domingo, 26 de abril de 2015

Un triunfo rotundo, una derrota festejada





27 / 04 / 15

Del editor al lector


Una cosa es no parecer deprimidos, otra es festejar. El kirchnerismo festejó. Nadie se explica qué festejó.


Por Raúl Roa

Por debajo de Rodríguez Larreta versus Michetti estaba Macri. Pero por encima también. Ganó Larreta, ganó Macri. Macri ganó en autoridad hacia adentro de su partido. Más significativo es lo que ganó hacia afuera: el aval a los acuerdos que tejió y que teje para la presidencial de octubre.

Se puede decir y más que decir es cierto, que la Ciudad hace rato es bastión macrista y que los números porteños no son aplicables en todos lados. Lo que hubo ayer fue la confirmación de que el bastión sigue siéndolo. También que la Ciudad es el lugar más exitoso para la experiencia del acuerdo con Sanz y Carrió. Si ese acuerdo continúa, Macri reuniría aquí cerca del 70% de los votos para presidente.

El principal desafío de Macri es la proyección nacional. Tiene otro desafío y es enteramente local: reagrupar las propias fuerzas después de una interna que no quiso y que no pudo evitar.

Larreta ganó esa pelea y la ganó rotundamente. Se entrenó como un astronauta. Tiene menos carisma que Michetti pero tiene más capacidad de gestión que Michetti. Y sobre todo tuvo el poder delegado de Macri, que lo consagró heredero de una gestión avalada por la mayoría.

Michetti no encontró la forma de pelearse con Larreta sin pelearse con Macri. Prefirió hacerse entender a medias. Peleó sin padrinos contra el aparato oficial del Pro. No contra el aparato del Gobierno del Pro: sumó entre los suyos a varios de los mejores ministros de Macri. Sacaba cerca del 20%. No es poco. Anoche compartió el acto con Larreta. Hay que ver si comparten ahora la campaña.

Los números dan para todas las martingalas aritméticas que se quieran hacer. Pero no para todas, a menos que se quiera hacer un papelón. Una cosa es no aparecer deprimido después de una derrota. Otra muy distinta es festejar una derrota.

Al cierre de esta edición, los números cantaban que Eco retrocedía respecto de lo que fue Unen y Lousteau respecto de Solanas, aunque hizo una muy buena elección y conservó el segundo lugar. El kirchnerismo salía tercero y Recalde cuarto. Pero celebraron igual. No se puede decir más claramente que como lo dijo Aníbal Fernández usando una metáfora aeronáutica, quizás en homenaje a Recalde: “hemos decolado y ascendido a segunda fuerza”. Algunos no soportan pasar inadvertidos.

O dieron por ciertas proyecciones equivocadas o con la alegría fingida se les fue la mano. Recalde es presidente de una empresa fundida y fue el primer ensayo con La Cámpora. No le alcanzó la bendición de Cristina, empeñada en impulsar como administrador porteño a un desadministrador consumado, que voló bien bajo.

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