viernes, 29 de mayo de 2015

FIFA: corrupción endémica



Viernes 29 de mayo de 2015 | Publicado en 
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Editorial I

A la vista de todo el mundo, y sin importar la catarata de denuncias que jamás prosperaban, la corrupción que caracteriza a la FIFA y a algunas organizaciones regionales y nacionales del fútbol, incluida nuestra impresentable AFA, parece haber sufrido un duro golpe a raíz de la formidable investigación de la justicia norteamericana, que abarca a integrantes de la propia FIFA y a empresarios dedicados a la transmisión de partidos. La acusación versa sobre lavado de dinero y cobro de sobornos y tiene su capítulo argentino con la imputación a tres empresarios y coimas atribuidas a alguien no identificado, pero cuya descripción permite suponer que se trata del fallecido ex titular de la AFA Julio Grondona.
Desde la Argentina no podemos más que asistir con envidia y frustración a este despliegue de sólida actuación judicial tras una exhaustiva investigación de años que, con sobrada razón y abundantes pruebas, concluye calificando de "endémica" la corrupción de la FIFA, para luego también caracterizarla como "rampante, sistémica y profundamente arraigada".
En efecto, la presentación de cargos efectuada por la fiscal general de los Estados Unidos, Loretta Lynch, no sólo se refiere a los casos puntuales de los 14 directivos y empresarios acusados, sino que detalla un modus operandi de larga data, pues se remontaría por lo menos a veinte años atrás. Algunos de los acusados eran simultáneamente dirigentes del fútbol y empresarios que adquirían derechos de televisación.
Según la acusación, los sobornos terminaron perjudicando a las asociaciones locales y, en última instancia, a los clubes, pues la FIFA administraba un fondo de asistencia financiera para infraestructura deportiva y capacitación. También, agrega, se afectó la libre competencia entre las empresas de medios y marketing deportivo. A los imputados los califica como una enterprise para delinquir, equivalente a una asociación ilícita. Recuerda, a su vez, que la FIFA aprobó un código de ética que prohíbe recibir beneficios personales a los directivos, lo cual, a la luz de los hechos, parece una humorada.
Entre 2011 y el año pasado, la FIFA informó ingresos por 5700 millones de dólares, de los cuales el 70 por ciento se originó en la venta de derechos de transmisión por televisión y marketing para el Mundial de 2014 en Brasil. Pero lo cierto es que nadie sabe con certeza a cuánto ascienden en realidad los verdaderos ingresos de la FIFA, que, paradójicamente, es una ONG internacional con sede en Suiza y "sin ánimo de lucro".
Encabezada desde 1998 por Joseph Blatter, el ánimo de lucro se fue apoderando de la entidad desde los tiempos de su antecesor, el brasileño Joao Havelange. Desde 1988 y hasta su muerte, el año pasado, la FIFA tenía como vicepresidente primero a Julio Grondona, eterno factótum de larga y triste memoria en el negocio del fútbol argentino, sinónimo de poder e impunidad que hizo famoso su lema: "Todo pasa". Lo que pasaba sin hacerles mella a él ni a sus colegas de la FIFA, donde Grondona también presidía la Comisión de Finanzas, eran las acusaciones de corrupción mientras ellos se eternizaban en sus cargos como monarcas feudales incrementando así su poder.
La imputación norteamericana muy probablemente alude a Grondona cuando habla del "conspirador número 10", y lo menciona como un directivo de alto rango de la FIFA y la AFA, que habría acordado cobrar 15 millones de dólares en sobornos. Agrega el texto que uno de los imputados, el empresario argentino Alejandro Burzaco, CEO de Torneos, se comunicaba con frecuencia con terceros en representación del "conspirador 10".
Luego del impacto informativo que la acusación tuvo en todo el mundo, la hipocresía prevaleció en el Gobierno y en la Justicia. La relativa parquedad de las autoridades nacionales ante los hechos se explica por su relación con Grondona a raíz de Fútbol para Todos, otra fuente de escándalos. Tarde, como casi siempre, la justicia argentina se puso en marcha luego de recibir los pedidos de extradición norteamericanos de los tres argentinos acusados, y la AFIP los denunció penalmente. Nada indica hasta ahora que los tres imputados argentinos hayan figurado en el radar de nuestra Unidad de Información Financiera, encargada en los papeles de luchar contra el lavado de dinero.
Un país donde el fútbol aún dista de ser un deporte popular dio el primer paso en lo que podría llegar a ser un indispensable saneamiento de un organismo de corrupción endémica como la FIFA.
Nos gustaría decir que algo similar ocurrirá entre nosotros. Así tendría que ser si la Justicia actúa con la decisión e independencia indispensables. Por lo pronto, no es casualidad que nuestro país no cuente aún con una figura que resultó clave en la investigación norteamericana: la del arrepentido.
Mientras se prolongue la ausencia de esa figura ineludible para poner al descubierto las redes de corrupción, en muchos casos actuaremos a remolque de los jueces y fiscales de otros países y seguiremos asombrándonos cuando escándalos como el registrado en la cancha de Boca durante el clásico con River reciban sanciones casi simbólicas.

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