jueves, 21 de junio de 2012

LA PLATA DE LOS JUBILADOS






LA PLATA DE LOS JUBILADOS Y EL BUEN LADRÓN ARGENTINO
Por Juan Salinas Bohil (*)
Dinero, jubilados y delincuentes los hay en todas partes. Pero en Argentina existe una especie de deporte masivo, quizás más popular que el fútbol que asegura que somos mala calaña. Ni tanto ni tan poco. Y hay una letra de rock que afirma “No somos gente fina, tampoco lo peor”… Pero cuando los problemas que aquejan a la República se suscitan por tanto tiempo sin llegar a resolverse, algo debe estar pasando. Quizás, superabundancia de abogados. De hecho, la mayoría de los políticos, los Presidentes, lo son.

Es el tiempo en que por todos lados se escucha y lee acerca de “la plata de los jubilados”, debido a que el Gobierno asegura que con esos billetes va a financiar la construcción y compra de 100 mil viviendas por medio de créditos blandos. Visto así, Steven Spielberg y Ridley Scott no viven tan lejos.

La discusión del momento transita por si “la plata de los jubilados” debe ser usada para esos fines; si la cantidad a usar no es desproporcionada; si el organismo encargado de su cuidado la tiene a buen recaudo o mejor invertida; si el actual modelo jubilatorio es sostenible; si los créditos que se otorgarán serán pagados por sus adjudicatarios; que la tasa de recupero es mucho menor a la inflación anual; si el plan estimulará la economía; si aportará aproximadamente 2 puntos del PBI; si tendrá incidencia sobre el empleo debido a que se calcula que la construcción absorbe casi uno de cada diez trabajadores; en cuánto aumentará el trabajo formal; si se podrían crear unos 100 mil puestos de trabajo de manera directa en la construcción y otros tantos de manera indirecta; si semejante inversión no acrecentará la inflación; si no sería mejor pagar con el dinero del organismo las 200 mil sentencias desfavorables que mantiene el organismo previsional con los aportantes; y así decenas de consideraciones a favor y en contra del proyecto.

Quienes esgrimen tales argumentos olvidan un punto esencial de la discusión: el dinero les es ajeno porque les pertenece a los jubilados y lo que es más grave aún, también a los trabajadores en actividad puesto que son ellos quienes lo aportan como también fueron los hoy pasivos quienes lo hicieron en su momento. Gastar, malgastar dinero ajeno, no pagar deudas, posponerlas en el tiempo o pagarlas incorrectamente de manera que los deudores (los jubilados) deban iniciar nuevos juicios es moneda corriente de los gobiernos para con… “la plata de los jubilados”.

Si la diferencia esencial entre robo y hurto es el uso de la fuerza física (violencia) para el apoderamiento ilegítimo de una cosa, qué cosa menos importante ha dejado de ser el dinero ganado honestamente durante toda una vida para que cualquier Ejecutivo, con toda la fuerza que tiene a su disposición, no pueda ser considerado un simple ladrón de bienes ajenos y sus funcionarios puestos tras las rejas.

La jubilación obligatoria es una rémora de un mundo que ha venido cambiando en las últimas décadas a una velocidad sorprendente desde el aumento de la longevidad en los seres humanos hasta adelantos en las telecomunicaciones, sin embargo nos movemos y pensamos como en los años cincuenta, algunos más lejos aún. Los adelantos en medicina son extraordinarios pero sólo pueden ser usufructuados por una pequeña porción de la población mundial que cuenta con fortuna suficiente para solventarlos. Por diversos motivos el sistema previsional argentino está quebrado y nadie parece darse cuenta o al menos, desea tomar decisiones correctivas por alto costo político que traerían aparejadas para cualquier alianza gobernante. Y eso corre también para la llamada “oposición” que sueña también algún día con llegar al poder y financiarse con… “plata de los jubilados”.

Si un trabajador hubiese guardado por sí lo que se le quita mensualmente para la seguridad social en una moneda no tan depreciable como el peso argentino y además le hubiese sumado intereses, al final de su vida laboral la cifra obtenida hubiese sido muy distinta a la que alcanza cuando los funcionarios “se ocupan” de su bienestar. Los gobiernos suelen usar toda clase de artimañas del mismo calibre estafador. Se respaldan en leyes que son claramente inconstitucionales como es la de obligar a la población a que deba ahorrar contra su voluntad y lo que es peor, que ese ahorro deba ser “administrado” por el gobierno, que es igual a darle a Drácula el cuidado del Banco de Sangre y la Sala de Neonatología de un hospital.

Todo buen gobierno que se valore se esfuerza en devaluar considerablemente la moneda de manera que el “ahorrista” siempre recibe mucho menos de lo que le corresponde si su guarda fuese en moneda dura; continúa con los sucesivos achatamientos de la pirámide jubilatoria de manera que los que más han aportado reciben, en contrario, mucho menos de lo que les correspondería equiparándolos en un socialismo casi perfecto con los que menos han aportado; mantiene regímenes de privilegio para la Nomenklatura ; y al cobrar el impuesto a las ganancias a las jubilaciones de alto rango establece de hecho una doble imposición debido a que esos beneficiarios ya tributaron en su vida activa por sus sueldos en relación de dependencia.

Dejemos que el ahorro sea, como debería ser, voluntario. Que cada argentino haga con su dinero lo que le venga en gana. Él sabrá bien qué es lo que le conviene. No necesita de tutores que lo aconsejen. Dejemos que, como otros, hasta que los gobiernos no se comprometan a dejar de devaluar la moneda o amenacen con sus políticas en confiscar los depósitos bancarios, pueda ahorrar, si lo prefiere, en divisa extranjera y depositarla en el exterior si lo cree conveniente.

¿Es tan mala la libertad?
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Juan Salinas Bohil por gentileza de su autor y Correo de Buenos Aires.

No hay comentarios:

Publicar un comentario