viernes, 13 de marzo de 2020

La ideología del desprecio por la vida





13/03/2020


La ideología del desprecio por la vida





(Y sus consecuencias)




No es necesario profundizar demasiado en la cotidianeidad de la política nacional para advertir que los “miedos” de comunicación periodísticos “pautados” vienen entreteniendo a la población mientras el país se hunde, día tras día, en una crisis cada vez más compleja.

Morbosamente utilizaron la muerte del adolescente Fernando en Gesell (algo que suele ocurrir en muchos boliches y/o en la noche de cualquier ciudad) para adormecer al público y esconder el brutal ajuste aplicado sobre jubilados, trabajadores, empresarios y clase media, permitiendo –además- que Lavagna hijo hiciera desaparecer en 2 meses un 1,5% de inflación.

No es tan descarado como lo que ejecutaba Moreno, pero es reprochable que el funcionario se preste a ese juego.

Al fin de cuentas nada debería extrañarnos ya que desde el 2002 al 2015 la inflación acumulada llegó casi al 1400%, mientras el Indec nos dibujaba que en Europa la pasaban peor que nosotros.

Hoy retornó la remake de “no hay en el mundo mejor país que la Argentina”.

Una verdad que solamente alcanza a la clase política.

La oposición tampoco controvierte los índices de Inflación para evitar que Alberto Fernández se aísle del consenso internacional y se le complique cerrar las negociaciones con bonistas y el FMI.

Alberto Fernández y Mauricio Macri se necesitan mutuamente para frenar cualquier avance de Cristina hacia la toma del poder.

Como lo he venido explicando el PJ histórico y el sindicalismo menos radicalizado acompañan los pasos del presidente a la espera que en algunos meses se produzcan cambios en este gabinete mediocre e improvisado que fuera elegido para esta coyuntura.

La aseveración de Alberto Fernández en el inicio de sesiones de principios de marzo declamando “Somos un gobierno de científicos no de CEOs” sin advertir que ni en un caso ni en otro se garantiza con eso que el desarrollo de la función en el cargo público sea exitoso, resulta –al menos-hilarante.

El “científico” que conduce la Salud Pública lanzó una máxima memorable apenas se conoció la aparición del coronavirus en el mundo: “Estamos lejos y estamos en verano, algo que nos juega muy a favor…”. A pesar que hoy la situación se complicó gravemente, Ginés sigue muy orondo en su cargo. Algo no muy científico, pero que en este país no parece ser trascendente.

Para aquellos que recuerdan viejas épocas, Galtieri desafió a los ingleses invadiendo Malvinas sorpresivamente. Los militares de entonces aseguraban que los buques de una de las potencias navales más poderosas del planeta no iban a venir de tan lejos y que siendo época invernal se les dificultaría operar en los mares del sur.

Pasan los años y el nivel de improvisación es el mismo. No aprendimos nada.


Los problemas no aparecen para ser subestimados, sino para enfrentarlos profesionalmente y resolverlos.

Esperar que la suerte nos acompañe es algo para dejarle a los apostadores de juegos de azar.

La política de un país es algo demasiado importante para jugársela a un pleno en el paño de la ruleta internacional.

En otro aspecto, sustancial a mi entender, Alberto Fernández debería haber aprendido – con su experiencia política y su desarrollo personal- que el desprecio por la vida no es gratuito y tiene sus consecuencias.

Apostar ideológicamente por el aborto es condenar a todos los habitantes del país a sufrir situaciones desgraciadas durante muchas generaciones.


Hoy es un virus, mañana cualquier otro evento dañoso. Y eso está escrito.

No solamente las tres religiones monoteístas se oponen al crimen más atroz como es quitarle la vida a un inocente: el Cristianismo es muy claro al respecto y ya lo conocemos, el Judaísmo considera a la vida como don de la divinidad y para los Musulmanes el aborto es algo haram (prohibido); sino también en el Budismo el concepto de Karma se entiende como acción generadora de una reacción ya que un acto siempre tiene su consecuencia como ocurre con la ley de causa-efecto (recogerás lo que siembres y todo lo que vuelve lo hace multiplicado por 10).

Asimismo, en el campo de quienes hacen culto de la energía se comprende claramente que si la que se echa a rodar es negativa la que regresará nunca será positiva. Si haces algo bueno la consecuencia será buena. Y lo mismo si haces algo malo.

En cualesquiera de las vertientes que aplican en el universo el desprecio por la vida, y en especial la de un nonato, sólo traerá aparejadas desgracias y muertes. Y lo estamos viendo.

Hasta varios filósofos de la antigüedad, Pitágoras por ejemplo, sostenían esa misma postura.


Estimado Alberto Fernández le sugiero y lo conmino a que desista de insistir con enviar al Congreso Nacional un proyecto de ley que permita terminar con una vida.

Reflexione que usted se encuentra circunstancialmente al frente de la magistratura del país y que conoce que ese poder, de detentar un cargo, es efímero.

Su posición ideológica justificada en falsos dogmatismos que niegan lo básico de la ciencia y de las leyes que rigen el mundo al afirmar que el huevo o cigoto es una “bolsa de células”, constituye una mayúscula perversidad.

No le asiste, Señor Presidente, el derecho de decidir sobre mis derechos ni condenarme, junto a varias generaciones al sufrimiento perpetuo, sin al menos consultarme.

Muchos menos a elegir en nombre de millones de habitantes de esta Nación y hacerlos pagar por las conductas que contra la vida se ha empeñado en impulsar.

Plebiscite esta cuestión del aborto. Que los ciudadanos escojan el cielo o el infierno (lo expreso en la conceptualización más amplia), pero no lo haga usted ni se lo derive a los legisladores para que lo ejecuten en nombre de quienes tienen derecho a optar.

Algunos colegas le dirán que los derechos humanos no se plebiscitan. Es una chicana. Un grupo de diputados y senadores ideologizados menos aún pueden determinar sobre los derechos humanos del resto. Esto es más injusto que lo que yo le estoy proponiendo.

Hasta se me intentará oponer el argumento que en causas penales no se aplica el plebiscito.

Pero en rigor de verdad con el protocolo y los atajos que ya se han tomado el tema ya se encuentra fuera del ámbito represivo.

Hoy se debate si existe el derecho o no a decidir sobre el propio cuerpo o acorde a sus propias convicciones o posibilidades (económicas, sociales, etc.). Falsa dicotomía cuando eso implica decidir sobre alguien que no tiene ninguna chance de defenderse.

Llame a un plebiscito y resuelva en concordancia con lo que la mayoría disponga.


Usted se comprometió a terminar con la grieta, a unir a los argentinos, a representarnos a todos sin importar quienes lo habían acompañado con su voto.

Demuéstrenos que todo esto a lo que comprometió no era un simple slogan de campaña como tantos otros.

No se olvide que aún millones siguen esperando con la heladera vacía.

Y la paciencia no suele ser eterna

N de R La Misère Porc:

Desde nuestro muy humilde lugar, felicitamos al Sr. Capasso, por tan EXCELENTE nota. La misma refleja en cada concepto vertido, la triste realidad que estamos padeciendo y que seguramente se acrecentará con el correr de los días; puesto que sólo se vislumbra un total desastre político, económico y social sin precedentes.

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