05/09/2019
En Gimnasia, ¿Diego Maradona o René Favaloro?
La llegada del 10 como entrenador del equipo platense y la comparación con su hincha más famoso, dispara la refelxión sobre los valores que queremos como familia, equipo o país.
Diego Maradona con su médico en plena negociación
para hacerse cargo de Gimnasia.
ALFREDO LEUCO
Juan Sebastián Verón, el presidente de Estudiantes de la Plata, desmintió que un audio que estuvo circulando fuera suyo.
De todos modos, no importa quien haya expresado esas ideas que empujan a la reflexión. Hacernos un par de preguntas disparadoras. ¿Es positivo o tóxico para Gimnasia y Esgrima La Plata su matrimonio con Diego Maradona? ¿Cuáles son los valores con los que debemos construir un equipo, una familia o un país?
Maradona no es precisamente, el mejor ejemplo para los jóvenes hinchas o jugadores del Lobo. Lo digo porque amo a Gimnasia porque mi viejo es uno de sus hinchas. Y creo, igual que Verón o el falso Verón, que el club debería buscar espejos donde mirarse en sus raíces, en lo mejor de su identidad. Dos grandes posibilidades son Pancho Varallo y René Favaloro.
Es cierto que Gimnasia está cerca de irse al descenso. Pero el peor descenso es la apuesta a un personaje que, lamentablemente, sintetiza la decadencia y la degradación de un ser humano. Es cierto que está enfermo y que hay que ayudarlo. No lo condeno por eso. No niego la admiración que me produjo y me sigue produciendo cada vez que veo los videos de sus gambetas mágicas y sus goles majestuosos. Pero no miro para otro lado frente al daño que se hizo a si mismo con su soberbia pendenciera y la manera en que dinamitó la relación con su esposa y con sus hijas y con varios de sus mejores amigos.
Hoy Maradona es la síntesis de lo que no debemos ser. Ni como personas ni como ciudadanos. La droga fue haciendo estragos en su cerebro y le cuesta juntar un grupo de palabras para expresarse.
Quiere dirigir un equipo y no puede con su vida. Acusa de ladrona a la madre de sus hijas, que es la que le cuidó parte de su fortuna para que no la dilapidara en las adicciones ni en los caprichos. Ni él sabe cuántos hijos o nietos tiene. Se siente un Dios que solo tiene derechos y ninguna obligación. El pueblo venezolano padece una crisis humanitaria terrible, con censura, presos políticos y asesinatos y Maradona baila alegremente con el narco dictador al que le regala un reloj que cuesta 60 mil dólares. Ya perdió la dignidad y hasta el sentido común. Claro que antes había recibido un contrato millonario de Telesur que, a juzgar por las necesidades de los más pobres, es directamente pornográfico.
Maradona nació en una villa, llegó a la cumbre y la gloria y ahora cayó en el peor de los infiernos.
Favaloro también nació en un barrio humilde como “El Mondongo”, llegó a la cumbre y a la gloria y hoy está en el cielo de los próceres y los héroes sociales de la Argentina.
Está en nosotros elegir cuál país queremos construir para nuestros hijos. El país Maradona o el país Favaloro. El país del descontrol o el de la excelencia. El país del Maradona que admira a Fidel Castro y Hugo Chávez, que fueron dos dictadores jurásicos o el país del Favaloro que estudió con devoción la vida de San Martín y cruzó los Andes de la ciencia.
Hoy más que nunca los argentinos nos debemos hacer estas preguntas y reflexionar.
Hoy que estamos asistiendo tristes y preocupados al país de la desmesura y el fanatismo que viola todas las leyes y las normas de convivencia.
Un tuitero esclarecido resumió una parte del drama que vivimos: “Maestros kirchneristas que votaron a un gobernador kirchnerista cortan una ruta kirchnerista y son apaleados por sindicalistas petroleros kirchneristas que votaron un gobernador petrolero kirchnerista. Como respuesta, CTERA, un gremio kirchnerista, larga un paro nacional kirchnerista”. Y Baradel dice que la culpa es de Macri.
Esa es la anarquía y el caos que proponen los patoteros y mafiosos que en muchos casos son millonarios y que le roban a sus propios afiliados. Y las primeras víctimas son los trabajadores que no pueden ir a dignificarse con el trabajo y los estudiantes que pierden un día más de clase. Es una locura que no tiene perdón. Las burocracias y los jerarcas sindicales solo piensan en defender sus privilegios y sus quintitas. Muchos ya están presos como Balcedo, Medina, Juárez, Saillén y Suárez, pero no escarmientan. Se sienten impunes. ¿Y el pueblo al que dicen defender? Lo quieren bailando en las calles con la camiseta de Maradona.
El acampe en la avenida 9 de Julio es el estallido de la sinrazón. Una provocación de grupos ultra minoritarios que en las elecciones, con toda la furia, merodean el 2% de los votos y esos que salen todos los días por la televisión. El Partido Obrero acaba de expulsar a su fundador. No puede resolver ni su debate interno. Y sin embargo habla en nombre del pueblo y siembra de fogatas, carpas, chicos con frío que juegan a la pelota a metros del obelisco o inocentes bebes que son utilizados como escudos para evitar el accionar de la policía.
