sábado, 16 de mayo de 2020

¡Cuidado, el Gobierno nos quiere distraer!

LA NACION


16 de mayo de 2020 



Cuidado, el Gobierno nos quiere distraer!


  Carlos M. Reymundo Roberts
                             LA NACION



Hoy quiero denunciar una aviesa campaña del Gobierno. Una campaña para distraernos. Tardé, pero los descubrí. Están recurriendo a la vieja fórmula de tirar noticias de alto impacto que desvíen nuestra atención. Ya lo hicieron con las excarcelaciones, el Mercosur, los médicos cubanos, las pantallitas de Massa y la jugarreta de Alberto de pelearse con otros países por la mañana y pedirles perdón de rodillas por la noche. La última bomba de humo fue anunciar que la Oficina Anticorrupción (OA) deja de ser querellante en los juicios contra Cristina. Parece un notición, cuando en realidad la noticia sería que un gobierno kirchnerista pidiera que se investigue la corrupción de los Kirchner.

¿Qué pretenden ocultar con esta campaña de distracción de masas? El colapso económico. La dinámica de deterioro es tan acelerada que ya extraño lo mal que estábamos con Macri, y en dos meses voy a extrañar lo mal que estamos ahora. Lo de la OA (Oficina Antiinvestigación) sirve además para tapar la maniobra en el Consejo de la Magistratura, donde están frenando una pesquisa contra Canicoba Corral, acaso el juez federal con peor fama. Hay que ponerse en la piel de este pobre hombre, estigmatizado desde hace años con una deformación atroz de su apellido: Canicoima.

Analizada la campaña del Gobierno por sus resultados, es buenísima. Tan buena, que la principal víctima de la distracción es Alberto. ¿Lo han visto preocupado por el vendaval de recesión, desocupación y pobreza que se nos vino encima? Es obvio que su foco está en la pandemia, pero ha llegado la hora de que mire también las bajas que está provocando la crisis. Él habla de la crisis, de hecho acaba de decir que la economía del país "está parada", pero sin mostrar signo alguno de inquietud. Incluso se enojó muchísimo con Alfonso Prat-Gay porque dijo lo mismo que él: que la cuarentena paralizó la economía. Para nuestro querido profesor, el parate es un dato estadístico, no un drama social. En abril, la recaudación por IVA (el impuesto al consumo) fue menor, en pesos, que la recaudación por IVA de abril del año pasado, después de una inflación del 44%. Catástrofe. Cuando más plata necesita el Estado, menos recauda, y entonces tiene que imprimir más, y eso, tarde o temprano, es inflación, el impuesto que castiga más a los que tienen menos. Bingo, diría Angelici. Otro ejemplo: este año se venderá la mitad de autos que en 2019, cuando se vendió la mitad que en 2018. Una reducción del 75% en dos años. Alberto, nos estamos quedando a gamba.


No le pedimos que se olvide del virus, justo ahora que constituyó un gobierno de epidemiólogos, sino que haga algo o que vaya pensando algo para contrarrestar el colapso de la economía. En una de las 150 entrevistas que dio esta semana (increíble lo bien que administra su agenda: siempre le queda tiempo para dar vueltas por radios y canales) dijo que su prioridad después del corona es la reforma judicial. Y el aborto. Ajá. Mirá qué interesante. El negacionismo llega a tal punto que el domingo escribió una carta pública en la que puso: "Nadie ha logrado demostrar que el fin del aislamiento haya servido a la economía". La verdad, no sé cómo entrarle a esa frase. Si tuviese una columna de ironía y humor, me haría una fiesta. Pero la cosa es seria. Dice que ir a trabajar o quedarte en tu casa es lo mismo, y que no cambia nada si fábricas y comercios están abiertos o cerrados; que parálisis es igual a movimiento. No sé si ya corresponde descartarlo para la carrera por el Nobel.

Está distraído, pero también un poco despistado. La trepada imparable del dólar lo tiene mal. Lógico. Hace unos meses dijo que estaba bien "a 60", y deben de faltar unos pocos días, o unas pocas horas, para que llegue a 160. No le encuentra motivos a la suba, y la atribuye a especuladores. "Si la economía no se mueve y no hay inflación, ¿para qué quieren dólares?" Seguramente ya se lo explicaron. El dólar aumenta por muchos motivos (desconfianza, exceso de pesos, huida de una moneda que pierde valor a cada hora...), pero sobre todo por uno: hoy es la mejor inversión. ¡Rinde una bocha! Si la semana pasada alguien fue a un banco, pidió un préstamo a una tasa que está más o menos en 3% mensual, sacó la guita y compró dólares, ya pagó el préstamo y le quedó un buen margen. Hizo hasta 10% en siete días. ¡Especuladores! Sí, claro, pero Juan Carlos de Pablo me enseñó que no hay que ser tan duros con los de esa condición: un tipo que pone una gomería en la ruta está especulando con que a alguien se le va a pinchar una goma; y el que pincha una goma agradece que allí haya una gomería, un especulador. A ver si entendí, Juan Carlos: cuando en la Argentina se pincha el peso, correr a comprar dólares es ir a la gomería.

Por suerte, en la negociación con los bonistas las cosas van mucho mejor. Para los bonistas. Guzmán presentó su oferta al grito de "no la tomen en serio", y le hicieron caso. Ya le arrimaron una contrapropuesta, al grito de "más vale que te la tomes en serio". Insisto en que defaultear hoy es más difícil que llegar a un acuerdo. Incluso para el académico Guzmán, negociador al que alguien acaba de caracterizar como "un soltero dando consejos matrimoniales".


Tranqui, Alberto. Salvo la economía, vamos muy bien.


Por:  Carlos M. Reymundo Roberts

No hay comentarios:

Publicar un comentario