Jorge D' Amario Cané
Director periodístico de radiomercosur.com
Capital Federal, Provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Santiago del Estero, Tucumán… En fin, prácticamente todas las provincias argentinas están en pie de guerra contra los estados provinciales y contra el Estado Nacional, enrareciendo un clima ya por demás caldeado como es el de la República Argentina.
Sin agua, sin luz, sin vergüenza, sin paz. Un país acosado por los piquetes. Un país desordenado.
Si alguien ha hecho todo para desordenar el país, ha sido el desgobierno de Cristina Fernández, una mujer incapaz de conducir políticamente al segundo país en importancia de la América del Sur, luego de Brasil, y que virtualmente, está desaparecida. El gobierno, que dice ser peronista, está acéfalo. La presidenta se ha ido.
Con algo más de 41 millones de habitantes, la Argentina se ha convertido en el país de bandera del desorden, de la mediocridad y el abuso de poder de la mano de un Estado que privilegia a un grupo de funcionarios ineptos pero ladrones, y a un pequeño grupo de ciudadanos necesitados de ayuda para utilizarlos políticamente, mediante videos en televisión, avisos por las emisoras de radio y grandes titulares en los diarios que consienten todo tipo de atropellos: los denominados medios “kirchneristas”.
Avergüenza escuchar la propaganda política del gobierno en Canal 7, un canal que sufre la apropiación por parte del Poder, toda vez que asume un nuevo gobierno. Canal 7 no es el Canal de televisión que responde a los intereses del ciudadano argentino que paga para que funcione sino que es el vocero único y no exclusivo de los intereses del gobierno de turno.
La denominada Televisión Pública, es usada para mentir, difamar, ironizar, agredir, mofarse de las declaraciones de terceros y producir programejos donde los adeptos del gobierno abonan a diario el elixir de la omnipotencia de un desgobierno atrevido, ladrón y vengativo, mezcla de intereses draculíneos contra la mayoría argentina que ya está hastiada de tanto desenfado.
La TV Pública no es la que los argentinos queremos, porque deseamos que no se nos mienta más, pero la TV Pública sigue mintiendo, hasta hace un tiempo por la cadena nacional de la desvergüenza y por boca de la mismísima presidenta, hoy desparecida.
Ahora está Capitanich que habla muy bien, miente muy bien y es fino para pintar la dramática situación de la Argentina.
Ya ningún funcionario del gobierno se oculta de nada. Amasan fortunas en poco tiempo, se apropian de los organismos oficiales a los que despojan de los empleados que no le son adeptos por capaces que ellos sean, muestran sin ponerse colorados las fastuosas propiedades que adquirieron con dinero no siempre -o casi nunca- bien habido, y mientras nos obligan a los argentinos a amontonarnos como despojos en Mar del Plata y algún otro punto turístico dentro del país, ellos viven la “dolce vita” en Brasil -como destino más corto- y otros tantos lugares que nosotros solamente podríamos conocer por Internet.
Lo ocurrido con Ricardo Echegaray, titular de la AFIP, es otra muestra de caradurez y de burla a todos los argentinos. Cualquiera de nosotros no podríamos salir del país porque “no nos darían los dólares necesarios por nuestra limitada capacidad de pago”. ¿Cuánto ganan Echegaray, Kicillof, Capitanich, De Vido y otros tantos funcionarios que pululan por las oficinas del gobierno, protegidos por la presidenta ausente como para realizar viajes tan fastuosos, con los costos que estos tienen por su calidad de Hoteles 5 estrellas?
No es nuestra imposibilidad de viajar la que nos obliga a escribir al respecto sino porque estamos cansados de que desde el gobierno siempre se diga una cosa y sus propios funcionarios hagan otra. Nos obligan a abigarrarnos en Mar del Plata mientras ellos se apartan de la “plebe”, viajando a lugares costosísimos. Estamos obligados a pensar mal, como siempre, a pensar que nos están robando más de la cuenta y de lo que suponemos porque estamos acostumbrados a que, desde la presidenta ausente hasta el último de los funcionarios de Estado, nos mientan, nos farreen y se burlen de nosotros, en tanto lo que percibe cada funcionario público es inadmisible. Pero nadie hace nada para que este estado de cosas cambie.