Igual que Juan Grabois, acusan al FMI, Macri o los medios de comunicación. Pero cuando uno conversa tranquilo con los manifestantes se da cuenta que la mayoría, no todos, pero la mayoría, es rehén de alguno de esos punteros y no tiene la menor idea del motivo de la protesta y no ve la hora de ir a su casa.
Un autodenominado Movimiento de Resistencia Popular, con 100 personas atenta contra una de las industrias que más fuentes de trabajo produce y con menor contaminación: el turismo. Si hay algo que el mundo admira son nuestras Cataratas del Iguazú. El parque es un ejemplo de eficiencia y atención al público. Pero estos muchachos salvajes que dicen protestar contra un impuesto municipal, cortan la ruta hacia el aeropuerto y a los turistas que se bajan para ir caminando con sus valijas para no perder el vuelo, los agarran a trompadas como si fueran sus enemigos. Y son los que traen la plata para que el círculo virtuoso del trabajo siga circulando.
Lo que funciona, también lo rompen. Creen en el “cuanto peor, mejor” del elitismo ideologista fracasado en todo el mundo. Hablan de reforma agraria para que la tierra sea del que la trabaja pero han instalado en sus seguidores la cultura del plan. Los han convencido que tienen que cortar calles y rutas y levantar banderas del Che para que les aumenten el subsidio que pagan todos los argentinos. No estoy tan seguro que muchos de esos compatriotas tengan ganas y mística para ir a labrar la tierra y esperar los frutos conseguidos con el sudor de su frente. Hoy se han acostumbrado a esa cultura humillante para ellos del clientelismo y del puntero proveedor.
Estamos en problemas serios. Es un tema profundo y cultural. Es un drama mucho más grave que el valor del dólar o la inflación que no baja. Hay grupos que fogonean el incendio social y no les importa que haya muertos o heridos. Por el contrario, buscan mártires para sumar a sus pancartas al lado de Kosteki y Santillán. Hasta algunos pilotos de avión mal representados por el kirchnerista recalcitrante, Pablo Biró, quieren parar por un tema administrativo que autoriza a una compañía viajar a Malvinas. El miedo a participar de la vida sindical y política termina en “el no te metás” o en el “mejor, cállate”, conceptos de Poncio Pilatos que son nefastos para un país democrático que debe debatir con libertad plena, en forma pacífica y sin que nadie sufra consecuencia por su pensamiento distinto.
Estamos en problemas. Hoy más que nunca, Argentina tiene dos caminos. El país Maradona o el país Favaloro. El descontrol o la racionalidad. El populismo o la República.
ALFREDO LEUCO
Juan Sebastián Verón, el presidente de Estudiantes de la Plata, desmintió que un audio que estuvo circulando fuera suyo.
De todos modos, no importa quien haya expresado esas ideas que empujan a la reflexión. Hacernos un par de preguntas disparadoras. ¿Es positivo o tóxico para Gimnasia y Esgrima La Plata su matrimonio con Diego Maradona? ¿Cuáles son los valores con los que debemos construir un equipo, una familia o un país?
Maradona no es precisamente, el mejor ejemplo para los jóvenes hinchas o jugadores del Lobo. Lo digo porque amo a Gimnasia porque mi viejo es uno de sus hinchas. Y creo, igual que Verón o el falso Verón, que el club debería buscar espejos donde mirarse en sus raíces, en lo mejor de su identidad. Dos grandes posibilidades son Pancho Varallo y René Favaloro.
Es cierto que Gimnasia está cerca de irse al descenso. Pero el peor descenso es la apuesta a un personaje que, lamentablemente, sintetiza la decadencia y la degradación de un ser humano. Es cierto que está enfermo y que hay que ayudarlo. No lo condeno por eso. No niego la admiración que me produjo y me sigue produciendo cada vez que veo los videos de sus gambetas mágicas y sus goles majestuosos. Pero no miro para otro lado frente al daño que se hizo a si mismo con su soberbia pendenciera y la manera en que dinamitó la relación con su esposa y con sus hijas y con varios de sus mejores amigos.
Hoy Maradona es la síntesis de lo que no debemos ser. Ni como personas ni como ciudadanos. La droga fue haciendo estragos en su cerebro y le cuesta juntar un grupo de palabras para expresarse.
Quiere dirigir un equipo y no puede con su vida. Acusa de ladrona a la madre de sus hijas, que es la que le cuidó parte de su fortuna para que no la dilapidara en las adicciones ni en los caprichos. Ni él sabe cuántos hijos o nietos tiene. Se siente un Dios que solo tiene derechos y ninguna obligación. El pueblo venezolano padece una crisis humanitaria terrible, con censura, presos políticos y asesinatos y Maradona baila alegremente con el narco dictador al que le regala un reloj que cuesta 60 mil dólares. Ya perdió la dignidad y hasta el sentido común. Claro que antes había recibido un contrato millonario de Telesur que, a juzgar por las necesidades de los más pobres, es directamente pornográfico.
