lunes, 25 de mayo de 2015

Jugar a ser Dios




Lunes 25 de mayo de 2015 | Publicado en 
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Editorial I


Minuto a minuto, las transformaciones a las que asistimos los seres humanos nos obligan a revisar la mirada y la concepción tradicional que tenemos de muchas cosas. Inconcebibles hasta no hace mucho, los nuevos paradigmas desafían nuestra inteligencia, nuestra emoción y nuestros comportamientos.
Muchos son los campos en los que, al decir de Heráclito, lo único permanente es el cambio. En el ámbito científico, por ejemplo, disciplinas como la genética han traspasado límites impensables con técnicas de reproducción asistida, tratamientos con células madre o subrogación de vientres. Son apenas algunos de los modernos desarrollos que obligan a establecer nuevos marcos normativos que contemplen los nuevos vínculos, las nuevas situaciones y el manejo de nueva información.
¿Cuál es el límite? ¿Se puede experimentar y manipular descontroladamente embriones? ¿Podemos elegir el sexo o el color de ojos de nuestros hijos? Cientos de miles de preguntas nuevas surgen desde las posibilidades que se abren a los avances científicos; dilemas éticos y efectos a veces no deseados que imponen abordajes jurídicos, médicos y sociales diferentes frente a los cuales, muchas veces, no tenemos respuestas. En el centro, la vida humana, eje de una sesión conjunta entre las prestigiosas Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, la de Derecho y Ciencias Sociales, la de Ciencias Morales y Políticas y la de Periodismo, que tuvo lugar días pasados, para debatir y tomar conciencia sobre tan controvertidas cuestiones, como dieron cuenta nuestras páginas.
La expectativa de vida ha crecido mucho; los nuevos descubrimientos potencian la prevención y el mejor tratamiento de las enfermedades. ¿Cómo se conjugan la controvertida eutanasia en moribundos con los largos procesos dirigidos a curar enfermos? Si hasta la vida y la muerte pueden parecernos, por un instante, arbitrio exclusivo de los médicos.
Bioingeniería, biotecnología, biología sintética, por sólo enumerar algunas disciplinas, ofrecen todo tipo de nuevas alternativas y nos permiten atisbar también el futuro. Una prótesis confeccionada a partir de una impresora 3D, distintos órganos del cuerpo fabricados artificialmente, huesos o piel creados a partir de fórmulas químicas hablan también de un avance científico sin precedentes que requiere nuevos encuadres.
Al mismo tiempo, nuestro mundo se encuentra gravemente amenazado. ¿Por qué nos cuesta tanto aplicar todo lo aprendido para resolver los problemas del planeta? Nos cansamos de hablar de la necesidad de proteger y defender adecuadamente el medio ambiente, pero poco hacemos tanto por separar nuestros residuos domésticos como por evitar la tala indiscriminada o la contaminación. Siete días llevó simbólicamente la Creación y llevamos siglos dañando irremediablemente los ecosistemas. Desde antiguo hemos perfeccionado los métodos de desviación de cursos de agua, nos esmeramos por controlar los tornados y hasta por bombardear las nubes para conseguir lluvias. En pos del progreso, los hombres jugamos a ser dioses.
Días pasados trascendió que Rusia planea clonar un mamut que vivió hace 27.000 años a partir de uno congelado, descubierto en 2013, para revivir así esta especie extinguida. No es la primera vez que se intenta algo así. Tigres, palomas y cabras pasaron por clonaciones similares con poco éxito, pero alentando la esperanza de los investigadores por aceitar procedimientos para "desextinguir" a quienes alguna vez habitaron este planeta.
Control pareciera ser la palabra. Fernando Savater, filósofo agnóstico, explica que los diez mandamientos son hoy representación de algo que existió y que debe existir en todas las culturas: una lista de necesarias frustraciones de los propios deseos. Esa cuota de frustración ha sido siempre acicate para cualquier avance, para todos los intentos por controlar o manejar variables que inevitablemente exceden las capacidades humanas y que terminan confirmando que los hombres no pueden evitar jugar a ser Dios.
La historia también abunda en trágicos ejemplos cuando la creatividad al servicio de un liderazgo mesiánico no promueve el bienestar y la justicia. Recordemos, por ejemplo, experimentos como los del llamado "Ángel de la Muerte", Josef Mengele, quien claramente quería emular a Dios, o más bien al demonio. O los planes diseñados para lanzar en cualquier momento una guerra bacteriológica que pueda acabar con la raza humana.
Hoy, más que nunca, es necesario tener presente que las innumerables posibilidades que la ciencia y la tecnología moderna nos abren sólo amplían el vasto campo en el que aplicar renovadamente principios universales mantenidos por siglos. Desde una fe que lejos está de desaparecer o desde el agnosticismo más duro, la realidad impone una mirada diferente. De hecho, "religare" es volver a unir. El encuentro interdisciplinario propiciado por las Academias constituye un valioso aporte. En palabras del papa Francisco, lúcido promotor del progreso científico, cuando la libertad de los hombres se convierte simplemente en autonomía, la Creación se destruye y el hombre usurpa el lugar del Creador.

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