domingo, 29 de diciembre de 2013

Devaluada, CFK extorsionaría con su capacidad de fracturar el PJ





diciembre 29, 2013


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 La presidente va quedando atrapada en la trampa que su mismo entorno montó. A partir de la reincorporación a sus funciones luego de su operación craneana, cambió su estilo de ejercicio del poder. Delegó los roles protagónicos del gobierno en dos estrellas mediáticas, Jorge Capitanich y Axel Kicillof, y se replegó a un segundo plano con apariciones esporádicas. La idea es que sus nuevos abanderados paguen los costos políticos del ajuste en marcha, quedando ella en un rol monárquico de menor desgaste. 

Otro objetivo de esta maniobra puede ser también desconcertar a una sociedad malhumorada que, al no ver ya a Cristina todos los días por la cadena nacional, le cuesta focalizar sus tensiones. Y ni que decir de la dispersa oposición, que no alcanza a reaccionar y sólo especula con lo que puede pasar a partir de marzo, con un proceso de paritarias de mano dura, la inflación disparada y la crisis energética.

El nuevo marketing político de CFK tiene sin duda su rédito. Pero también se empiezan a ver los costos de este cambio. En Olivos están disgustados con la mano abierta que Fernando Espinoza le tendió a Sergio Massa en el acto de designación de José Maria Díaz Bancalari como presidente del Congreso del PJ bonaerense. 

Prácticamente, el matancero lo invitó al tigrense a sentarse a dialogar. En el intercambio entre el cristinismo y el massismo, siempre gana éste, porque promete futuro y se va quedando todos los días con algún dirigente que deserta. Es así que este episodio es leído como un síntoma de debilidad del poder presidencial. También el resurgimiento del caso Báez, en su relación con el enriquecimiento ilícito del matrimonio presidencial, reabrió en las filas del kirchnerismo la convicción de que a la presidente le será muy difícil una retirada judicialmente indemne del poder. Aunque la absolución masiva en el caso de las coimas del Senado fue, por el contrario, una prueba de que la justicia no está en condiciones de avanzar demasiado sobre la política.

Con estas heridas presidenciales a la vista, Carlos Kunkel lanzó que ella será candidata en el 2015. Entonces no se elegirán senadores nacionales en Buenos Aires ni en Santa Cruz y es obvio que Kunkel no se refiere a la búsqueda de una banca de diputada nacional por los fueros sino de un espacio de poder. Parece claro que estamos hablando de la gobernación de Buenos Aires. Allí no hay ballotage y gana el que tiene un voto más. En el estado de deterioro que hoy tiene el cristinismo, ¿podría ganarle la elección bonaerense a una alianza del massismo con todos los sectores del peronismo disidente? 

Es dudoso, pero la fractura del voto justicialista podría favorecer el crecimiento del frente de centroizquierda. ¿Lo que dijo Kunkel fue una velada extorsión? Con Cristina candidata a gobernadora y sus delegados en otras listas en todo el país, la crisis peronista se potenciaría exponencialmente. Sin duda que en muchas provincias, esto significaría para el PJ perder gobernaciones e intendencias a manos de la oposición.

Esta extorsión está pasando a ser un arma fundamental para una presidente que ya camina como un pato rengo. A partir de ahora, el cristinismo ya no puede evitar que Daniel Scioli, Sergio Massa, Hugo Moyano y José Manuel de la Sota negocien a sus espaldas. Lo que sí puede es amenazar con hacerle perder al peronismo no sólo la Casa Rosada sino también muchas gobernaciones, intendencias y bancas.

En su nuevo rol menos visible y con serios problemas cardíacos, a la presidente le cuesta cumplir con el paradigma del líder populista, es decir, exposición pública permanente, infalibilidad y trato directo con todas sus huestes (o sea, actos permanentes). Su rol se está limitando a conducir su círculo y éste es una especie de perímetro defensivo.

No es un caso típico

 

Esta tendencia lleva a una pregunta clave: ¿las tensiones socio-económicas de los próximos meses pueden llevar a que el núcleo duro del cristinismo se quiebre y empiece la disolución? De ocurrir esto último, el problema del peronismo se despejaría, porque el kirchnerismo se diluiría como el menemismo o el duhaldismo.
Pero no es probable que esto ocurra por varios motivos. A diferencia de todos los demás gobiernos anteriores y gracias a la visión conquistadora de Néstor Kirchner, el oficialismo ha conseguido construir un imperio financiero y mediático que es aún más importante que su estructura política.

Este manejo de poder real le garantiza estar en condiciones de competir electoralmente aun con sus chances debilitadas. Aparte, no los une el amor sino el espanto y la mayor parte ni siquiera pueden pensar en pasarse al massismo porque son impresentables.

Así las cosas, la retirada de CFK del poder no debe ser mirada igual que la de otros presidentes. Su capacidad de hacer entrar en crisis al peronismo es un arma importante y que puede jugar un rol fundamental. Ella ya no puede ganar, pero tal vez pueda hacer perder. Por ejemplo, creando condiciones para que Mauricio Macri llegue a la presidencia ante la división del voto peronista.

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