lunes, 17 de febrero de 2014

REFLEXIONES: SER PODER





17/02/2014

Por el Rabino Sergio Bergman


Muchas veces, por la deformación impiadosa y natural que el uso cotidiano aplica sobre el lenguaje, asociamos el termino poder con varios conceptos altamente negativos, lo que nos genera aprehensión o rechazo. Abuso de poder... Autoritarismo... El poder como medio espurio para acceder a fines aun más espurios... A pesar de ello -y entender esto es crucial-, sin poder no hay transformación posible de nuestro ser.

Si hacernos humanos es convertir nuestra potencia en acción (cuya manifestación más evidente es traducir nuestros valores teóricos en virtudes prácticas), debemos asumir que ese despliegue es inviable sin la intervención de ese poder espiritual. Nada abandona el estadio de lo potencial y encarna en algo real y palpable sin el incentivo y la mediación de un poder.

¿Cómo asumimos e incorporamos, entonces, esa capacidad bienhechora del poder? Confiando en nuestras fortalezas y estableciendo un pacto interno. Y esa ley es cardinal, porque nos habilita y nos da el poder para hacer todo eso que decimos. Nos empodera, si vale el neologismo. No a hacerlo todo, puesto que sabemos que eso no es posible. Pero sí hacer esa parte que podemos. Ese poder, asimismo, nos confiere autonomía y soberanía sobre nuestra jurisdicción personal. Nos habilita a hacer.

Este poder emana de nuestra energía espiritual interna, y se despliega hacia el exterior. Nunca en el sentido contrario. Es decir, es un poder que no está tercerizado, ni mediatizado; es el poder que ya está en nosotros y que solo aguarda nuestro reconocimiento. En este sentido, nuestra tarea es exponerlo, desplegarlo y utilizarlo para la acción. Este poder nos permite hacer la diferencia y aprovechar a pleno una de las oportunidades más lindas que nos da la vida: trabajar en el tiempo y el espacio que nos tocó como bendición para hacer algo significativo que nos permita seguir estando aun después de habernos ido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario