domingo, 10 de marzo de 2013

La “tarjeta Moreno”: ¿un pagadiós para ganar las elecciones?




 
 
 
 
marzo 10, 2013
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La responsabilidad empresarial ante el autoritarismo.



Ayer varios matutinos difundieron la versión de que Guillermo Moreno impulsaría la implementación de una tarjeta de crédito oficial por parte del Gobierno para utilizar en los supermercados, cuyo uso será excluyente: cuando un comercio las adopte, no podrá operar con otras tarjetas, incluidas las de mayor circulación.

 El proyecto representa un claro paso contra la banca privada, emisora de la mayor parte de las tarjetas, y sería otro avance más del Estado sobre la propiedad privada, la libertad de comercio y la libertad de consumo. La idea inevitablemente recuerda los “cupones de racionamiento” que se utilizaban durante el comunismo en el este de Europa y que siguen usando en Cuba. Uno de sus efectos fue abrir un enorme mercado negro. Si la “tarjeta Moreno” llegara a instrumentarse rápidamente a tasas más bajas que las demás tarjetas, podría tener un fuerte impacto electoral, aunque a posteriori los resultados de haber deteriorado el mercado de las tarjetas podrían ser altamente negativos.

Pero para el gobierno sólo existe el corto plazo, o se,a ganar las elecciones como sea. Y para esto la llave es provocar un shock de consumo que produzca la ilusión, aunque sea fugaz, de que la economía se está reactivando rápidamente. Como antecedente se conoce el caso del Banco Provincial de Mendoza, que otorgó una tarjeta Visa que terminó con un alto porcentaje de morosos. Ahora, ante el aumento incesante del precio de los alimentos, no sería de extrañar que la idea de la presidente y del secretario de comercio sea que el público compre los alimentos en los supermercados y que nunca pague, porque el Banco Nación no los ejecutará.

O bien incrementar el consumo con una emisión descontrolada de moneda que se traduzca en una gran concurrencia masiva en apoyo de las listas del Frente para la Victoria en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias el 11 de agosto. De conseguirlo, el gobierno espera que se produzca el mismo efecto que en el 2011. Esto es, que la mayor parte de los indecisos actúen con exitismo y se vuelquen el 27 de octubre hacia las listas del FpV. Después, el camino hacia la reforma constitucional y la reelección quedaría allanado.

Desesperación

A esta altura de su desesperación, al cristinismo ya no le importa demasiado producir una emisión descontrolada de moneda o que se funda el Banco Nación porque la gente no le pague. O bien, que el Nación no les pague a los supermercados y se genere un caos económico postelectoral. Todo esto sin hablar de las versiones que sugieren la posibilidad de maniobras fraudulentas ya denunciadas en el 2007 y 2011.

De hecho, con la instalación del cepo cambiario, el gobierno llevó a que en el 2012 se instalara una estanflación que continuará este año. Aplicando la misma tecnología de la tarjeta SUBE, se podría habilitar, por ejemplo,  que los sectores de menores ingresos compren alimentos sin que el Banco Nación les cobre intereses. El golpe de gracia -del cual ya se habla- sería que el Banco Nación condone las deudas por esas compras antes de las elecciones. La enorme pérdida se cubriría, por supuesto, con emisión monetaria.

La actitud cobarde que caracteriza a la mayor parte del empresariado privado es un dato a tener en cuenta en este análisis. Nuestro país carece de una clase dirigente a la altura de las circunstancias. En el caso del empresariado, el cristinismo tuvo la habilidad de comprometerlo en distintas operaciones poco transparentes lo que, naturalmente, facilita imponerle el temor reverencial que hoy rige. Después están, claro está, las operaciones puntuales en las que es especialista Moreno y que cubren un menú amplio que va desde amenazas de muerte hasta de violación de su cónyuge. O la intimación para que entreguen las llaves de su empresa. Axel Kicillof tiene lo suyo en este terreno y hay que recordar cuando dijo por televisión que podía hacer quebrar a Techint abriéndole la importación a precio de dumping de la chapa que produce esa empresa.

Los aprietes a las empresas son comunes casi a diario y los empresarios no recurren a la justicia para denunciar estas extorsiones -salvo el grupo Clarín y Juan José Aranguren, presidente de Shell. Pero lo habitual es ver a empresarios poderosos hablando por lo bajo en cenas o cafés sobre las humillaciones que se ven obligados a soportar por parte de Débora Giorgi, Axel Kicillof, Moreno y también Julio de Vido. Éste primero utiliza el consenso y si no hay acuerdo recurre al garrote.

Otro ejemplo es la prohibición no escrita de hacer publicidad en los diarios impuesta a los supermercados y cadenas de electrodomésticos. En consonancia con esto, Telefónica de España levantó su pauta de publicidad en los diarios. Como es lógico, en la medida que el gobierno no encuentra resistencias y no paga ningún costo por sus atropellos, los avances son cada vez más graves. En este caso, parece que les llegó la hora a las tarjetas de crédito

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