martes, 12 de marzo de 2013

CELOS Y ANARQUÍA


 

 
 
Nota de Redacción de LMP: ¿Alguien recuerda a la protagonista de El Exorcista?
 
 
 
marzo 12, 2013
 
 
 
 
 
Tal como lo hicimos apenas comenzado este verano que concluye, vamos a repetir que este año será grave, tenso y posiblemente determinante del futuro político de nuestro país. Si repasamos los hechos, fácilmente llegamos a esta conclusión que ahora está abonada por la muerte del dictador venezolano, cuyas consecuencias ya inciden en el escenario regional.

Al margen de esta circunstancia -aunque guarda una cierta relación menor- el abrupto regreso de Cristina Kirchner y su centenar de aplaudidores que viajaron a Caracas para respaldar el discurso que se aprestaba a pronunciar durante las exequias, dio motivo a diversas interpretaciones. Entre ellas, se mencionaba el inconveniente político que podría surgir de la reunión y de la foto con la máxima autoridad política de la República Islámica de Irán, atento al cuestionado acuerdo para interrogar a los responsables del atentado contra la AMIA y la embajada de Israel en la Argentina, un asunto que tendrá, a no dudarlo, severas consecuencias que comenzaron en el plano moral y continuarán institucionalmente por mucho tiempo.

El casi inmediato regreso a Buenos Aires de Cristina W. y su séquito sorprendió a todos los observadores de la reunión, que consideraron inexplicable lo ocurrido, sobre todo por dos hechos importantes: la dependencia poco disimulada de Nicolás Maduro del régimen comunista cubano y la previa visita de Cristina a los hermanos Castro cuando aún no se había anunciado la muerte de Chávez. En esa conversación se arreglaron detalles para el manejo posterior del futuro de Venezuela y los movimientos políticos que deberían darse en la región. Supuestamente Cristina llenaría el vacío que dejaba Chávez y surgiría como una líder de la izquierda latinoamericana, atenuada y perfilada de acuerdo con la nueva imagen que ofrece el régimen castrista.

Su discurso se iba a ajustar a estas pautas y quedaba por definir la participación de otra presidente, Dilma Rousseff, quien de todos modos no competía por ese liderazgo pero representaba al país más importante del área. A su vez, los otros aspirantes para ese liderazgo -Rafael Correa, del Ecuador y Evo Morales, de Bolivia- presiden países que carecen de la importancia que aún posee nuestra ex República; así, Cristina aparecía con el camino libre para asumir el nuevo rol y de paso sumarlo para su difícil objetivo de reformar la Constitución Nacional y por lo tanto, la eventual reelección presidencial.

Pero algo sucedió apenas aterrizó el Tango 01 en Caracas y empezaron las deliberaciones. Entre ellas, las que definirían las formalidades protocolares y por consiguiente la importancia política de los protagonistas que se hacían los distraídos respecto de la verdadera fecha de la muerte de El Comandante e incluso del lugar en que habían estado sus restos -La Habana- de donde habían llegado en medio de un gran secreto para evitar el papelón de las ceremonias con el primer cajón, reverenciado pero vacío. Estos datos intentan explorar las reacciones de Cristina cuando supo que no hablaría, que Maduro asumiría inconstitucionalmente la presidencia de Venezuela, que por ende se avecinaba una crisis que podría ser de proporciones y que todo el proyecto para catapultarla hacia los primeros planos quedaban, al menos, suspendidos.

Los celos de Cristina, su expectativa para una nueva etapa frustrada y los cambios parciales del escenario determinaron que no deshiciera sus valijas y volviera a la Argentina mientras se lanzaban rumores acerca de un malestar pasajero, un pico de presión o a la inversa, una lipotimia, circunstancias que de todos modos no justificaban el sorpresivo regreso. Todavía no hay explicaciones claras acerca de lo sucedido y difusas, hay muchas cosas que esperan su aclaración.

Mientras Cristina rumiaba sobre la situación, aparecieron en la escena local otros componentes que aceleran los problemas políticos del kirchnerismo, por así llamarlo al misterioso proyecto cristinista. El más importante es el agotamiento de las posibilidades financieras del Banco Central, cuya presidente Mercedes Marcó del Pont dejaría la difícil silla en que está sentada mientras cada vez más escasean los candidatos para reemplazarla. El último en dar el sí sería Roberto Felletti, un hombre surgido desde la izquierda más visible y activa dentro del régimen actual.

Otro problema es la caída de los resultados de la cosecha gruesa que el gobierno quiere vender enseguida para hacerse de fondos surgidos de las retenciones, pero los productores, frente a la expectativa de una devaluación y el incremento inflacionario que parece incontrolable, se muestran renuentes con el agregado de que el volumen de soja y maíz es mucho menor al esperado. Es probable un nuevo (e intenso) encontronazo con el campo que ya incorporó a través del PRO, a un emblemático candidato a diputado nacional que derrocha simpatía. Obviamente, me refiero al entrerriano Alfredo De Angeli, dirigente destacado de la Federación Agraria.

