7 marzo, 2020
Liberan al anteúltimo chorro; para eso volvieron
Por Rubén Lasagno
Quedó libre Julio De Vido en la causa por la desaparición forzada de 50 millones de pesos en Río Turbio, en uno de los tanto fraudes cometidos por la banda oficial que tocó ininterrumpidamente por 12 años; se retiró cuatro en los cuales algunos jueces se animaron a ponerlos a buen resguardo y ahora que la jefa de la banda anotó como vice de un presidente a quien se les ven los hilos detrás del saco, todos los chorros vuelven al poder y alguno de ellos con puestos oficiales, como corresponde, con el espíritu resarcitorio de la venganza bien conservada y el bolsillo más abierto aún, porque si antes no pasó nada, ahora que volvieron tienen ganado el derecho adquirido de ser y sentirse impunes por algunos años más, hasta que cambie la mano.
En realidad De Vido no estaba preso éste último tiempo, sino gozando de su palaciega vida en el lujoso aposento que logró comprar vaya a saber con qué esfuerzo y cuáles dineros y la justicia flácida, en este caso constituida por los jueces Adrián Grünberg, José Michilini y Ricardo Basílico determinó que no hay riesgos procesales para la causa si De Vido está en libertad y el Tribunal lo liberó bajo palabra y con la promesa de “someterse al procedimiento y de no obstaculizar la investigación”.
Casos similares a los de Baratta, De Vido, Osuna, Cristóbal López, De Sousa etc podrían extenderse inclusive a delincuentes con condena y causas por delitos graves como es el caso de Jaime, Boudou, López y hasta Milagro Sala, la emblemática delincuente jujeña a quien pretenden redimir como “presa política” y es una simple puntera, apretadora y corrupta kirchnerista que utilizando sus razgos aborígenes, intenta “reivindicar” la lucha de los originarios, habiéndose enriquecido en funciones delictuales al servicio de la ex presidente y su hijo, a quienes les llevaba los bolsos repletos a Olivos.
Era obvio que todo esto iba a ocurrir; lo anunciamos con la debida anticipación, cuando el kirchnerismo, usando de mascarón de proa a Alberto Fernández, se lanzó a la búsqueda del poder, uniéndose con la izquierda, los gremios afines y Sergio Massa. Era el inicio de la gran impunidad que asomaba como increíble, en un país increíble. Pero en boca del tío Alberto, “volvían para ser mejores”… pero no dijo, “mejores qué…”.
“En la Argentina lo que hay son detenidos arbitrarios, que es otra cosa. Es gente que podría soportar sus procesos en libertad, pero solo los detienen porque son opositores. Cuando hablo del mal funcionamiento de la Justicia hablo de eso“, dijo Alberto Fernández porque le da urticaria la palabra “presos políticos” para aludir a delincuentes comunes, a casi tres meses de ejercer el gobierno.
En poco tiempo más el presidente, que cree diferenciarse de Cristina y su hijo por una cuestión semántica, al usar el eufemismo “detenidos arbitrarios” en una clara intromisión en el Poder Judicial, influyendo en los jueces cobardes y acomodaticios, quienes sienten que van por ellos, deja muy claro que está en total acuerdo con esta verdadera gesta liberadora de chorros, cómplices y corruptos que llegó implícita en su gobierno, porque fue impuesta por su mentora en la campaña falaz que llevó a cabo para rescatar el “voto peronista” que lo pusiera dónde está hoy.
El peronismo residual ha sucumbido al kirchnerismo retrógrado y juntos han generado un cóctel de impunidad del que todavía no vemos los verdaderos resultados. Pero la culpa no es de ello, como siempre digo; es de gran parte de la sociedad que con su voto repite los errores de traer siempre a los mismos para resolver problemas creados por esa misma gente, que antes no pudieron resolver.
Ningún resultado distinto vamos a obtener haciendo siempre lo mismo. Que hoy queden libres los chorros es una consecuencia; la causa es mucho más profunda, convive con todos nosotros y tiene un pase de cuatro años más en el poder, donde los ha puesto gran parte de quienes hoy los repudian.
(Agencia OPI Santa Cruz)
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