domingo, 9 de febrero de 2014

Política Se terminó la ilusión: el kirchnerismo es incorregible







09/02/14 


EN FOCO

Algunos creyeron a fines de 2013, luego de la dura derrota que tuvo el oficialismo en las urnas, en la posibilidad de que el gobierno kirchnerista diera un volantazo para poder afrontar, sin demasiado sobresaltos, lo que le queda de mandato y tener una salida ordenada de la Casa Rosada en 2015. La ilusión les duró poco. Los 40 días del año 2014 sirvieron para demostraron que CFK no tiene la más mínima intención de cambio. 

Peor aún: busca profundizar su llamado “modelo”, cuyas consecuencias ya se sienten en el bolsillo de los argentinos con una alocada devaluación del 23% en enero, una inflación por encima del 40% anual y una aguda recesión que ha reducido la actividad de los sectores económicos más dinámicos de nuestro país a su mínima expresión o, en muchos casos, los ha paralizado.

Las dos apariciones públicas que tuvo la primera mandataria en lo que va del año, con mensajes trasmitidos por cadena nacional, la mostraron más crispada, encerrada en su círculo intimo conformado, básicamente, por aplaudidores y militantes rentados pertenecientes a agrupaciones, como La Cámpora, que nacieron y subsisten a partir de los fondos del Estado. Por ello, cuando CFK ya no esté en la Casa Rosada, estas agrupaciones  dejarán de existir. 

En el seno de la administración K existe la creencia, que en los hechos resulta absolutamente equivocada, que se puede gobernar la economía –en un sistema capitalista- con decretos y aprietes constantes. La propia presidenta parece estar convencida de que con llamar por teléfono a un gerente de una cadena de hipermercados, el precio de los productos de la canasta básica saldrán lo que dice ella, y no lo que determina la ley oferta y demanda de los mercados.  En ese sentido, el kirchnerismo se mira cada vez con más frecuencia en el espejo de Venezuela, que se ha convertido, por obra y gracia del régimen chavista, en uno de los países con mayor índice de inflación en el mundo, con una escasez crónica de productos de consumo masivo y con una violencia social sin límites: hay un asesinato cada 20 minutos.

Así como la Argentina en un territorio potencialmente rico, por sus abundantes recursos naturales, Venezuela también está bendecida por la naturaleza: en su subsuelo tiene las una de las reservas de petróleos más importante del planeta. En ese punto radica el fracaso del kirchnerismo y del chavismo al haber desaprovechado una oportunidad histórica, como la que existió en la última década, para aprovechar los excedentes económicos generados por sus producciones primarias, para transformar las estructuras económicas subdesarrolladas que codena a gran parte de la población a vivir en la miseria. 

Malestar social

En las últimas semanas, en las páginas de nuestro diario, se pusieron de manifiesto las voces de comerciantes, pequeños empresarios y ciudadanos de a pie que, libremente, expresaron como están viendo la situación del país. Casi todos coincidieron en remarcar la gran incertidumbre existente en torno al futuro inmediato de la economía y todos reconocieron que la crisis ya se está sintiendo con fuerza.

Si bien las consecuencias se están pagando recién ahora, las causas de la eclosión económica datan del momento mismo en que el kirchnerismo desembarcó en la Casa Rosada. 

El gobierno nacional, tanto con Néstor y luego con su esposa, castigaron a los que producen y generan empleo, mostrando una voracidad fiscal hacia las pymes sin antecedentes en la historia de nuestro país. Un ejemplo paradigmático respecto a la destrucción de los K fue lo sucedido con los productores de carne y los frigoríficos. 

Las distintas medidas implementadas por el kirchnerismo redujeron la rentabilidad de los productores a niveles irrisorios, no teniendo más alternativa que mandar los vientres al matadero. El efecto fue demoledor: la Argentina perdió importantes mercados, que generaban divisas que ahora podrían resulta claves ante la caída sistemática de las reservas del Banco Central; la crisis de la industria cárnica hizo que decenas de frigoríficos cerraran sus puertas, perdiéndose miles de puestos de trabajo genuinos; finalmente se derrumbó la oferta de carne y por ende, ante un bien escaso, los precios de los cortes de consumo masivo se dispararon, haciendo que productos tradicionales -como el asado- se tornen inaccesibles.

Algo similar ocurrió con el trigo. La asfixia a la que son sometidos los productores, por parte del gobierno, hizo que la superficie sembrada se redujera dramáticamente.

Consecuencia de ello, al haber menos trigo, que es el insumo principal de la harina, el precio del pan aumentó sideralmente. El kilo está llegando a los 30 pesos. En otras palabras, las consecuencias de los desaguisados del kirchnerismo las terminan pagando el ciudadano. 

El panorama pinta negro pero, en la vida y en la política, no hay mal que dure 100 años.

Medidas a tener en cuenta

Toda crisis constituye al mismo tiempo una oportunidad. Si bien aún no hemos tocado fondo, una serie de medidas, que seguramente no serán tomada por este gobierno pero si las podría instrumentar la administración que suceda al kirchnerismo en la Casa Rosada, podrían constituir un cambio importante para empezar a sacar al país a flore. A saber:

-Instrumentar un plan para rescatar a las economías regionales, otorgando incentivos fiscales y créditos para la producción. Ello posibilitaría reactivar la actividad en el interior del país, generando trabajo genuino y desterrando el clientelismo político.

-Impulsar un plan de rescate para las pymes, priorizando la producción con valor agregado, creación de empleo genuino mediante beneficios previsionales y créditos que alienten la competitividad.  

-Apuntalar la producción agroganadera, levantando las restricciones a las exportaciones y revisando las retenciones. Ello generaría un importante excedente económico en dólares, que permitiría recomponer las alicaídas arcas del Estado y encarar políticas públicas activas.

-Fomentar la producción y fortalecer el mercado interno son las herramientas principales para desterrar el principal flagelo económico que tiene el país: la inflación.

-Partes de los excedentes obtenidos a partir del comercio exterior, en caso de liberalizar las exportaciones, deberían destinarse a modernizar la infraestructura, con obras claves en energía, caminos, etc. Ello a su vez posibilitaría reactivar la construcción, madre de todas las industrias.

-También se deberían pensar planes de vivienda serios, que garanticen que cada familia que se esfuerza y trabaja pueda acceder a un techo digno. Se debe superar la mentira del Plan Procrear que, para colmo de males, se está consumiendo los fondos de las Anses, poniendo en riesgo el pago de las futuras jubilaciones y condenando a los jubilados de hoy a tener que vivir con míseros $2700 mensuales.

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