Si el que trabaja apenas puede -según la AFIP- veranear en Mar del Plata porque no tiene capacidad de pago para obtener dólares, sería bueno que el impresentable Echegaray y otros innombrables muestren los originales de sus recibos de sueldos.
Comprobado cada uno de esos recibos, veríamos que son sueldos de países del primer mundo. Entonces deberíamos exigir que se les recorte el exceso y que, a partir de ese momento, un ministro, por ejemplo, gane lo mismo que cualquier ciudadano que trabaja: el policía, el bombero, el docente, los médicos, los obreros, las empleadas domésticas y los jubilados, entre otros.
Ningún jubilado argentino -a no ser los privilegiados legisladores y otros que cobran escondidos grandes emolumentos- podría viajar nunca a ninguna parte, porque el que recibe el mínimo de 2.400 pesos apenas puede comer y no le alcanza para los medicamentos.
Pero, a la presidenta desaparecida y a los oligarcas funcionarios de la ANSES y otros organismos del Estado, les importa un bledo. Este gobierno por tercer año consecutivo no le dio un solo peso a fin de año a los jubilados, que debieron conformarse con el sueldo y un mísero aguinaldo, mientras otros recibieron varios miles de pesos (y algunos otros los equivalentes en dólares) por hacer nada o por ser cómplices silenciosos del asalto a los argentinos y del abandono a la clase pasiva.
Con el dinero de ANSES, se alimentan las empresas de los amigos del Poder, mientras los funcionarios del organismo mienten públicamente cuando dicen que no tienen dinero para nivelar a los pasivos con el 82 y 75 por ciento de aumento como sueldo. Simplemente, los directores de la ANSES son unos caraduras, cuenteros de boliche.
Pedimos, pues, que les otorguen a los jubilados lo que marca la Ley y LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sean honestos, por lo menos, una vez en la vida. Piensen que este jolgorio en el que viven hoy se puede cortar definitiva y abruptamente un día no lejano, que mañana serán jubilados como muchos y sufrirán las consecuencias.
Este es un despojo que sufren los jubilados porque no pueden salir a la calle y parar el país, como hicieron los policías. Tampoco pueden manifestarse por todos los medios porque sólo lo podrían hacer en los que no son afines al desgobierno papelonero de Cristina Fernández. A ningún jubilado que proteste contra el Estado, lo van a ver nunca en Canal 7.
Después de Norma Plá para este lado, la historia de los jubilados se inscribe en la protesta silenciosa y en la lucha mediante la acción de algunos abogados que iniciaron juicios contra el Estado que hace caso omiso a pagar cientos de juicios ganados por los viejos y que Cristina y sus serviles funcionarios de Economía y ANSES, omite cumplir. Es más: algunos juicios ganados serán pagados entre 30 y 40 años, cuando el dinero que les den ya no tenga valor y, muchos jubilados se hayan muerto. Esta es la solidaridad y el sentido humanitario que dice tener este gobierno de pacotilla que hace largos años se ha adueñado del Poder como propio y no piensa largar, a menos que “alguien” venga y los saque a patadas.
Los jubilados ya no están, por su edad, para estas epopeyas, para estos actos de arrojo. El gobierno especula y juega con la edad de los pasivos porque es sanguinario y cruel.
Queda en manos de los gremios exigir que, con cada aumento de sueldos de sus afiliados, les aumenten simultáneamente a los jubilados en la misma proporción.
Ya es suficiente con tanta barbarie, tanta altanería y tanta desvergüenza.
Los jubilados también son seres humanos y fueron, además, los que trabajaron enriqueciendo a la Nación con su labor, para que estos aprendices de Rasputín vengan ahora y se lo lleven caraduramente en sus alforjas impunemente.
La única epopeya que pueden librar los pobres y queridos jubilados argentinos, es la de soportar sus apremios, alimentarse como pueden y esperar que algún día, alguien se acuerde de ellos.
Muchos jubilados -y otros muchos argentinos-, pasaron este año las peores fiestas de fin de año de su vida.
Seguramente no será este gobierno “popular” el que se acuerde que los jubilados también existen en la Argentina.
N de R La Misère Porc:
EXCELENTE nota del Sr. Jorge D'Amario Cané. Muchas Gracias


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