficiales, ponen más sombras que luz sobre los grises de esta peligrosa enfermedad que se ha transformado en pandemia.
(Agencia OPI Santa Cruz)
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