Otra inquietud que agobia al oficialismo es la esperada resolución del juez Griesa sobre los bonistas que exigen cobrar y a quienes Cristina dijo primero que no les pagaría ni un centavo y que ahora pareció cambiar de opinión. Un tema que se las trae es el insólito anuncio del increíble secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, de prohibir la comercialización en los supermercados con tarjetas libradas por los bancos. El disparate abrió un nuevo frente de batalla, al que se deben agregar las serias y crecientes dificultades en materia energética, la imposibilidad de obtener capitales para YPF, la desinversión y virtual parálisis en la que ingresa la actividad económica, la desocupación, la pérdida de las fuentes de trabajo y sobre todo del valor de los subsidios con los que viven millones de personas acostumbradas a no trabajar y, como quien dice, a “vivir de arriba” y de algunas changas.

 En un año electoral, el tema es grave y explica que se quiera eliminar de la lucha política a los candidatos con mejores posibilidades y aparezca en el centro de este proceso la lucha por dificultar la formación de un Frente -algo más que una alianza- con una figura importante del radicalismo bonaerense, del peronismo opositor, de los intendentes que se definirán públicamente sobre el filo del comicio, del centrismo político como el que expresa Francisco de Narváez, por ejemplo, y otros sectores que es innecesario mencionar, excepto Daniel Scioli, que se debate entre la paciencia y las necesidades financieras de la primera provincia Argentina. Su gobierno, agredido por el poder central, quiere desgastarlo y el paso más interesante fue el dado a través de los docentes que reclaman haberes dignos con la misma justicia que exige el gobierno bonaerense de los fondos coparticipables. Con todos estos factores debe analizarse lo ocurrido hace unas horas en la localidad bonaerense de Junín.

 Como antecedente más reciente y directo, podemos remontarnos a lo sucedido no hace mucho contra el intendente de Bariloche y a las coordinadas acciones de violencia montadas de inmediato y casi simultáneamente, en distintos puntos geográficos. La experiencia permitió demostrar que el montaje de una explosión social es realmente posible, facilitada por la apatía policial que no quiere arriesgarse a castigos y medidas disciplinarias que se agregan a la anarquía todavía incipiente.

En Junín la gente reaccionó contra el hartazgo por los cortes de luz cada vez más seguidos, las consecuencias de la inflación, la caída económica del campo y su repercusión inmediata en el ámbito urbano afectado por la reducción del consumo, la escasez de personal atado a los subsidios, la tremenda burocracia generada por los controles de la ANSES, los combustibles que suelen faltar o los piquetes, la inseguridad palpable e inédita, el tremendo peso impositivo, el cierre de los tambos por falta de rentabilidad, la huelga del sector docente y los anuncios de nuevas normas estatizantes que dificultan la producción.

La lista es inagotable, pero no sólo se dieron estas causas y el marco psicológico que originan, pues la violencia registrada en Junín demostró que existieron elementos externos, ajenos a la sociedad, que actuaron de acuerdo con técnicas y elementos ajenos a la modalidad local, cuyo desarrollo (como sucedió en otras ocasiones) tuvo la doble finalidad de afectar políticamente al intendente que pertenece a una corriente rebelde o simplemente opositora y al gobierno de la provincia. La acusación contra la secretaría de Seguridad al negarse a enviar personal del área con la suficiente anticipación para evitar desórdenes y entre otras cosas combatir el flagelo del narcotráfico que incide en esta clase de peligrosos desórdenes, marca un estado progresivamente anárquico signado por intereses políticos que confirman aquello que reiteradamente mencionan los analistas: “van por todo” o “no se irán aunque pierdan las elecciones”.

 Las palabras del Intendente Mario Meoni generaron la réplica del subsecretario de Seguridad, teniente coronel Berni, las versiones sobre las desinteligencias con la titular Nilda Garré circulan sin cesar, se asegura que hubo dificultades con el contingente de la Gendarmería Nacional que se quiso movilizar y concurrentemente, los docentes que ayer no aceptaron la última oferta de un incremento salarial signado por la falta de recursos retenidos por el gobierno central. La suma de todos estos factores se acopla a la parálisis económica general, al delito desbordado y al rechazo a las inagotables noticias sobre la corrupción instalada en todos los ámbitos. En este caso en particular, el costo político se debate entre Cristina y Scioli pero la propaganda tiende a afectar más a este último.

Esta realidad marca el rumbo del actual proceso político. Las dirigencias partidarias por lo general eluden reconocer este estado de cosas y esperan que las cosas, como por arte de magia, evolucionen dentro de la mayor normalidad posible, inacción que explica el deterioro o desprestigio de la clase política. Las perspectivas ya no son inciertas pues la marcha hacia la desintegración no sólo no se detiene, sino que se incrementa con el correr de los días. Antes se analizaban desenlaces posibles a un par de años vista, luego al año, poco después la evolución de los hechos marcaba el paso mensualmente y ahora se evalúa el futuro día a día.

 Cristina parece no darse cuenta y vive en un mundo especialmente dibujado para un proyecto que, por un lado, coloca a la ex República en una deriva que agobia pero, por el otro, genera un escenario que facilita el intento que fracasó en los setenta. Ajenos al mundo que hoy vivimos, se puso el esfuerzo en aislar totalmente a la Argentina, impedirle el acceso al crédito, apartarla del progreso y provocar una reacción que debe servir a un descontrol buscado de ex profeso, sin instrumentos de contención y una nueva burguesía alimentada con nuestros propios recursos.
 
 

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