viernes, 27 de diciembre de 2013

Cristina decepcionada por Capitanich pero no lo puede cambiar





diciembre 27, 2013
 
 
 
 
 
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El gobierno está a la defensiva porque considera que toda la suerte que tuvo en la última década se le vino en contra con las temperaturas récord de diciembre, hecho que no ocurría desde hace decenas de años y por el cual no puede satisfacer la demanda. Los ministros reconocen en privado que la política energética fue muy mala y culpan a Julio de Vido, como es lógico, pero no lo dicen en público y le adjudican la responsabilidad a Edenor y Edesur, las dos distribuidoras del AMBA. El otro costado de la coyuntura anda mal por el fracaso de Jorge Capitanich. Con él están muy decepcionados la jefe de Estado y Carlos Zannini. 

Dicen que el chaqueño pidió permiso para hacer conferencias de prensa todos los días pero la presidente y el secretario legal y técnico no están para nada de acuerdo con esa modalidad. Sin embargo, lo dejaron hacer, aunque tenían fuertes reservas, porque sabían que no había mucho para anunciar. La verdad es que el gobierno le ofrece todos los días a la sociedad más de lo mismo. Y, como es sabido en materia de marketing político, hablar todos los días “vendiendo humo” terminará por desgastar gravemente al jefe de gabinete, porque llegaría un momento en el que no tendría nada interesante para decir. Y esto es lo que pasó, de ahí que el periodismo se haga un picnic con él y se rían en todas los programas de radio matutinos. 

La comparación con las diarias conferencias de prensa de Carlos Corach surge inevitable. En los 90, el gobierno estaba plenamente delegado por Carlos Menem en sus ministros. Hoy, los funcionarios tiemblan al hablar de un tema con los periodistas si antes no lo consultaron con la presidente.

Capitanich no era el hombre

 

En cuanto al tropezón que tuvo Capitanich con la huelga policial de Córdoba, donde quiso enviar de inmediato a la Gendarmería pero no lo hizo, la presidente entendería que fue débil, porque no tendría que haberle hecho caso a Zannini. Ella le había delegado amplias funciones como gobernador exitoso y triunfador y un político con peso propio, pero se dejó primerear por un leguleyo como Zannini, que tiene mucho poder. El caso es que Capitanich, a cuatro días de asumir, debería haber mandado la gendarmería haciendo caso omiso a lo que quería Zannini. Por otra parte, la presidente valora mucho a Gerardo Zamora, el senador y caudillo de Santiago del Estero que le cantó las cuarenta a Zannini. 

La razón fue que éste, a cambio del fallo de la Corte Suprema favorable al gobierno, pactó que, como cortina de humo, la Corte fallara impidiendo la reelección de Zamora. Hace tiempo que Zamora no lo escucha a Zannini y habla directamente con la presidente porque, según les dijo a sus amigos: “Yo manejo tres senadores nacionales y siete diputados nacionales y le voy dar bola a Zannini que no tiene un voto”. Así es que la presidente está sumamente decepcionada con Capitanich pero tiene el gran problema de que no lo puede reemplazar por Sergio Urribarri porque se produciría una crisis política.

 En algunas reuniones con Wado de Pedro y Axel Kicillof, la presidente reconoce que últimamente se equivoca con las designaciones, como ocurrió con Amado Boudou primero y Jorge Capitanich después. Pero parece que por ahora no le pasa lo mismo con Kicillof, quien escuchaba este ataque de sinceridad de la presidente que, decepcionada con el chaqueño, se fue para Santa Cruz aparentemente hasta el 15 de enero. Y con la esperanza de que el clima le vuelva a traer la buena suerte que tuvo durante la década pasada.
 

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