febrero 5, 2014
El kirchnerismo parece estar sumido en un estado de confusión interna
que el largo discurso presidencial de ayer no parece haber disipado. En
el territorio bonaerense, la falta de directivas políticas claras está
desconcertando a la dirigencia de Unidos y Organizados. Pero la novedad
fue que, tal vez por primera vez en 10 años, en la última quincena el
sciolismo se fue animando y puso en marcha un plan para fracturar las
bancadas del Frente para la Victoria en unos cuantos municipios. Este
ensayo se está llevando adelante en La Matanza, Brandsen, Lobos,
Cañuelas, etc., donde aparecen bloques disidentes que se autodenominan
“Scioli Presidente”.
La incógnita es si estos movimientos responden a algún tipo de acuerdo de cúpula. En otras palabras, que para frenar al massismo, la propia Cristina estaría consintiendo cierto despliegue del gobernador en las filas del Frente para la Victoria. La otra interpretación es que, sin mucho ruido, algunos sectores de la dirigencia cristinista están abandonando a su jefa dando como un hecho la candidatura presidencial de Scioli. No dejó de llamar la atención que un hombre del sciolismo, el diputado riojano Jorge Yoma, haya dicho que lo mejor que puede hacer Cristina es irse. En definitiva, el grado de debilidad interna del cristinismo es un enigma. Anoche, en su alocución, la presidente trató de mostrar una gestión con restos para seguir pero en realidad dejó un saldo bastante pobre.
La cercanía de José Manuel de la Sota a Daniel Scioli y la exhortación de aquél a un acuerdo multisectorial se pueden conectar con que ayer, en la Rosada, el único amonestado por la presidente fue Antonio Caló, que había dicho que los sueldos no alcanzaban para comer. En síntesis, Scioli parece crecer desde el espacio que le da la lealtad formal y, de este modo, le garantizaría a la Casa Rosada que las recientes advertencias de Closs, Yoma y otros no deriven en una crisis explícita.
La incógnita es si estos movimientos responden a algún tipo de acuerdo de cúpula. En otras palabras, que para frenar al massismo, la propia Cristina estaría consintiendo cierto despliegue del gobernador en las filas del Frente para la Victoria. La otra interpretación es que, sin mucho ruido, algunos sectores de la dirigencia cristinista están abandonando a su jefa dando como un hecho la candidatura presidencial de Scioli. No dejó de llamar la atención que un hombre del sciolismo, el diputado riojano Jorge Yoma, haya dicho que lo mejor que puede hacer Cristina es irse. En definitiva, el grado de debilidad interna del cristinismo es un enigma. Anoche, en su alocución, la presidente trató de mostrar una gestión con restos para seguir pero en realidad dejó un saldo bastante pobre.
La cercanía de José Manuel de la Sota a Daniel Scioli y la exhortación de aquél a un acuerdo multisectorial se pueden conectar con que ayer, en la Rosada, el único amonestado por la presidente fue Antonio Caló, que había dicho que los sueldos no alcanzaban para comer. En síntesis, Scioli parece crecer desde el espacio que le da la lealtad formal y, de este modo, le garantizaría a la Casa Rosada que las recientes advertencias de Closs, Yoma y otros no deriven en una crisis explícita.
La advertencia de Moyano
A todo esto, las conversaciones entre Sergio Massa y Hugo Moyano habrían tenido matices interesantes en los últimos días. Según la visión del líder de los camioneros, el proceso de ajuste de la economía que está poniendo en práctica el gobierno viene para largo y le habría advertido al tigrense que, en caso de que acorte el mandato de CFK y él sea electo presidente, debería enfrentarse a un sindicalismo cada vez más obligado a resistirse al ajuste.
En otras palabras, que según la
interpretación de Moyano, habría que tratar de que el gobierno pague
todos los costos del ajuste y se sostenga hasta el final. En caso
contrario, al futuro gobierno le tocaría absorber los costos pendientes
del kirchnerismo


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