sábado, 9 de mayo de 2020

Voces, reclamos y esperas de jubilados

Clarín



09/05/2020 - 6:00


Voces, reclamos y esperas de jubilados




En los últimos días algunos geriátricos tuvieron casos
de coronavirus entre sus pacientes. Foto Juano Tesone




Geriátricos I. Es muy triste ver como empresarios dueños de geriátricos se vuelven millonarios con la necesidad ajena, la rutina de tener que trabajar cada vez más, de casi no poder prestarle atención a nuestros hijos y ni también a nuestros padres. El problema de los adultos mayores que requieren asistencia es mucho más complejo y más costoso.


El cuidado de los adultos mayores debería estar en manos del Estado. Habría que construir geriátricos nacionales con parques, espacio de recreación, actividades de estímulo. También capacitar al personal que los asista (ahí existe una fuente de trabajo para los desocupados). Hay tanto lugar disponible en Buenos Aires. Un sitio preparado para ellos, con espacio, que no parezca un depósito para viejos. Que sea un lugar para el retiro, que lo sientan así. Que donen sus jubilaciones al Estado a cambio de una mantención digna con cuatro comidas, una cama cómoda. Sin pasar frío ni calor y atendidos por médicos gerontólogos y la contención que ellos necesitan. 

Con esto solucionaríamos el tema de las filas de los pobres viejos para cobrar su jubilación, para pagar sus impuestos, para atenderse en los hospitales, entre otros trámites.

Que la jubilación sea un retiro feliz después de años de trabajo y no algo que se sufra.

Pablo Martín Pallero
segurosygestoria@yahoo.com.ar





Geriátricos II. Creo que la pandemia que asola al planeta ha servido para hacer caer varias caretas. Al menos es lo que está sucediendo en este bendito país que nos toca compartir. Se desgarran las vestiduras periodistas y gente del Gobierno por lo sucedido en los geriátricos.

¿Es que ignoraban cómo se manejan esos lugares? ¿No sabían que mucha gente que había tenido su propia casa, mantenido su hogar, criado hijos y trabajado duramente muchos años aportando al Estado al final de sus vidas se encuentran hacinados? Muchos en lugares donde tienen que compartir con personas desconocidas pésimas habitaciones, con camas desvencijadas, sin ventilación, con colchones miserables y comedores sin ventanas adecuadas. En espacios donde deben amontonarse para comer y luego marchar a sus cuartos nuevamente. Así debe terminar su vida mucha gente. 

Pero parece que los que, cobrando sueldos desmesurados en puestos del Estado y con la obligación y el deber de velar para que los ancianos tengan lugares dignos para vivir, ignoraban lo que pasaba. En sus mundos perfectos no había tiempo para ocuparse.

Ahora se asustan por la pandemia. Por supuesto que en esos hacinamientos cuando estalla una enfermedad son muchos los contagiados y los que no pueden hacerle frente.

¿Cómo es posible que con las enormes sumas que maneja Anses sucedan estas cosas? Que la gente que ya no tiene fuerzas para defenderse y luchar por sus derechos tenga que sufrir estos manejos infames y acabar tan dolorosamente sus vidas. ¿Cómo puede ser que nadie tenga la dignidad y honestidad suficiente para evitarlo?

Nelly Zugasti
nelvezug@gmail.com





Beneficio negado. Todas las noches a las 21:05, cuando cesan los aplausos a los profesionales de la salud, sigo aplaudiendo hacia dentro de casa a mi esposa Déborah Kalmar y a sus colegas. Lo hago por su abnegada labor hogareña y primordialmente por la proeza de haber hallado un medio alternativo, la plataforma Zoom, para dar continuidad a su actividad en pro de la salud humana.

Ella da clases de Expresión Corporal, algo difícil de realizar a distancia. Sin embargo, esta profesora ya jubilada con la mínima y monotributista “C”, merced a su esfuerzo sostiene a capa y espada su cincuentenario estudio que hoy está cerrado, hasta vaya a saber cuándo, lo que origina gastos de mantenimiento. 

A ella el Gobierno nacional, en insólita, absurda y discriminatoria acción, dispuso excluirla de los beneficiarios del aliviador adelanto de dinero para consumos vía tarjetas de crédito. La exclusión se debe a que... es jubilada.

Entre el Covid-19 y las medidas oficiales parecen haber hallado la fórmula perfecta para el exterminio de Pymes y clase media.

Adrián A. Klas
aklas@fibertel.com.ar





Manoseados. No comprendemos las razones porque los gobernantes a los jubilados nos ajan y nos deslucen. Es que con los valores que se antojan darnos, nos manosean. Es posible que algunos les agraden, pero no todos están conformes.

Esa manía nos perjudica en forma gravísima. Pero lo que manosean no son a las personas directamente, sino lo hacen con los fondos que depositamos. Estamos ahorrando de la misma forma que cuando hace años estaba el ahorro postal en las escuelas. ¡Quién no tuvo una libreta donde pegaba las estampillas! De la misma manera es que, trabajando, guardamos en el Estado esos dineros para cuando la vida nos impida continuar laborando.

​Pero el Estado, que somos todos, pero no es nadie, es usado por el gobierno de turno, llevándose todos los dineros del pueblo. Luego se victimizan, mintiendo sobre que no hay suficiente. No pueden cancelar juicios y reclamos, no pueden dar aumentos, pero pueden llevárselos para pagar sus desaciertos permanentes.

Claudia Carolina Curbelo

cc.curbelo@yahoo.com.ar





Agradecimiento. Así como mandamos quejas, también hay que felicitar. Soy una persona adulta en riesgo por la edad, pero con buena salud. Estuve buscando dónde darme la vacuna para la neumonía sin buenos resultados, hasta que por medio de una llamada al 147 de la Ciudad me dieron una dirección y un número de teléfono. Llamé y me confirmaron que tenían dosis. 

Fui al CESAC 38 que depende del Hospital Durand de la calle Medrano 350, en Almagro. Allí me hicieron pasar enseguida y luego de 10 minutos y en forma gratuita ya estaba vacunada. 

Salgo todas las noches a darle las gracias con un aplauso a los que trabajan en la salud por cuidarnos, pero esta vez me paré y lo hice en el mismo consultorio por la forma que me trataron. Gracias a todos los integrantes de esa repartición por la calidez y el respeto recibido.

María Luisa Ferraiolo

maryferraiolo@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario