15/12/2013|
15:30
por HUGO ALCONADA MON
Muchas causas judiciales en el fuero penal comenzaron con la publicación
de investigaciones periodísticas. Al reves: muchas investigaciones de
fiscales fueron la base de impecables notas periodísticas. En cualquier
caso, la nota de Hugo Alconada Mon demuestra la profundidad de la
pesquisa que realizaba el ahora suspendido fiscal federal José María
Campagnoli y condiciona a quien se encuentra a cargo. De hecho, si estos
datos cayeran en saco roto, la procuradora general de la Nación,
Alejandra Gils Carbó, sería política y penalmente responsable toda vez
que con el cambio que ella inspiró, reclamó y promovió, se habría
interrumpido una investigación decididamente importante para el interés
colectivo.
Lázaro Báez, el hombre de relación tan sospechosa con Néstor Kirchner... y con Cristina.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (La Nación). No
es necesario rastrear sociedades y cuentas bancarias alrededor del
mundo para comprender la simbiosis entre el empresario Lázaro Báez y el
matrimonio de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Basta con revisar la
contabilidad de sus hoteles en Santa Cruz.
La conclusión es elocuente: siete empresas de Báez firmaron
acuerdos retroactivos con Valle Mitre SA, la empresa que gerencia los
hoteles de la familia Kirchner, que le garantizaron a la pareja
ganancias millonarias durante más de dos años.
Para eso, el 90% de las facturas que emitió esa gerenciadora se
destinaron a Austral Construcciones y otras firmas de Báez, que les
aseguraron a los Kirchner la supuesta ocupación de un tercio de sus
habitaciones durante años. Sin importar que fuera temporada alta o baja.
El dato cobra relevancia si se tiene en cuenta que esta semana fue
suspendido el fiscal José María Campagnoli por investigar movimientos de
dinero del zar de la obra pública patagónica.
A tal punto llegaron esos convenios, que las empresas de Báez se
comprometieron a pagar a Valle Mitre SA una cantidad prefijada de 935
habitaciones por mes en el hotel Alto Calafate, por ejemplo, con una
tarifa en dólares más baja, pero que debieron abonarse sí o sí, aunque
no usaran las habitaciones, según corroboró LA NACION, al revisar la
facturación durante meses junto a seis expertos antilavado y tributarios
que prefirieron mantener sus nombres en reserva.
¿Resultado? Todos los meses, el Alto Calafate se garantizó un
tercio mínimo de ingresos, ya fuera que esa localidad desbordara de
turistas o éstos brillaran por su ausencia. Así, y siempre según esos
convenios cuya copia obtuvo LA NACION, las 103 habitaciones de lujo de
este hotel debieron ser ocupadas 9 noches por mes por los empleados de
Báez, uno de los grandes beneficiarios de la obra pública durante la
década kirchnerista. O dicho de otro modo, que a lo largo de cada mes,
esos empleados debieron ocupar 1 de cada 3 habitaciones.
Ese tercio garantizado por Báez se combinó, además, con otro tercio
diario que cubría Aerolíneas Argentinas, ya en pleno proceso de
expropiación, y aún cuando otros hoteles de la misma categoría en El
Calafate ofrecían tarifas más bajas, según reveló LA NACION en 2010.
Así, de combinarse ambos ingresos, el Alto Calafate se garantizó una
ocupación superior al 60 por ciento.
Sin contar los ingresos generados por Aerolíneas -además de
convenios y eventos pagados por el gobierno nacional en ese mismo hotel,
como el III Congreso Federal de la Industria, en noviembre de 2012-, de
todos modos, el flujo que aportó Báez resultó millonario. Sólo durante 5
meses de 2010, por ejemplo, reportó $ 2,8 millones, aún cuando esos
convenios comenzaron a tejerse en agosto de 2009 -según consta en la
copia del Libro IVA Compras de diciembre de ese año de Austral
Construcciones, y se extendieron hasta mediados de 2011.
Con esos documentos a su disposición, los seis expertos consultados
por LA NACION arribaron por separado a conclusiones similares:
estimaron que surgen conductas que podrían configurar los presuntos
delitos de lavado de activos, evasión tributaria agravada y
negociaciones incompatibles con la función pública, entre otras figuras.
También, forzar la reapertura por "cosa juzgada írrita" de las
investigaciones por presunto enriquecimiento ilícito de los Kirchner.
Las sospechas de los expertos -que incluyen referentes del sector
privado, de la AFIP y dos ex altos funcionarios de la UIF, la unidad
antilavado- se fundaron en un eje: la operatoria podría representar la
forma en que parte de los ingresos por la obra pública que recibió Báez
durante años habría vuelto al bolsillo de los Kirchner mediante la
operatoria hotelera.
El umbral de sospecha se elevó por ciertas características de la
operatoria. La primera, que algunos convenios se firmaron en septiembre
de 2010, por ejemplo, pero de manera retroactiva al 1° de julio de ese
año, según consta en las copias de esos contratos a los que accedió LA
NACION.

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