13 de marzo de 2020 • 10:18
Remedios gratis. La clase media paga la promesa de Alberto Fernández
LA NACION
Finalmente será la clase media , a través del impuesto Para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS), la que terminará pagando gran parte de la cuenta por los remedios que el Gobierno entregará gratuitamente a los jubilados a través del PAMI. Es decir, la canasta de 170 principios activos, con 3600 presentaciones comerciales, a la que todos los afiliados a la obra social de los jubilados y pensionados accederán gratuitamente, será financiada por el Estado con lo que recaude por la compra de dólares u otra moneda extranjera, por el pago de bienes y servicios en el exterior, por las compras con tarjetas de crédito y débito en el exterior y por servicios digitales como Netflix o Spotify, entre otros conceptos. El impuesto PAIS lleva recaudados unos $10.700 millones desde su entrada en vigencia, el 23 de diciembre pasado. Según se informó, el PAMI, aunque está en una situación financiera complicada, también sumará recursos propios.
Atrás quedó la promesa de campaña del ahora presidente Alberto Fernández, que había insinuado que el costo de brindar el vademécum gratuito se cubriría con el "ahorro" en el pago de intereses de las Leliq, las letras de liquidez con las que el Banco Central les paga a los bancos por quedarse con sus pesos. "Dar remedios gratis a los adultos mayores cuesta lo mismo que 10 días de intereses de Leliq", respondió Fernández ante las críticas. "Entre los bancos y los jubilados, me quedo con los jubilados", completó, categórico.
Más tarde, por la volatilidad que estas declaraciones provocaron en el mercado, Fernández aclaró que no dejaría de pagar las Leliq, sino que pagaría menos intereses por ellas para generar un ahorro. Es cierto: desde que empezó la gestión albertista, el Banco Central recortó la tasa de interés incesantemente, con lo cual está pagando mensualmente, según los especialistas, entre $25.000 millones y $30.000 millones menos que lo que desembolsaba en agosto o septiembre pasados. Sin embargo, aclaran que esa deuda se anota como tal en el balance del BCRA, pero no se paga, sino que se devenga. Se va cubriendo con nuevas letras, lo que genera la llamada "bola de Leliq" que no solo no se achicó, sino que se siguió agrandando para alcanzar actualmente unos 1,7 billones de pesos. Pese a este roll over permanente del Central, los bancos -al convertirlas en utilidades- están en condiciones de monetizar una parte de estos títulos.
De todos los destinos que el Gobierno pueda darles a los fondos recaudados por la creación de nuevos impuestos o por la suba de los existentes, probablemente este sea el menos polémico. De hecho, para muchas familias de esta franja de la sociedad no es novedoso tener que ayudar a los adultos mayores. Son hijos que se ven obligados a asistir económicamente a sus padres por las magras jubilaciones que cobran y que no alcanzan para subsistir. Por eso, no pocos dicen que un aumento de los haberes hubiera sido mejor porque beneficiaría a todos los jubilados, sin importar la cantidad de medicamentos que requieran.
El fin, más allá del instrumento elegido, es noble, pero la realidad suele tener menos brillo que los discursos de campaña. No es la "timba financiera" (como bautizaron algunos referentes del Frente de Todos a la operatoria de las Leliq) la que pagará la cuenta, sino, una vez más, la clase media.
Por: José Luis Brea
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