Maradona nació en una villa, llegó a la cumbre y la gloria y ahora cayó en el peor de los infiernos.
Favaloro también nació en un barrio humilde como “El Mondongo”, llegó a la cumbre y a la gloria y hoy está en el cielo de los próceres y los héroes sociales de la Argentina.
Está en nosotros elegir cuál país queremos construir para nuestros hijos. El país Maradona o el país Favaloro. El país del descontrol o el de la excelencia. El país del Maradona que admira a Fidel Castro y Hugo Chávez, que fueron dos dictadores jurásicos o el país del Favaloro que estudió con devoción la vida de San Martín y cruzó los Andes de la ciencia.
Hoy más que nunca los argentinos nos debemos hacer estas preguntas y reflexionar.
Hoy que estamos asistiendo tristes y preocupados al país de la desmesura y el fanatismo que viola todas las leyes y las normas de convivencia.
Un tuitero esclarecido resumió una parte del drama que vivimos: “Maestros kirchneristas que votaron a un gobernador kirchnerista cortan una ruta kirchnerista y son apaleados por sindicalistas petroleros kirchneristas que votaron un gobernador petrolero kirchnerista. Como respuesta, CTERA, un gremio kirchnerista, larga un paro nacional kirchnerista”. Y Baradel dice que la culpa es de Macri.
Esa es la anarquía y el caos que proponen los patoteros y mafiosos que en muchos casos son millonarios y que le roban a sus propios afiliados. Y las primeras víctimas son los trabajadores que no pueden ir a dignificarse con el trabajo y los estudiantes que pierden un día más de clase. Es una locura que no tiene perdón. Las burocracias y los jerarcas sindicales solo piensan en defender sus privilegios y sus quintitas. Muchos ya están presos como Balcedo, Medina, Juárez, Saillén y Suárez, pero no escarmientan. Se sienten impunes. ¿Y el pueblo al que dicen defender? Lo quieren bailando en las calles con la camiseta de Maradona.
El acampe en la avenida 9 de Julio es el estallido de la sinrazón. Una provocación de grupos ultra minoritarios que en las elecciones, con toda la furia, merodean el 2% de los votos y esos que salen todos los días por la televisión. El Partido Obrero acaba de expulsar a su fundador. No puede resolver ni su debate interno. Y sin embargo habla en nombre del pueblo y siembra de fogatas, carpas, chicos con frío que juegan a la pelota a metros del obelisco o inocentes bebes que son utilizados como escudos para evitar el accionar de la policía.
Igual que Juan Grabois, acusan al FMI, Macri o los medios de comunicación. Pero cuando uno conversa tranquilo con los manifestantes se da cuenta que la mayoría, no todos, pero la mayoría, es rehén de alguno de esos punteros y no tiene la menor idea del motivo de la protesta y no ve la hora de ir a su casa.
Un autodenominado Movimiento de Resistencia Popular, con 100 personas atenta contra una de las industrias que más fuentes de trabajo produce y con menor contaminación: el turismo. Si hay algo que el mundo admira son nuestras Cataratas del Iguazú. El parque es un ejemplo de eficiencia y atención al público. Pero estos muchachos salvajes que dicen protestar contra un impuesto municipal, cortan la ruta hacia el aeropuerto y a los turistas que se bajan para ir caminando con sus valijas para no perder el vuelo, los agarran a trompadas como si fueran sus enemigos. Y son los que traen la plata para que el círculo virtuoso del trabajo siga circulando.
Lo que funciona, también lo rompen. Creen en el “cuanto peor, mejor” del elitismo ideologista fracasado en todo el mundo. Hablan de reforma agraria para que la tierra sea del que la trabaja pero han instalado en sus seguidores la cultura del plan. Los han convencido que tienen que cortar calles y rutas y levantar banderas del Che para que les aumenten el subsidio que pagan todos los argentinos. No estoy tan seguro que muchos de esos compatriotas tengan ganas y mística para ir a labrar la tierra y esperar los frutos conseguidos con el sudor de su frente. Hoy se han acostumbrado a esa cultura humillante para ellos del clientelismo y del puntero proveedor.
Estamos en problemas serios. Es un tema profundo y cultural. Es un drama mucho más grave que el valor del dólar o la inflación que no baja. Hay grupos que fogonean el incendio social y no les importa que haya muertos o heridos. Por el contrario, buscan mártires para sumar a sus pancartas al lado de Kosteki y Santillán. Hasta algunos pilotos de avión mal representados por el kirchnerista recalcitrante, Pablo Biró, quieren parar por un tema administrativo que autoriza a una compañía viajar a Malvinas. El miedo a participar de la vida sindical y política termina en “el no te metás” o en el “mejor, cállate”, conceptos de Poncio Pilatos que son nefastos para un país democrático que debe debatir con libertad plena, en forma pacífica y sin que nadie sufra consecuencia por su pensamiento distinto.
Estamos en problemas. Hoy más que nunca, Argentina tiene dos caminos. El país Maradona o el país Favaloro. El descontrol o la racionalidad. El populismo o la República.
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